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POTRERART 2016
lunes, 09 mayo de 2016 | 11:11

Retratos más allá de los cuadros

El arte en la sociedad de consumo, narrativa poética en la pintura, vocación, nuestro gris visto desde Perú, paisajistas internados en la sierra o frente al dique, a pesar del frío, y una anécdota del prestigioso pintor Álvaro Izurieta. La visión de algunos de los artistas que participaron del segundo certamen en Potrero de los Funes.

El prestigioso pintor cordobés Álvaro Izurieta regresó por segunda vez a la provincia para el certamen de pintura PotrerArt 2016.

El prestigioso pintor cordobés Álvaro Izurieta regresó por segunda vez a la provincia para el certamen de pintura PotrerArt 2016.

“Yo no veo gente que se detenga en los museos, hasta en Europa, por más de quince segundos frente a obras que han llevado años hacerse. Si no ves en profundidad, es lo mismo que no ver nada”, sentencia el prestigioso pintor cordobés Álvaro Izurieta, quien regresó por segunda vez a la provincia para el certamen de pintura PotrerArt 2016.

Este domingo, el artista plástico fue el encargado de cerrar el encuentro en la Caja de los Trebejos de Potrero de los Funes, donde participaron más de 180 pinceles locales, de otras provincias y extranjeros.

Izurieta capta con maestría rostros. Entre sus logros se destacan el retrato de René Favaloro y su óleo “Virgen Niña”, adquirido por la presidencia de la Nación y entregado al Papa Juan Pablo II.

Al pintor de 71 años no le tiembla el pulso para retratar el presente: “El hombre en esta época está volcado a otra cosa: al fútbol, la política, a la economía, a la ciencia, que también es importante, pero el arte participa casi nada en la vida común en las personas.”

Invitado por el pintor Emaús Miciu Nicolaevici, Izurieta disertó acerca de la reacción de la sociedad argentina frente a los artistas modernistas del siglo XIX. “Hubo muchos pintores que fueron muy resistidos y recibieron muchos contratiempos o agresiones. Salieron muchas notas demoledoras y muchos dejaron de pintar. Siempre le fue muy difícil al artista vivir de su profesión en la Argentina”, apunta.

El artista se perfeccionó en Brasil, España y expuso en Italia; en su análisis, este complejo problema tiene como causa la sociedad de consumo. “Son dos visiones del mundo totalmente distintas. El hombre que busca la acumulación de bienes tiene una visión práctica, que es muy distinta al mundo del arte, que es el mundo de la emoción, la sensibilidad, la abstracción. Son el hemisferio izquierdo y derecho que están luchando ahí. Es una lucha que no termina nunca y en la que estamos perdiendo mucho”, reflexiona.

Parte de la solución, según su mirada, está en difundir, dialogar con los jóvenes e incorporar la estética a la vida cotidiana. “Los niños viven mucho más cerca del arte que los adultos”, enfatiza.

Ya menos juicioso y recuperando la amabilidad que lo caracteriza, Izurieta dirá que vivir del arte es extraordinario. “Tengo 71 años pero tengo más entusiasmo que cuando tenía 20. Vivo pintando, encerrado en mi taller y no cambio mi vida por nada, ni por millones”, dice sonriendo.

“Vine el año pasado a San Luis y me quedé fascinado por el paisaje. Pero sobre todo me ha impresionado la gente y su cordialidad”, agrega.

Juan Bertín también asistió por segunda vez al encuentro. “El año pasado fue más verde el paisaje y habían otros tonos, otras atmósferas. Este año se puso un poco más naranja y amarillo”, describe.

El pintor Juan Bertín también asistió por segunda vez al encuentro.

El pintor Juan Bertín también asistió por segunda vez al encuentro.

“En lo personal, fue un poco complicado. No tuve el tiempo suficiente para desarrollar el cuadro según lo que estoy acostumbrado a hacer. Pero es bueno como ejercicio mental trabajar en tiempos cortos”, expresa.

Juan revela que en cada escena busca la narrativa poética. “Y eso se divide en una serie de pilares: la primera es la visualización para vincularte emocionalmente, después pasar por la caracterización, dramatismo, embellecimiento y la composición. Son cuestiones técnicas, pero después están las partes netamente emocionales que son las que definen la escena. Uno trata de no separarse de esos parámetros”, explica en tono docente.

Cuando se le pregunta qué hace si no le habla la musa, contesta sonriente: “Me retiro de la escena. Esto no es como un trabajo común y corriente, no hay horario, cuando uno no tiene nada que decir hay que dejar la pintura e irse a hacer otra cosa. Cuando hay algo que decir uno enfrenta la escena y empieza a trabajar de nuevo”.

Bertín se dedica al paisajismo y a los retratos de bodegones o la naturaleza muerta. Recientemente, ilustró la tapa del libro “El peso de la luz en la mano”, del poeta Gustavo Romero Borri.

El arquitecto y artista plástico autodidacta que ganó el tercer puesto en la II Bienal Internacional de Arte Contemporáneo coindice con Izurieta a la hora de analizar el lugar del arte en la sociedad. “El mercado afecta la vida del pintor. Picasso dice que hay ciertos pintores que pintan lo que venden y otros que venden lo que pintan. Esa es la diferencia: vender lo que vas a pintar”, resalta.

La obra que pinceló Juan para este encuentro se titula “A paso lento”. “Pintar es distribuir inteligentemente la emoción que uno siente en esa escena y adoptar los objetos como elementos hablantes, son decidores y uno los ilumina. Es una cuestión de diálogo”, afirma y se exige, entre risa: “Esos álamos que no están todavía bien expresados están tratando de caminar. Pero todavía a este cuadro le falta trabajo así que habrá que ver si pueden decir algo más”.

El concurso, que incluyó las categorías arte contemporáneo, paisajismo y fotografía, comenzó el jueves. Nicolás López se vino desde Huancayo, Perú. El año pasado obtuvo el segundo premio en paisajismo. “El hecho de volver me hacía ver el trabajo desde otra perspectiva, vine con una propuesta distinta. Me ayuda a replantear posibilidades”, dice el pintor zurdo, de rastas y con una remera de Pink Floyd.

Nicolás López vino desde Perú. El año pasado obtuvo el segundo premio en paisajismo.

Nicolás López vino desde Perú. El año pasado obtuvo el segundo premio en paisajismo.

Nicolás cuenta que hace una década pinta profesionalmente. El gris predomina en sus dos acuarelas bautizadas “Preludio” y “Transparencias inquietas”. “Es un poco el color que vengo usando. Es el color que ahorita me tiene muy inquieto. Quito el color para no distraerme con el lado cromático o folclórico y centralizo en un solo tono para darle más importancia al concepto de la imagen”, narra.

López, al igual que varios de sus colegas paisajistas, a pesar del clima se internó en la intemperie. El artista peruano detalla la diferencia: “La naturaleza nos sirve para analizar los tiempos, el momento y capturarlos en la acuarela es fascinante porque siempre es impronta, ya que uno trabaja con la temperatura del agua y el papel se seca instantáneamente, entonces me sirve para capturar instantes. El taller, en cambio, me sirve para analizar el lado conceptual de la imagen: me documento, reviso, interpreto, hago mucho ensayos dentro del taller”.

El pintor viaja por el país hace cuatro años. “Siempre llego a un lugar y estoy produciendo: en el campo, en el hotel o en la casa de amigos”, comparte.

Diego Ferreira también fue premiado el año pasado. Vino desde La Falda, Córdoba, estudia dibujo y pintura y hace un década que no suelta los colores.

“Se va mejorando cada año en el concurso. Estuve pintando en el mirador durante dos horas y cada vez que llovía nos veníamos al hotel”, cuenta sonriendo. “Todo Potrero es inspirador, no hace falta buscar mucho”, expresa el joven, quien vino acompañado por varios artistas cordobeses.

Para la categoría arte contemporáneo, entre los concursantes, se presentó la cordobesa Silvia Soloaga, por segunda vez. “Fue muy gratificante encontrarme con mis amigos y colegas de acá y el extranjero”, indica frente a su obra sin título pero rodeada por fauna local en uno de los pasillos del lugar.

Silvia Soloaga participó en la categoría Arte Contemporáneo.

Silvia Soloaga participó en la categoría Arte Contemporáneo.

Más allá, cerca de la entrada, con poncho marrón, mate en mano y bombacha de gaucho, se presenta Pedro Ponce de León, un profesor de Artes Visuales y artista plástico, nacido en 1975 en Deán Funes, al norte de Córdoba.

“He visto un San Luis muy bello. Tengo que reconocer que ideológicamente no comparto, porque yo tengo una visión más de izquierda, pero ha sido muy cálida la gente. Nos llevamos el mejor de los recuerdo y con muchas ganas de volver”, asegura.

Ponce de León agradece el encuentro porque permite que las fronteras se achiquen. Su trabajo pictórico lo tituló “De lejos te vi” y es una representación del Hotel Internacional. Para el pintor el arte humaniza y considera que prefiere “el camino de la austeridad pero de mayor riqueza interior.” “Romper con el espacio en blanco es sumamente positivo”, señala el artista que ha sido premiado en Chile.

Participó el artista plástico Pedro Ponce de León.

Participó el artista plástico Pedro Ponce de León.

Entre un ojo esmeralda que sale al encuentro de los mirones, una borroneada Mona Lisa, un colectivo que parece avanzar por la esquina del pasillo, aguas, y las infaltables hojas del otoño, este encuentro ya se prepara para la tercera edición en 2017.

Izurieta, con brillo en los ojos, dejó una anécdota que puede sintetizar la vocación de quienes se ofrendan al arte: “Mi padre, que se opuso bastante a que me dedicara a pintar, en sus últimos días me miró a los ojos y me dijo ´hijo vos hiciste en la vida lo que quisiste´ y yo no me animé”.

 

Nota: Matías Gómez.

Foto: Jesica Flandes.

Video: Juan Moyano.

Edición: Martín Micali.

Corrección: Berenice Tello.

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