LA SONRISA

Todos sabemos que no cuesta nada, pero vale mucho


No todas las sonrisas son iguales. Según algunas observaciones, su significado cambia con el contexto social, ya que pueden mostrar desde una actitud positiva hasta debilidad. Es tan personal como única.

La sonrisa enriquece a quienes la reciben, sin empobrecer a quienes las dan. Ocurre en un abrir y cerrar de ojos, pero su recuerdo puede ser eterno en la memoria de quien la pudo observar.

No puede ser comprada, perdida, prestada o robada porque es algo que no rinde beneficio a nadie a menos que sea brindada espontánea y gratuitamente.

Además, nadie necesita tanto una sonrisa como aquel a quien no le queda ninguna que dar.

La sonrisa traviesa y espontánea de los niños.
La sonrisa traviesa y espontánea de los niños.
La sonrisa traviesa y espontánea de los niños.

El estudio de la sonrisa

No respondemos con la misma rapidez a una sonrisa cortés y educada que a una sonrisa sincera, según reveló un estudio de la Universidad Bangor (Reino Unido) publicado en la revista Psychological Science.

Cuando alguien sonríe con franqueza, de forma espontánea, lo identificamos a mayor velocidad que si arquea los labios únicamente por compromiso o cortesía. Además, sensores eléctricos permitieron detectar que ante una sonrisa sincera reaccionan ciertos músculos de la boca de quienes la observan que permanecen impasibles cuando la sonrisa no es auténtica. Los autores lo atribuyen a que supone una recompensa social que favorece las interacciones, por lo que aprender a anticiparlas cuando aparecen los primeros gestos en el rostro puede resultar una habilidad social positiva y crítica para el ser humano.

Si el fin es dejar una huella marcada en quien recibe nuestra sonrisa, hay que arquear los labios para lucir una sonrisa de oreja a oreja, lo que puede ayudar a que nos recuerden. Es lo que se desprende de un estudio realizado por científicos del Centro de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de Duke (EEUU). En sus experimentos pidieron a un grupo de voluntarios que observaran fotografías de personas sonrientes y de personas serias, seguidas de sus nombres de pila. Las imágenes del cerebro de los sujetos revelaron que la corteza orbitofrontal y el hipocampo -sede de la memoria- mostraban más actividad, por cuanto aprendían y recordaban los nombres de los sujetos que sonreían. Nuestras neuronas espejo “desean que recordemos a las personas que han sido amables con nosotros, en caso de que debamos relacionarnos con ellas en el futuro”, sugiere Takashi Tsukiura, coautor del trabajo, en la revista Neuropsychologia.

También se dice que la sonrisa o sonreír rejuvenece. El profesor Theo Gevers, de la Universidad de Ámsterdam, y sus colegas han creado en internet una extensa “base de datos de sonrisas” que les ha permitido averiguar que cuando sonreímos con franqueza aparentamos una edad diferente. Concretamente, las personas mayores de cuarenta años parecen más jóvenes cuando sonríen. Por el contrario, por debajo de los cuarenta, una sonrisa puede hacernos aparentar más edad, de tal modo que para parecer jóvenes, son preferibles gestos neutros, que no expresen emociones.

Otros sostienen que arquear los labios en una sonrisa influye en el estatus social. Un trabajo realizado por la Universidad de Sevilla y publicado en Journal of Oral Rehabilitation reveló que las sonrisas de las personas más influyentes del mundo, elegidas por la revista Time entre 2006 y 2010, comparten ciertas características, una de ellas es que no muestran casi las encías.

La sonrisa que se comparte y contagia.
La sonrisa que se comparte y contagia.
La sonrisa que se comparte y contagia.

El valor de la sonrisa: un bien poderoso

Sonreír es saludable, nos da energía, vitalidad, nos ayuda a relajar la ansiedad y las tensiones que acompañan a nuestros pensamientos. Sonreír modela de amabilidad nuestros pensamientos.

Se dice que sonreír hace la vida más fácil. Sonreír es contagioso. Afecta nuestra vida y la de aquello que nos rodea. Sonreír dulcifica lo que decimos, impulsa a nuestros pensamientos y a nuestras acciones hacia la generosidad y, sobre todo, puede hacer sonreír a los demás, hace bueno lo que vivimos.

Ayuda a dejar de resistirnos a los pensamientos que nos producen ansiedad y sufrimiento y, con ello, a relajar las tensiones que los acompañan. La sonrisa es un bien poderoso. Es muy valioso y significativo practicarla.

La sonrisa del orgullo de ser.
La sonrisa del orgullo de ser.
La sonrisa del orgullo de ser.

A título personal

La sonrisa en momentos difíciles es una caricia, si la recibimos. Si la brindamos cuando estamos mal, se convierte en un alivio para quien no nos quiere ver sufrir. Si la regalamos a quien está mal, es un aliciente para seguir adelante, y si la compartimos con alguien que esté pasando un momento de angustia o dolor, podemos convertirla en ánimo y comprensión del que entiende lo que se padece en común. Por eso no dejemos de sonreír. La sonrisa contagia energía y esa sensación de que todo puede estar bien a pesar de todo. La sonrisa sentida y desde el alma puede ser un remedio mucho más efectivo de lo que creemos, tanto como un abrazo y un ‘te quiero’.

La sonrisa de que se puede.
La sonrisa de que se puede.
La sonrisa de que se puede.

Nota: Viviana Antonucci

Fotos: Jésica Flandes



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