Columna de opinión: El campeón sin corona, una mirada desde otra generación
(Por Diego Odorico)
La Calle Angosta, el Río Quinto, el Molino y el Mono son símbolos y estandartes del pueblo mercedino. Son como el dulce de leche y el Diego para los argentinos. Yo crecí en Mercedes escuchando como mi viejo y sus amigos hablaban de las anécdotas del Mono.
Quiero confesar que para mi era simplemente el Mono, y recién unos años después que escuchaba todas esas historias me enteré que se llamaba José María Gatica. Recuerdo que mi viejo y su cuñado, me llevaron a ver la película de Leonardo Favio… esa que volví a ver varias veces y a la que con el correr de los tiempos fui valorando de distintas maneras.
“El Mono no era un gran boxeador… cuando fue a Estados Unidos el negro Williams lo borró en el primer round. Pero tenía un carisma terrible y fue un gran amigo de Perón”, me contaban los más viejos.
Las anécdotas que escuché fueron de las más variadas, pero la que más me tocaba era la que contaba mi abuelo y que le hice repetir en varias ocasiones. “Una vez estaba en la plaza de la Estación, estaba de traje con un moño que siempre usaba. Se cruzó con un canillita, le pidió todos los diarios, los rompió y le dio 200 pesos que en aquel tiempo debe haber sido lo que ganaba el canillita en dos meses”, me contaba el viejo.
Después leí mucho de Gatica y me di cuenta del porqué de esas actitudes que repitió en varias ocasiones. Cuando se hizo rico, gastó la plata en centenares de trajes, zapatos, el mejor auto y mujeres. Pero cuentan los que lo seguían que no dejó de comer nunca puchero a horas inéditas del día.
“Dos potencias se saludan”, le dijo a Perón cuando lo fue a ver y le estrechó su mano. Desde allí forjaron una amistad y hasta Evita lo tuvo que esperar media hora cuando aceptó ser la madrina de su hija.
Me quedo con una frase de Miguel Frías, en una columna que escribió en referencia al Mono: “Fue como Boca, como el peronismo. Algunos esperaban que ganara y otros que perdiera… pero algo había seguro… a nadie le resultaba indiferente.