Este jueves comienza la capacitación “El pensamiento complejo en la educación”
Así lo informó la Dirección de Extensión Docente del Instituto de Formación Docente Continua de Villa Mercedes. La capacitación “El pensamiento complejo en la educación”, estará destinada a Profesores de Artes Visuales, Música, Lengua y Literatura, Teatro nivel primario y secundario.
La formación inicia este jueves 6 de septiembre de 18:00 a 22:00 en el Aula N° 3 del IFDC – VM, estará coordinada por el Magter. Luis Emilio Abraham, el Esp. Javier Castillo y la Lic. María Eugenia Henríquez.
A través de la Resolución Nº 162 PESyCD-2012, se otorgará un puntaje de 0.90 centésimos. Los participantes deberán asistir a 9 encuentros con un total de 72 horas cátedras (54 Presenciales, 18 No presenciales). El curso es Gratuito y hay un cupo disponible para 20 docentes.
Objetivos generales:
• Comprender los supuestos fundamentales del paradigma del pensamiento complejo y la ciencia de la totalidad.
• Funcionalizar las herramientas que aporta el paradigma para pensar diversas producciones artísticas (artes visuales, música, literatura).
• Promover las vinculaciones, articulaciones e integraciones entre diferentes disciplinas artísticas.
• Pensar las implicaciones del pensamiento complejo en la educación y sus prácticas concretas.
Fundamentación
Hace ya varias décadas que el concepto de “complejidad” circula con fuerza en áreas muy diversas y tradicionalmente muy alejadas del conocimiento.
El origen de la genealogía contemporánea del término se encuentra en las llamadas “ciencias duras”: en descubrimientos recientes de la química, las matemáticas y la física, como la teoría del caos, la termodinámica de Ilya Prigogine, la geometría fractal de Benoît Mandelbrot, la teoría de la catástrofe y otros desarrollos teóricos que se incluyen en la llamada “ciencia de la totalidad”. De allí pasó a la filosofía (o al pensamiento sobre el pensamiento), donde encontró celebridad en los escritos de Edgar Morin.
No es nada extraño que haya ocurrido este pasaje: la “ciencia de la totalidad” otorgaba validez científica a ciertas intuiciones que existían desde tiempos remotos en el pensamiento occidental (y sobre todo en el oriental), pero que habían sufrido por lo general la acusación de “esoterismo”. El espíritu de conexión entre ciencia y filosofía, y entre disciplinas científicas tradicionalmente muy distantes, anidaba desde el principio en el corazón de la “ciencia de la totalidad”.
A partir de los escritos científico-filosóficos de los propios científicos o a partir de los célebres ensayos de Morin, el paradigma del pensamiento complejo se ha proyectado hacia los campos más variados del saber, entre ellos la reflexión sobre la educación (Lipman, Morin).
Unas pocas palabras sobre el paradigma de la complejidad y sobre sus implicaciones fundamentales para las prácticas educativas.
Desde su fundación por parte de Galileo, Descartes y Newton, la ciencia moderna se desarrolló bajo el resguardo de la simplicidad, la búsqueda de lo estable y la expulsión del azar. La simplificación y la manipulación de situaciones idealizadas de laboratorio condujeron al triunfo de una concepción del conocimiento que igualaba el saber a la certidumbre y la probabilidad a la ignorancia.
Sin embargo, esas magníficas construcciones del intelecto surgieron a condición de dar la espalda a las irregularidades y a la complejidad del mundo, e hicieron pagar el precio de un divorcio en el seno del conocimiento humano. La evidencia fundamental de esta ruptura se observa en dos particiones que se operaron en el dominio del saber: entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias humanas, por un lado, y entre la física y las ciencias de la vida, por otro (Mandelbrot, Morin, Prigogine). Pero con la ciencia de la totalidad las cosas parecen estar cambiando.
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