INFORME ESPECIAL
“Más allá del espejo: historias de vida y cambio tras la cirugía bariátrica”
A través de sus relatos, los pacientes del servicio Obesidad, Metabolismo y Cirugía Bariátrica del Hospital ‘Carrillo’ destacan cómo este enfoque integral les permitió transformar hábitos, renovar perspectivas y redescubrirse. Este informe reúne testimonios de aquellos que han encontrado, en la empatía y el profesionalismo del equipo del hospital, la motivación para bajar de peso y convertirse en una nueva versión de sí mismos, con más salud, confianza y felicidad.

Entender que la obesidad es una enfermedad es lo más difícil para aquel que la padece, porque no es solo un problema estético, es una enfermedad compleja y crónica que aumenta el riesgo de otras enfermedades.
En la búsqueda por recuperar la salud y mejorar su calidad de vida, muchas personas encontraron en el servicio de Obesidad, Metabolismo y Cirugía Bariátrica del Hospital ‘Carrillo’, un programa que les ayudó a superar un desafío físico y emocional con las herramientas necesarias para creer en sí mismos, logrando una transformación integral más allá de la balanza y el espejo.
“En el programa se hizo mucho más fácil con los talleres, con las nutricionistas, con el hospital, la atención bárbara, a disposición nuestra siempre por cualquier duda, desde lo médico, lo psicológico que fue fundamental”, contó Gustavo Quiroga de 55 años, resumiendo un poco su experiencia.
La historia tuvo un final feliz, pero el camino transitado no fue un ‘lecho de rosas’ ni mucho menos. “Al principio no estaba muy enganchado, pero cuando empecé a ver los resultados, me comprometí más y en ese convencimiento el equipo de trabajo del hospital influyó un 100 por ciento”, destacó quien pesaba 132 kilos y hoy se mantiene entre los 76 y 78 kg.
“Empezar a curar de arriba hacia abajo”
El abordaje multidisciplinario permitió que Gustavo pudiera controlar los episodios de hipertensión que habían comenzado a aparecer, producto de esas angustias que en todo proceso de cambio se tornan comunes. “Empezamos por la parte psicológica, me dijeron: ‘Empecemos a curar de arriba hacia abajo’, y comenzaron a verse los resultados, mes a mes, todo sin tantas prohibiciones, no restringiendo, sino con una educación sobre la alimentación”, recordó.

Al momento de la cirugía pesaba 99,900 kg. “Después de la operación bajé entre 10 y 15 kilos más, rondaba los 85 kilos y al mirarme al espejo empezaron a aparecer huesos que no sabía que tenía”, dijo Gustavo Quiroga quien aseguró que se cobra verdadera dimensión del logro en la ropa. “Fue un momento de disfrutar lo conseguido, miro el antes y el después. Había un pantalón que estuvo guardado mucho tiempo y lo di porque no lo puedo ni usar por la cantidad de peso que perdí: 55 kilos”.
El hombre que se acercó a regañadientes al ‘Carrillo’, hoy insta a “entregarse porque el grupo de contención es muy bueno. Se puede bajar de peso y sentirse bien sobre todo clínicamente. Yo dejé la medicación que tomaba para la presión, a una semana de dejarla, se me normalizó por el descenso de peso; así que, el que tenga alguna duda, que confíe en este programa, que se puede bajar, se puede mantener y obtener un logro con mejor salud”, cerró Gustavo Quiroga.

“Nunca me cobraron un solo peso, todo fue gratis”
La situación económica muchas veces puede ser el impedimento para conseguir atención médica, pero en San Luis esto no sucede porque el ‘Carrillo’ es un hospital público que brinda atención de calidad en forma gratuita.
“Trabajo en el Plan de Inclusión y nunca me cobraron un peso, todo fue gratis”, contó Graciela Vereda que ingresó al programa con 128, 4 kg. y hoy pesa 58 kilos. “En cuanto a la comida, uno va a comprar las cosas y es saber elegir. No es que no se pueda hacer una dieta porque es caro. Tampoco se trata de solo comer una galletita de arroz. Nos educan, nos enseñan a comer y comemos sano”, afirmó.
Para llegar a la cirugía bariátrica, Graciela pasó por un proceso que duró nueve meses donde había bajado 28 kilos. “La verdad que fue un día a día, un cambio total”, reconoció y disfruta de este presente. “Cosas que yo antes no podía hacer, ni con mi hija ni con mi nieta, ahora las hago gracias a bajar de peso, a este cambio”, manifestó.

“Fue empezar de nuevo, como un bebé, aprender a comer”
La obesidad no es solo una cuestión de alimentación; implica cambios en hábitos, la gestión del tiempo, la adaptación a nuevos procesos y la integración del aprendizaje para sostener esos cambios en el largo plazo.
“Tenía muchos desarreglos, comida de rotisería, por el trabajo también, los tiempos. Entonces como que aprendí a elegir lo que debía comer y lo que no”, resumió Tamara Aguilar. “Para mí fue aprender a comer, empezar de nuevo como un bebé”, acotó.
Ver también: Transformando vidas con un programa de la salud pública que le da un enfoque integral a la obesidad.

Sobre esa nueva forma de entender la alimentación como una ingesta de nutrientes, Tamara dio un ejemplo esclarecedor: “Es saber organizarse. Como te organizas para salir al cine, a bailar, que decías, ‘¿qué me voy a poner?’ Bueno, la rutina de la comida es lo mismo. Vos decís, bueno, ‘¿qué voy a comer hoy?’ ‘¿Qué voy a comer mañana?’ Es todo organización. En mi caso me ayudó mucho”.
Tamara Aguilar ingresó al plan con 124,7 kg. y en la actualidad pesa 72 kg. y recalcó: “El programa es gratuito y está al alcance de todos. O sea, es cuestión de decidirse y decir, ‘bueno, voy a cambiar’”.

Una transformación profunda y una nueva percepción de sí mismos
Tras la cirugía bariátrica, finaliza el proceso de transformación profunda, no solo del cuerpo, sino de la percepción de sí mismos y de sus posibilidades. “Mi vida a cambiado de una manera excepcional. Hay cosas tan básicas que uno no podía hacer por la obesidad, que es increíble: poder trotar ahora, jugar con tu hijo en el piso, cosas que antes vos decías ‘es tan simple’, pero la obesidad no te dejaba”, indicó Leonor Rozzi que bajó 27 kilos antes de llegar a la cirugía. “Ingresé al programa con 116,4 Kg., después de la operación bajé 31 kilos más, ahora peso 68 Kg. A los 20 y pico de años tenía el peso que tengo ahora, era en un momento de mi vida donde me sentía muy bien y bueno, he regresado a esa etapa”, declaró Leonor a sus 50 años.
Pedir ayuda no siempre es fácil, especialmente cuando no se sabe por dónde empezar. Muchas personas enfrentan el desafío del sobrepeso o la obesidad sin conocer que existen recursos accesibles y eficaces cerca de ellos. En San Luis, el hospital público ofrece un programa gratuito que incluye la cirugía bariátrica, de ser necesario, para el descenso de peso, una oportunidad a la que Leonor Rozzi llegó de una manera peculiar.

“Lamentablemente hay cosas que uno no puede expresar, que no sabe cómo o a quién pedir ayuda, pero gracias a Dios salió de este programa y pude llegar a él de una manera casi impensada, porque me mandaron un mensajito, un pariente me dijo que había salido de este programa e inmediatamente me anoté para no quedar afuera de él. Lo venía deseando hace mucho: llegar a esta cirugía y no tenía los medios de cómo hacerlo”.
Como otras personas que ingresaron al Tratamiento de Obesidad, Metabolismo y Cirugía Bariátrica del Hospital ‘Carrillo’, Leonor no desembolsó dinero alguno. “Les digo a las personas que por ahí no toman la decisión, que se acerquen, que vengan, pregunten, que se puede hacer, así tengas obra social o no, puedes llegar acá y sacar los turnos, es accesible. Y para el que no tiene obra social, aún más accesible”, finalizó Leonor Rozzi.

“La nutrición debería estar como materia en las escuelas”
“Llegué a engordar o a pesar 163 kilos capaz por ignorancia en la alimentación. No saber qué es un carbohidrato, no saber qué es lo que tiene grasa, no saber qué es lo que tiene proteína. Y bueno, acá lo tomé como una escuela, como una carrera universitaria, por así decirlo. Llegué, ellos son los profesores, me enseñaron. Yo agarré esas herramientas, las aprendí para mi favor y las utilicé”, fue lo primero que dijo Mario Gabriel Tello que a sus 33 años pesa 84,2 kg.
Mario valoró al equipo multidisciplinario organizado en distintos grupos de trabajo. “Los talleres son fundamentales. Por ejemplo, en los talleres psicológicos te hacen cambiar la mentalidad, llegar al cambio de hábito para estar en condiciones para la operación. Tenía dudas que después se me fueron despejando cuando hablaba con los profesionales. Pudimos hacer actividad física, talleres de nutrición, nos enseñaban a comer. Creo, siempre lo digo y lo comento esto, que la nutrición debería estar como una materia en las escuelas”.

“Me saqué una persona de encima”
La obesidad no solo transforma el cuerpo, también la mente. Para luchar contra ella se debe hacer mucho más que un cambio físico: tiene que suceder una profunda revolución interna, una metamorfosis que empieza en la decisión de no rendirse.
“No es fácil, no es magia. En el paso del tiempo, ellos fueron viendo mis cambios porque ellos lo que buscan es eso, mérito, logro, orgullo (mencionando de manera tácita al equipo del programa), Eso es lo que fue levantándome la autoestima y me ayudó a descender de peso”.
“He perdido un total de 88 kilos. Una persona me ha sacado de encima. Me ha cambiado la vida física, mental, psicológica, sexual, educativa, laboral. En todos los ámbitos me ha cambiado la vida. Siempre voy a apoyar a la cirugía bariátrica, al cambio, a la actitud saludable, a todo lo que se pueda lograr descendiendo de peso de manera saludable”, concluyó.
