FESTIVIDADES RELIGIOSAS

El recorrido de la fe: devoción, amor y agradecimiento al Cristo de la Quebrada


El Vía Crucis de la localidad serrana, como todos los años, se volvió el epicentro de la manifestación del fervor religioso de un pueblo fiel a su Santo. En cada una de las catorce estaciones que muestran la pasión de Jesucristo, nuevas historias suelen transitar por la “vía dolorosa puntana”.

Primera estación: Jesús condenado a muerte. María José, oriunda de Rivadavia, Mendoza, continúa un legado que inició su abuela hace muchos años: “Ella quería que nosotros conociéramos el Cristo, así que alquiló un micro y subió a todos sus hijos y nietos”. Desde ese momento, armaron una herencia cultural que ella prosigue, en esta oportunidad, acompañada por su madre Juana, abuela de 20 nietos y bisabuela de 5 bisnietos.

Cuarta estación: Encuentro de Jesús con su madre. Pedro Candia, vecino de San Luis Capital, recordó a su madre y que ella fue quien le presentó el Santo de la Quebrada. “A los ocho años fue mi primera vez de venir caminando desde la ciudad hasta acá y desde entonces vengo siempre”, comentó el puntano, quien además se tomó unos momentos, reflexionó y dijo: “Después de lo que hemos vivido en el mundo con la pandemia, va a venir mucha gente para agradecer por la salud y para pedir por los familiares que se nos fueron también”.

Undécima estación: Jesús es crucificado. Allí, Alejo Vázquez reflexiona frente a la figura tallada en mármol de carrara blanco. Aunque haya muchos creyentes, él está solo, en silencio, charlando con su Cristo. “Mis padres siempre venían y nos inculcaron a venir todos los años y así nosotros seguimos con la devoción. He tenido problemas de salud y gracias al Cristo, he salido adelante”, testificó el oriundo de Los Manantiales. Y añadió: “Vengo a agradecer y a pedir por mi familia, que no le falte la salud y el trabajo, y por la paz del mundo, que es lo que más se necesita ahora”.

Decimotercera Estación: El cuerpo de Jesús es bajado de la cruz. Acompañada por su esposo, María del Carmen Díaz vino desde Del Campillo, un pequeño poblado al sur de la provincia de Córdoba. Su encuentro con el Cristo fue impensado. “No lo conocíamos. Hace muchos años un amigo vino a una excursión y le gustó tanto que al año siguiente nos invitó. Desde ese momento nos atrapó el Cristo”, sostuvo. Acompañada por su esposo, la señora contó que siempre viene con pedidos, especialmente por el progreso de sus vecinos y su pueblo.

Así, cada persona que transita por el Vía Crucis, haciendo el recorrido de la fe, carga una mochila con una historia, una esperiencia de devoción, amor y agradecimiento al Cristo de la Quebrada que se renueva año a año.

Nota, fotos y video: ANSL.


Agencia de Noticias San Luis

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