"HILOS DE HISTORIA"

La urdimbre social de Tecla Funes en Nogolí


El sobrino nieto de la tejedora, Juan Gallinares, compartió emotivas anécdotas .Una colcha artesanal con más de cien años, transmitida de generación en generación, el conocimiento ancestral, solidario y una foto imborrable de su tía abuela cuando hilaba de pie a los 96 años.

Nació en 1871 cuando todavía no circulaba el peso como moneda.

La charla “Hilos de historia” realizada en el Centro Cultural y de Producción de Tejido Artesanal “Tecla Funes”, tuvo recuerdos entrelazados desde la admiración y el afecto.

En primer lugar, Gallinares compartió una foto de su tía abuela cuando tejía de pie a los 96 años y aseguró que ella se aferró a los hilos hasta el fin de sus días.

“Nació en 1871 cuando todavía no circulaba el peso como moneda. Fue una autodidacta porque en ese momento no existía la educación pública. Su casa estaba pegada a un cerro, a cinco kilómetros del pueblo, en contacto con algunos pueblos originarios que permanecían en la zona y de los cuales se nutría. Ella también aprendió de las técnicas misioneras para tejer. Continuar con sus tejidos es muy difícil en estos momentos y sin embargo con este Centro se está haciendo. Su casa quedaba al lado del dique, donde cobijaba a personas sin techo, brindaba educación y atendía sus colmenas. Ahora estamos en un proyecto para restaurar su casa”, indicó.

“En vez de tejedoras me gustaría rescatar la palabra tejenderas que se usaba coloquialmente, porque ellas, además de tejer, hilaban la lana y la dejaban tendida al sol”, sostuvo el sobrino nieto que es licenciado en Filosofía.

Historias mínimas y solidarias

Juan Gallinares integra la “Fundación Museo Histórico y Etnográfico ‘Juan W. Gez’”, donde investiga sobre el pasado de Nogolí y en especial, sobre las “historias mínimas que son el sustento de toda comunidad”. Además, acerca de Petrona Videla, su abuela, Juan tiene un doloroso recuerdo que difundió a través de la red social Facebook en enero de este año.

“Una chica de 17 años, en un amor de esos de primavera tuvo la desdichada suerte de tener una hija con uno de esos “grandes hombres”, Ciríaco Funez, nieto del “fundador “ de Nogolí, Daniel Funez (en realidad no se trató de una fundación, sino de una donación a cambio de beneficios que la provincia le otorgaría luego). Ante este nacimiento la solución fue llevar a Buenos Aires a esta desdichada chica para ‘curarla’, pues estaba enferma de: ‘se le dio vuelta la sangre por la menstruación’, es todavía un uso común este prejuicio que se le aplica a las vacas, en donde se les practica una incisión para drenar la sangre, en ciertas culturas árabes hay un tratamiento similar. Pero esa ‘cura’ tan solo se trató de un trabajo de servidumbre, a la que la pobre chica aislada de sus padres y hasta de su propia hija fue sometida. Y es que fue Buenos Aires, otra cultura y su férrea voluntad de lucha por su vida, por su hija y por su familia que la hizo romper ese círculo abusivo. Se fue a trabajar por su propio sueldo, pero no olvidaba a su familia, a su hija, todos los meses una encomienda era enviada para su familia, solo los pesos para sobrevivir quedaban con ella que eran los pesos de alguien que de rodillas limpiaba escaleras”, indica en su artículo.

“Pero los ‘grandes hombres’ no se conmovían por ello. Fue una mujer, la hermana del padre de su hija, Doña Tecla Funes, quien la recibía cuando regresaba a ver a su hija, en esos trenes de asientos de madera, por ese camino de San Luis a Nogolí que solo era una huella transitada por caballos. Así Doña Tecla, con su inmenso corazón fue la madrina, así le rindió homenaje a esta chica Petrona Videla, con una gran colcha tejida en su telar, en donde escribió las iniciales de Petrona Videla y de su esposo de Buenos Aires. Una colcha que es un documento histórico más valioso que cualquier papel de compraventa que posean esos ‘grandes hombres’”, recordó Gallinares que además destacó el legado Genara Gez, quien le brindaba hospedaje y educación a las mujeres sin techo.

“Petrona, Genera y Doña Tecla sabían de las miserias, del trabajo infantil. Mi abuela me contaba cómo los chicos desgranaban el maíz seco para los animales, inténtelo hoy ustedes y entonces van a comprender un poco porqué estas tres mujeres fueron algunas de las que fundaron Nogolí”, sostuvo.

“Estos recuerdos y tejidos se pasaban de generación en generación como el conocimiento por eso es importante no perder esa urdimbre social”, resaltó Gallinares.

Nota: Secretaría de Cultura.

Foto: Gentileza.


Agencia de Noticias San Luis

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