EDUCACIÓN RURAL
Los Lobos y su centenaria escuela
Con origen incierto, al noreste provincial, el pueblo atesora el arte de los comechingones y trabaja por rescatar su producción artesanal. Además, la institución educativa reúne a niños y jóvenes de parajes como Cañada Negra, Cañada Verde, El Sauce y Quebracho. Este sábado presenta su proyecto comunitario bautizado “Los misterios y beneficios de la cabra”, durante la III Expo Provincial de Proyectos Socio Comunitarios Solidarios.
Los Lobos es un paraje aledaño a la localidad de Santa Rosa del Conlara, al noreste de la provincia. Cuenta en sus serranías con un yacimiento de arte rupestre que se complementa como atractivo turístico cultural a Bajo de Véliz y es un importante sitio paleobotánico.
Se accede a Los Lobos transitando 18 kilómetros por la Ruta Provincial Nº 23 hasta dar con el destacamento policial. Desde allí se continúa por un camino vecinal que lleva a la propiedad de la familia Pérez, según consigna el Atlas Turístico de San Luis.
El yacimiento está ubicado en un paraje llamado Cueva del Indio. Cruzando el arroyo Indio Muerto a 200 metros. También llamada Quebrada de los Pérez, donde se han encontrado restos arqueológicos como utensilios, puntas de flechas, boleadoras, esqueletos humanos en posición fetal, y otras piezas que en su momento propició la realización de un estudio científico por parte del Gobierno provincial. En el lugar hay, además, una pequeña cueva con numerosas pictografías, donde caben dos personas agazapadas.
El material arqueológico se encuentra preservado en el Museo de la Vieja Usina en Santa Rosa del Conlara.
“La historia que atesora esta localidad, es sin dudas, los rastros que dejaron los aborígenes, en especial los comechingones. Se han encontrado, según la información, un esqueleto en el arroyo Indio Muerto, utensilios, morteritos, etc. Lamentablemente por desconocimiento del gran valor, los lugareños permitieron que los visitantes se llevaran todo esto, pudiendo la escuela en la actualidad rescatar solo algunos mangos de mortero.
En revalorización de este patrimonio cultural, la escuela realizó un proyecto conjuntamente con los trabajadores del Plan de Inclusión, en el año 2005 o 2006, donde se decide realizar una plazoleta cuyo nombre fue elegido en ese momento por los alumnos de la escuela: Llastay. Era el dios de los comechingones, con forma semihumana que, según la leyenda, los aborígenes danzaban alrededor de un algarrobo para adorarlo”, explicó la directora suplente Graciela Sosa de la Escuela Nº 223, “Granadero Juan Manuel Pringles”.
Ubicado en el departamento Junín, Los Lobos, conforme indica el último censo, tiene 180 habitantes. El origen del nombre del pueblo aún es desconocido. El historiador Jesús Liberato Tobares apunta en su obra “Noticias para la historia”: “Las vagas referencias de la gente indicaban que en la fauna lugareña, además de pumas, chanchos jabalíes, gatos monteses, etc., existieron lobos, y de allí vendría el origen del topónimo. Nosotros creemos firmemente que esta apreciación no es exacta y nos inclinamos a pensar que el origen del nombre Los Lobos arranca de pobladores de ese apellido que habitaron en épocas remotas esa zona. Pero de esto tampoco tenemos noticias fidedignas por lo que habrá que seguir investigando este punto. El 30 de mayo de 1852 desde San Pablo, don José Victoriano Coria eleva un memorial al Gobierno de la provincia informando sobre las riquezas naturales del 4º Departamento y dice que en el paraje Los Lobos existen minas de plata; que el lugar es rico en maderas de quebracho, algarrobo, sauce y álamo, y que abunda la caña. O sea que existe buena materia prima para la construcción de viviendas. Agrega Coria que se produce una gran cantidad de grana (sustancia que se extrae de cierto tipo de cactus) y que hay abundante variedad de raíces para el tejido de lanas y telas. La producción de miel de abejas es importante y la fauna ofrece ejemplares de patos, loros, palomas y avestruces. Estas noticias nos permiten afirmar que en 1852 el lugar ya se conocía con el nombre de Los Lobos”.
Sobre la génesis local, la directora aportó también que otro relato indica que los campos pertenecían a una familia de origen indígena cuyo nombre era Lobos. “Por tal motivo los alumnos han recuperado una versión oral sobre esta leyenda donde un cacique se casa con una mujer blanca, ahí surge la familia”, señaló.
En cuanto al panorama económico del paraje a mediados del siglo XIX, Sosa agregó: “Solo tengo conocimiento que hasta hace poco tiempo estuvieron trabajando las canteras donde se extraían entre otros minerales albita, feldespato y cuarzo. En relación a la madera, seguramente haya sido así, ya que al estar a 20 km de Santa Rosa del Conlara, era un centro de exportación muy importante por contar con la estación de tren”.
Según el libro histórico, la escuela fue fundada el 30 de agosto de 1910. “Por Ley Nacional Nº 4874 se creó la Escuela Nacional Nº 86 en los Lobos (…) y en 1921 era maestra allí María Magdalena Adaro. Esta docente recogió información acerca de las danzas (el triunfo, el correntino, la chacarera, entre otros) que en ese tiempo se bailaban en la zona (…) En julio de 1947 sabemos que era director de esa escuela don Ernesto Morales y él nos proporciona la noticia que en esa época el vecindario de Los Lobos estaba compuesto por 65 casas”, detalla Tobares en su obra.
“Actualmente cuenta con una matrícula de 35 alumnos, 14 pertenecen al ciclo básico rural. Y hay 20 estudiantes del Plan de Inclusión Educativa”, dijo Graciela quien trabaja como docente en el paraje desde 1998 y cubre la dirección a partir de 2013. Seis profesores itinerantes asisten a la escuela que integra la Red Cultural de Escuelas Rurales (ICER) hace 15 años. “Es muy importante trabajar en una agrupación así, las escuelas rurales vencen la soledad, en especial las de personal único, los alumnos se integran como así también las comunidades, realizando proyectos compartidos”, señaló.
Este año, la institución estrenó su playón deportivo y participó de la 13ª Maratón Nacional de Lectura. “Nos fue muy bien, participamos en red, en el balneario municipal de Santa Rosa del Conlara, donde se eligió como género literario al teatro. Las lecturas se hicieron con disfraces y caretas donde también los alumnos dramatizaron la obra leída. Los alumnos estuvieron muy entusiasmados con estas actividades al aire libre”, describió la directora suplente.
Asimismo, el establecimiento educativo diseñó un proyecto comunitario. “Se trabajó para la Feria de Ciencias, pero por razones ajenas a las escuelas no se pudo participar en la exposición del trabajo en ese momento. Por suerte se expondrá en red este sábado 14 de noviembre en la IIIª Exposición sobre Actividades Caprinas en la localidad de Los Lobos”, refirió.
Para visitar una estancia caprina y aprender sobre producción industrial, en junio viajaron hasta Punta del Agua, junto al resto de las instituciones que integran el ICER: la Nº 158 “José Manuel Estrada”, de Ojo de Río; Nº 169 “Granadero Cándido Miranda”, de Las Chilcas; Nº 157 “Juan Enrique Lozano”, de El Duraznito; Nº 395 “Granadero Victoriano Concha”, de Cerrito Blanco; Nº 409 “Granadero Marcelino Rodríguez”, de Bajo de Véliz; Nº 412 “Ana Luisa Zárate de Agúndez”, de Santa Ana; Nº 222 “Granadero Dionisio Morán”, de Los Chañares; y Nº 393 “José María Moreno”, de La Lomita; todas del departamento Junín; así como la Escuela Nº 254 “Granadero Domingo Lucero”, del paraje Cabeza de Novillo, departamento San Martín.
“Esto surgió porque teníamos que buscar algo que realmente nos representara a nivel regional, a todas nuestras instituciones escolares. Fue así que llamamos al estudio “Los misterios y beneficios de la cabra”. Cada escuela tenía un subproyecto donde investigaban: el circuito productivo, el corral, el saneamiento del animal, los productos derivados. Alumnos y docentes, con la capacitación de la farmacéutica Camila Aldaves, pudimos aprender a elaborar jabones, cremas con la leche, y además los múltiples beneficios de esta leche, tan cara en el mercado. Y por otro lado hacer salamines, chorizos de cabra, a cargo de Goyo Áreas, un miembro del grupo de Campesinos del Valle”, contó Sosa.
Aparte de esa actividad, la escuela de Los Lobos participa en proyectos sobre prevención de adicciones, TIC, valores y resolución de conflictos, alimentación saludable, y tiene una huerta con riego por goteo. Este mes se capacitan también en un curso sobre panificación artesanal dictado por el INTA. “La panadería es con la mira de perfeccionarla el año que viene, para un servicio a la comunidad y solucionar el problema del pan diario para la merienda”, dice la directiva. “Nos damos cuenta que cada vez se elaboran menos los productos artesanales, que se van perdiendo estas prácticas campestres. Por tal motivo se trata desde la escuela generar conciencia para retomar estas costumbres ya que es lo más beneficioso para la salud”, subrayó.
_ ¿Qué experiencias inolvidables le ha dejado la educación rural?
_ Me apasiona todo lo que demanda la escuela rural, me gusta mucho el trabajo sociocomunitario que se debe realizar, por eso elegí la escuela en este contexto, es como una manera de llevar a cabo mi vocación, ya que por razones económicas no pude estudiar la carrera que había elegido, Licenciatura en Trabajo Social, pero de una manera u otra se me presentan situaciones que me veo realizada en este aspecto y me hacen muy feliz. Ver algunos de mi exalumnos ya encaminados en la vida, otros que pudieron seguir estudiando, siendo excelentes personas, qué más puedo pedir.
Estudiar en el paraje
Soledad Becerra (14) cursa primer año junto a ocho compañeros. Indicó que le gusta Matemática pero cuando egrese estudiará Abogacía en Concarán. También comparte telefónicamente que le encanta visitar las pinturas rupestres de su pueblo.
Marisela Sánchez es docente rural desde el 99. En Los Lobos se desempeña como maestra tutora del secundario básico hace más de 10 años.
“Acá la experiencia con los chicos es más individualizada en cuanto a la enseñanza. Hay más contacto con los padres. Los chicos son sinceros, respetuosos y tienen mucha confianza en uno”, contó la profesora a cargo de 13 estudiantes.
Para los niños y jóvenes que aprenden en el interior puntano, llegar a clase es un desafío, y una odisea cuando el clima es malo.
“Salimos de Santa Rosa a las 7:45, viajamos en trafic o vehículo. Esperamos a dos hermanitos. Mariela y Agustín, que llegan de Cañada Negra, ubicada a 10 kilómetros. Después vamos recolectando niños por Santa Rosa, Cañada Verde, y años anteriores venían de Barro Blanco. Del otro lado, desde Concarán, vienen de El Sauce y Quebracho, porque ahí no tienen secundario. Ellos ingresan a la escuela a las 8:30. Ayer, por ejemplo, nos llegó la lluvia de golpe y tardamos más”, relató este viernes la docente.
Las clases concluyen a las 12:45, sin embargo para los hermanos de Cañada Negra, el regreso apenas inicia. “Ellos llegan a su casa cerca de las 14:30”, narra Sánchez. “La mamá nos comentaba que quería cambiarlos porque se les hace muy dificultoso pero en otra escuela es más difícil la adaptación. Muchos vienen a Los Lobos porque las clases son más individualizadas”, observó.
La directora contó que un alumno del primario recorre todos los días ocho kilómetros en moto. “Con el riesgo del mal tiempo o que pinche”, asegura.
A pesar de las vicisitudes, en las palabras de cada integrante se percibe que la escuela rural es un hogar donde no solo se imparte conocimiento sino también cercanía, afecto, comprensión, valores hoy mitigados en las ciudades.
Nota: Matías Gómez.
Fotos: Facebook “Escuela Los Lobos”.
Corrección: Mariano Pennisi.
Contenidista: Jorge Scivetti.