Estudiantes campeón desató una pasión en San Luis
Miles de simpatizantes del Verde coparon el aeropuerto el domingo a la noche para recibir a los campeones y ascendidos al Argentino “A”. Los jugadores festejaron con su gente y dieron la vuelta olímpica en su cancha.
Quienes estuvieron en el aeropuerto no recuerdan haber visto algo así. Lo que provocó el plantel campeón de Sportivo de Estudiantes generó una movilización difícil de explicar. Colas eternas de autos parados en doble fila a lo largo de la avenida Fuerza Aérea cargados de hinchas que aguardaban el inicio de la caravana. Adentro, otra locura. Los fanáticos albiverdes coparon el predio el domingo por la noche y recibieron a sus jugadores como verdaderos héroes, dos horas antes del final del día más importante de la historia del club.
El regreso en avión aceleró el festejo que se vivió en el Coliseo hasta pasadas las 23:30. El estadio tuvo las puertas abiertas casi todo el día. Porque allí se reunieron los hinchas a escuchar por radio el partido que Estudiantes empató 1 a 1 en Catamarca y con el que se ganó el ascenso al Argentino “A”. Por eso, la cancha del Verde no podía esperar otro día para que los ídolos dieran la vuelta olímpica y disfrutaran junto a su gente. Las luces se encendieron y adentro se vivió la fiesta esperada.
Todos los simpatizantes sabían que era en el aeropuerto donde debían estar para agradecer con cantos y emoción lo que trajeron los jugadores; nada más ni nada menos que un nuevo ascenso, el segundo consecutivo. Y el aeropuerto se llenó. Y ahí se vivió una locura. Para llegar a San Luis, la dirigencia del club puso a disposición dos aviones de 19 lugares cada uno. En el primero llegó el cuerpo técnico, dirigentes y algunos periodistas. Y en el segundo, que aterrizó unos minutos después, llegaron los campeones quienes ni bien pusieron los pies en suelo puntano desataron la pasión que todavía tenía contenida una cantidad de gente imposible de calcular. Algunos hinchas pasaron los parámetros de la seguridad y pudieron abrazar a sus ídolos, fotografiarlos y hasta contagiarles el ‘Dale campeón’.
Miles de simpatizantes esperaban afuera para verlos. Por eso la seguridad del aeropuerto logró que el pasaje de los jugadores se hiciera rápido y evitó el contacto con la prensa. Con las cabezas pintadas de verde y blanco, se subieron a una autobomba que los esperaba desde temprano en una salida lateral del predio; se ubicaron y abrazaron la copa. Pero los hinchas, todos, querían tocarlos, se arrodillaban y se tapaban con las banderas rotas y sucias, lloraban y no podían dejar de gritar. El frío a nadie le importó.
Parecía eterna la llegada del camión de los bomberos, pero finalmente llegó. Cientos de autos acompañaron la salida en una caravana de bocinas sin fin que tuvo a los alrededores un cordón humano que se extendió a lo largo de la avenida Fuerza Aérea y Martín de Loyola en el primer tramo, y después por Italia hasta Aristóbulo del Valle con destino final en la histórica esquina de Estado de Israel. Ese campo de juego que nunca lo vio perder de local, anoche fue de los hinchas y de los jugadores que le regalaron a la institución un nuevo logro deportivo y una nueva vuelta olímpica.
En Catamarca, los jugadores de Estudiantes no pudieron ganar, pero sí empatar un partido que no fue fácil y que se vivió intensamente. En San Luis fueron 90 minutos de nerviosismo que se terminaron cuando el árbitro en el estadio del Bicentenario le puso el fin al último partido de un torneo que Estudiantes jugó durante nueve meses. Muchos lo dijeron: sí, vivirlo fue como un parto.