Un paseo entre el cielo y la tierra
Cada etapa del Tour de San Luis tiene un encanto especial para los simpatizantes, los ciclistas y los periodistas, pero los paisajes que rodearon a la tercera jornada se distinguieron de las demás por una simple característica: enamoró perdidamente a todos por igual.
Los integrantes de la caravana multicolor salieron pocos minutos después de las 13:00 desde la ciudad de La Punta, bordearon el verde encanto de Las Chacras, se contornearon con la geografía del Cruz de Piedra y avanzaron hacia el circuito serrano.
La belleza de la ruta hacia El Trapiche, con el cordón montañoso que asombra a quienes recorren Estancia Grande, llevó a los ciclistas a refrescar su mirada con la bella fuente de ingreso a El Durazno, previo a ingresar a la capital provincial de los ríos.
El perilago de La Florida es uno de los encantos que los turistas que visitan San Luis no pueden dejar de contemplar, y los integrantes de la caravana multicolor, al igual que en los últimos siete años, la recorrieron; se podría conjurar con el objetivo de que la vista distraiga a la mente de los primeros síntomas que imponía el esfuerzo.
El Dique Esteban Agüero es el espejo mágico que hay que cruzar para poder ascender al cielo y la ruta que une a Río Grande con Nogolí es probablemente la escalera al cielo más bella de la provincia de San Luis.
La cosmopolita caravana ascendía como una torre de babel integrada por hombres de las más variadas lenguas. Con sus bicicletas parecían perforar la piedra de una montaña que hace tiempo le dejó el lugar a una ruta maravillosa.
Cuando las piernas estuvieron exhaustas, cuando las rocas parecían ser el techo de un ascenso interminable, el dique Nogolí se presentó como el destino de un oasis que comenzaba a visualizarse en una pendiente veloz y rigurosa.
Nogolí les brindó el encanto que suele brindarle a cada turista que lo visita. Los pedalistas que sintieron llegar al cielo luego de elevarse en tan empinada ruta probablemente hayan confirmado su presunción cuando pasaron frente a la imponente cruz que marca el ingreso a la Villa de la Quebrada.
Volvieron a encontrarse con La Punta, la que quiere ser sede de los panamericanos, la que los saludó fervorosamente con su gente volcada al costado de los caminos, la que los volvió a maravillar cuando bordearon al cabildo.
La etapa terminaba con la trepada al mirador, un camino bellísimo, una ruta que parece compuesta de mil y una curvas, el camino que muestra al Juan Gilberto Funes y a la Salina del Bebedero, el camino donde el brasileño Alex Diniz fue el más rápido, el que sorprendió a todos, el que maravilló a todos del mismo modo que lo hicieron los paisajes que recorrieron los ciclistas en la tercera etapa.