San Luis encanta

El San Luis de las pircas, del Chorrillero, que en su furia, trae los misterios ancestrales de tropeles y conquistas. El San Luis de la gente sencilla, que matea en la puerta de su casa, mientras los niños juegan envueltos en una polvareda de sueños puros, con una honda lanzan risas limpias al cielo. Los patios se vuelven atracos de sol, cuando la tarde destila sus últimos rayos en las baldosas. El aroma a piquillín y poleo, las hojas de parra adornan la tierra y una mujer puntana muele las penas de otros tiempos en su mortero invencible. El San Luis que se lleva con un golpecito en la voz, esa tonadita que retoza en los ríos perfumados con el canto de la alondra. El San Luis que sostiene en las mañanas un rocío imprevisto, con sus sierras que amansan los espíritus más enérgicos, con sus faldeos que llenan de colores el alma y uno ya nunca vuelve a ser el mismo. El San Luis que atraviesa, el San Luis que sueña, pago de amigos y guitarras.

Texto: Cecilia Sosa – Corrección: Mariano Pennisi – Fotos: ANSL.