Literatura puntana
domingo, 09 marzo de 2014 | 11:53

El señor de los anillos de humo

En 2011, Roberto Sabbatini fue el único participante local que recibió un mención en el” Concurso Nacional de Cuento y Ensayo”, organizado por el gobierno de la Provincia. Su obra “Anillos de humo”, entre 200 participantes, fue evaluada por las prestigiosas narradoras argentinas Angélica Gorodischer, Ana María Shua y Alicia Steimberg. Hoy, tras lograr la publicación, y con 70 cuentos inéditos, el autor confiesa que no sabe cuánto ha cambiado su escritura desde entonces.

Roberto sostiene la obra con la que soñó la mitad de su vida

Roberto sostiene la obra con la que soñó la mitad de su vida

Jubilado, a los 66 años, a Roberto Sabbatini parece que el reconocimiento no lo mutó. Conserva una modesta biblioteca donde se mezclan la Sagrada Escritura, con un tratado de física, enciclopedias de plantas curativas, antologías de talleres literarios, y cientos de cds de rock, además, hace las compras en bicicleta, talla artesanías, afila herramientas, cuida a su padre de 92 años, y prefiere seguir escribiendo cuentos porque, según él, sus más de 100 poemas ocultos, le resultan convencionales.

A pesar de que el cuentista porteño, adoptado por San Luis, ya es conocido dentro de los círculos literarios, y que ha sido dos veces jurado para San Luis Libro, en el mundo digital hace poco rompió el cascarón. En su blog “Desde el olvido a otra parte”, debajo del relato breve “Hace sólo un instante”, divulgado por El Diario de La República, una lectora comenta: “Como siempre nos espantás con esos finales tan abruptos y tan inesperados. Es un placer leerte”.

Los cuentos de Roberto atrapan. En “Anillos de humo”, publicado por San Luis Libro, sus personajes aparecen a ritmo sencillo por escenarios cotidianos donde de pronto irrumpe un elemento fantástico y cambia todo. “Una mañana complicada” cuenta acerca de un oficinista que mientras viaja en el colectivo “D”, presencia un accidente, pero continúa la rutina. Al llegar al trabajo, sus compañeros advierten que está vivo, pero sin la cabeza. En “Cosas que pasan”,  Sabbatini revela con humor que quien se disfraza de Barney en la plaza era un contrabandista de armas.

_ Usted es un especialista en los finales, ¿le molesta que le anticipen el final de una obra?

_Sé que nunca la cuentan cómo es. Cada uno ve las cosas como quiere. No me molesta, miro el desarrollo. Con mis cuentos no sé, porque nunca he presenciado que alguien los cuente, aparte de la presentación cuando gané el concurso.

Roberto se recibió de técnico industrial en Capital Federal. En el 76’, por problemas respiratorios eligió las serranías puntanas, primero vivió en la ciudad como empleado para Vialidad Provincial y luego en San Francisco del Monte de Oro.  Más tarde, cruzó el límite con Córdoba y se asentó sobre el Valle de Traslasierra, en Las Tapias, a 11 kilómetros de Villa Dolores. Allí tuvo su cuarto hijo. Desempleado, labró una huerta para vender verduras y mermeladas, pero no le fue bien. Hasta que se le ocurrió agregarle a cada producto cosechado una cucharada de madera artesanal. Eso lo catapultó a una Feria de Artesanías en Córdoba. “Eran todos artesanos de lujo, no alambristas. Entonces empecé a hacer firuletes en los cabos de las cucharas y después esculturas”, recuerda. 12 años vivió en Las Tapias. Trabajó de preceptor para el colegio Brizuela, donde además enseñó física y dibujo técnico. Cuando partió, había escrito para los alumnos manuales de maquinarias sin derechos de autor. Volvió a San Luis, Merlo. En la Escuela Industrial, continuó como docente. Ese oficio, actualmente, comparten sus dos hijas, y una, escribe. La expulsión de los artesanos de la plaza merlina, y la tala indiscriminada para evitar que aniden golondrinas, enojó a Roberto, quien era miembro de la resistencia. Así, plasmó un cuento en el que explota un transformador telefónico y llueven palabras de amor, reproducidas en el viento, que ni el intendente puede frenar.

El escritor talla artesanías hace más de 30 años

El escritor talla artesanías hace más de 20 años

A continuación, el escritor pasó a uno de sus rincones más queridos: Carpintería. Desde allí, viajaba cada sábado al taller literario “Silenciosos Incurables” de la profesora Viviana Bonfiglioli, en el centro de San Luis. “Tiene una capacidad muy grande para visualizar y generar textos inesperados y originales”, aporta Bonfiglioli. Desde 2008, Sabbatini camina por la urbe puntana, recolectando fotos o historias.También, graba un micro radial con curiosidades rockeras en el ciclo “Cotracara Rock a Rock”, por Fm Identia 103.3, que fue nominado el año pasado como mejor programa para los premios Tobar García.

El humilde oficio de escribir

-En algunos de sus cuentos se nota la moraleja, pero en otros ¿qué busca insinuar?

_Hay mucha metafísica espiritual. En el fondo siempre quiero transmitir una enseñanza.

_Los portadores de la sabiduría son únicamente animales, extranjeros o extraterrestres, ¿por qué no el hombre de la ciudad?, ¿esto tiene que ver con su pasado rural?

_ (Ríe) En general muchos intelectuales cacarean con sus conocimientos pero no tienen sabiduría. Es sólo un juego de dimensiones.

_ ¿Se traba pensando la palabra justa?

_No, porque uso un lenguaje simple, para que lo entienda todo el mundo. Un léxico muy elaborado es una forma de presumir que se ha leído mucho.

_ ¿Cuánto ha cambiado su escritura desde que publicó “Anillos de humo” hasta hoy?

_No sé, no tengo idea. No me puse a valorar. Es que no estoy buscado lograr un efecto, sino algo que valga la pena, distinto e interesante.

La cuchara con firulete marcó el inicio de su vocación como artesano

“La cuchara con firulete” marcó el inicio de su vocación como artista de la madera

Mientras Roberto con sus dedos largos de artesano voltea las páginas de “Anillos de humo”, dice: “Las máscaras del Ingeniero Fuentes, tiene bastante de mí”. Sobre todo cuando narra que al flaco protagonista le daba vergüenza ir a la playa porque se le notaban las costillas, así que tenía en su casa un aparato de gimnasia para mejorar los músculos y disimular aquellos huesos. “Lo primero es verdad -explica detrás de unos anteojos gruesos-.  “Peso 52 kilos, siempre fui un alfeñique. Cuando era chico entraba al mar con la remera puesta. A lo segundo, lo inventé”, aclara con una sonrisa que cubre la mitad de su rostro.

Hay más episodios en los que su inquieta experiencia alimenta la ficción, pero Sabbatini, divulgado también por una editorial nacional en dos antologías de talleres, aún no ha escrito sobre sus dos pasiones: las artesanías y el rock.

“Los cuentos salen solos, sin que me lo proponga, cuido la redacción y  la claridad, en cambio la estructura me llega”, revela el escritor, quien añade que varias creaciones han llegado hasta sus sueños con una especie de voz en off. “A veces son tan locas las ideas que parece que no fuera yo”, expresa mientras encoje los hombros.

_Dice que no le sale escribir poesía, pero el cuento “el Uno” tiene bastante poesía.

_Es más… prosa poética. En realidad, escribo porque veo poesía en la naturaleza, pero escribir poesía no me sale bien. Tengo más de 100 poemas y me resultan convencionales. Soy muy exigente conmigo.

_ ¿Ha pensado en un título para el próximo libro?

_ Todavía no. Es que me cuesta titular las cosas. Definir es encasillar. Cerrar algo, es una forma de restringir la libertad.

Algunos de los cuadros que pinta el inquieto cuentista

Algunos de los cuadros que pinta el inquieto cuentista

Pintor, fotógrafo, admirador de Cortázar y lector de talleristas desconocidos, Roberto, esperó durante casi 30 años para publicar. Sus cuentos destilan una solidez tan fina como el cielo, su lugar preferido, según confiesa, y el disparador para “Anillos de Humo”. También los personajes, levantan la nariz para mirar las nubes y de repente quedan inmóviles, extasiados por un instante, casi como el autor cuando escribe. En su biblioteca, entre pilas de discos, atesora el “Hombre Mediocre” de José Ingenieros. “La rutina es el hábito de renunciar a pensar”, sentencia la famosa obra. Sabbatini odia la rutina.

Nota: Matías Gómez

Fotos: Jésica Flandes

Video: Sergio Nieto

Edición: Esteban Castro