CONEXIÓN CON LA HISTORIA

Juan Pascual Pringles y el acto de valor en Chancay que trascendió la historia


Un día como hoy, hace 205 años, la historia argentina recuerda uno de los episodios más audaces y conmovedores de la gesta emancipadora: la heroica acción de Pringles, el granadero puntano que convirtió una derrota militar en un símbolo eterno de coraje, fidelidad y entrega absoluta a la causa de la libertad.

La estatua ubicada al centro de la plaza Pringles es uno de los reconocimientos al legado del Coronel.

El 25 de noviembre de 1820, Juan Pascual Pringles llegó con 18 granaderos a la caleta de Pescadores, a pocos kilómetros de Chancay, en la costa peruana. Allí fue sorprendido por una fuerza realista que cuadruplicaba en números a su pelotón: 60 jinetes de Dragones al mando del capitán Fernández.

La lógica militar indicaba la retirada, pero Pringles eligió el camino del honor. Ordenó una carga frontal contra el enemigo, desatando un combate feroz en terreno quebrado y a orillas del mar. La resistencia patriota fue heroica, aunque resultaba abrumadora la superioridad realista. Tres granaderos murieron, 11 resultaron heridos, incluido el propio Pringles, y sólo cuatro quedaron en condiciones de seguir luchando.

En San Luis, el nombre de Pringles es sinónimo de identidad, su figura atraviesa la educación, la cultura y la vida cívica de la provincia: escuelas, instituciones, calles y monumentos recuerdan al granadero que llevó el coraje puntano más allá de las montañas, llegando hasta las aguas del Pacífico.

Su legado no es solo militar: es cultural, moral y profundamente humano. Cada aniversario de la acción de Chancay invita a renovar el reconocimiento a un héroe que aún en la adversidad eligió la dignidad por encima de todo.

Arrojarse al mar: la decisión que lo inmortalizó

Herido, acorralado y con los españoles cerrándole el paso, Pringles optó por un gesto que lo elevaría a la inmortalidad: se arrojó al mar montado en su caballo, seguido por sus hombres, decidido a morir antes que rendirse.

Entre el oleaje y el caos del combate, su caballo terminó patas arriba, incapaz de avanzar. Fue entonces cuando el coronel realista Jerónimo Valdés le ofreció rendirse “con todos los honores”, impresionado por el valor descomunal que acababa de presenciar.

Pringles finalmente aceptó para salvar a sus subordinados, que debieron ser auxiliados por los propios españoles para salir del agua. La acción dejó 26 bajas en las filas realistas, evidencia del vigor de un combate desigual que, aun en la derrota, se transformó en ejemplo de bravura.

Gloria a los vencidos

Lejos de ser castigado por desobedecer órdenes y comprometer la marcha del batallón Numancia, cuyo avance se retrasó por la acción, Pringles recibió una distinción excepcional: el propio José de San Martín dispuso que él y sus hombres fueran homenajeados con una medalla, símbolo del reconocimiento a un acto sin precedentes.

Pringles y sus granaderos quedaron prisioneros en Casas Matas, pero fueron canjeados dos meses más tarde. Su conducta, admirable incluso para el enemigo, ya lo había convertido en leyenda.

La figura de Juan Pascual Pringles ocupa un lugar central en la memoria sanmartiniana y en la historia puntana. Su acto en Chancay trascendió los límites del combate y se transformó en un ejemplo de: lealtad absoluta a la causa americana; valor sin condiciones, incluso ante la muerte; espíritu de sacrificio y liderazgo moral y honor militar en su expresión más pura.

Sus cenizas descansan hoy en la Catedral de San Luis, donde es homenajeado como el héroe que eligió jugarse la vida antes que resignar la libertad por la que luchaba.



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