CONEXIÓN SAN LUIS
Casa Museo Henry Viegas: un viaje íntimo por la memoria y la pasión
En San Francisco del Monte de Oro, en una esquina de la plaza Sarmiento, en el casco histórico de la Banda Sur, se levanta una vieja casona que es un espacio único donde lo cotidiano, lo nostálgico y lo extraordinario.
Henry Viegas, oriundo de Buenos Aires, eligió vivir rodeado de su colección que, según define, “no es el museo grande”, ni pretende competir con grandes museos institucionales: su encanto está en lo personal, lo apasionado, lo afectivo. En su casa de San Francisco del Monte de Oro el visitante no solo observa vitrinas, sino que conversa, comparte historias, ríe y descubre cómo llegaban hasta allí las piezas, cuál fue su uso, quién las construyó y quién las usó.
La Casa Museo, ubicada frente a una esquina de la plaza Sarmiento, ofrece un recorrido diverso y sorprendente con motocicletas de distintas épocas, restauradas o preservadas con cariño, objetos relacionados con la aeronáutica y el ferrocarril, elementos cotidianos antiguos, como electrodomésticos, útiles escolares, juguetes, carteles antiguos, objetos de cocina y cuadros, piezas arqueológicas o prehistóricas como puntas de flechas y morteros de piedra, recuerdos personales e íntimos vinculados a amigos reconocidos (como se menciona alguno de Spinetta) y la historia de esos vínculos.
Valor cultural, humano y turístico
El museo es el lugar ideal para quienes aman los objetos antiguos y tiene valor para la identidad local, para quienes buscan experiencias auténticas y para el turismo cultural orientado hacia lo vivencial. Henry, como guardián de recuerdos, ayuda a mantener vivas esas historias.
La variedad temática permite que el museo dialogue con distintas sensibilidades: aficionados a la historia, al diseño, a la tecnología antigua, al arte y al coleccionismo.
Viegas no cobra entrada, lo que convierte a su espacio en una opción accesible para turistas, estudiantes y vecinos.
San Francisco del Monte de Oro no solo ofrece quebradas, ríos y naturaleza; también ofrece este espacio íntimo donde lo cotidiano se convirtió en patrimonio, y en ese cruce se encuentra el verdadero valor: la posibilidad de que cada visitante se lleve algo más que una foto, algo de memoria, de emoción, una conexión con lo que significa preservar el pasado para comprender quiénes somos.
