TENGO MI CASA

A sus 80, Nélida pide muchos más años de vida para disfrutar del hogar que siempre soñó


De orígenes humildes, la mujer vivió en varias provincias e innumerables casas ajenas o alquiladas antes de regresar a su querido Quines. Tres de sus seis hijos murieron y ahora son sus ángeles que la cuidan desde el cielo, dice. Hace un mes y 20 días que su vida cambió para siempre.

El 1º de agosto, cuando recibió la llave de su casa, Nélida llevó una cama y una pantalla para pasar su primera noche.

Nélida Ledesma nació hace 80 años en una estancia 20 kilómetros campo adentro en la zona de Candelaria, en el seno de una familia humilde. Luego ella, sus padres y sus nueve hermanos migraron a Quines, donde se crio hasta que debió mudarse a Buenos Aires con otra familia que podía darle mejores condiciones.

Esos primeros desarraigos fueron el inicio de una vida signada por la búsqueda de un hogar propio y definitivo, que recién llegó en agosto pasado, cuando el gobernador Claudio Poggi le entregó las llaves de su tan ansiado hogar, que a esta altura de su vida le tocó habitar solo con ‘Bony’, una perra salchicha que vino de México para alegrar sus días. Como ya le había dicho antes a ANSL, siente que tener un lugar propio fue una inyección de vida y que piensa disfrutar muchos años más.

El rostro de Nélida rebosa de alegría y vida y muestra con entusiasmo cómo amobló su hogar luego que le fuera adjudicado el pasado 1º de agosto. Hasta ese momento, vivía en una casa que le prestaban en otro extremo del pueblo, luego de deambular por años entre alquiler y alquiler.

Pero al momento de contar sus años previos advierte: “Mi historia es muy triste, muy triste. He tenido muchos golpes en la vida”, como la pérdida de tres de sus seis hijos. También la precariedad de sus primeros años, el no haber podido terminar ni siquiera sus estudios primarios, luego ser entregada a otra familia porque sus padres no la podían mantener y encontrar, en Mendoza, a un primer amor que pronto la dejó sola con dos niños.

“Encontré a otro hombre, pero no sé si me casé por amor o me casé para buscar un refugio con esas dos criaturas”. “Sufrí bastante por haberles dado un padre tan riguroso, muy terco. Y sufrí también hasta que se hicieron grandes y les pude decir ‘pueden buscar y hacer su vida’”, contó con pesar.

Y si bien no entró en detalles, dio a entender que esa persona la sometió por años y que recién pudo salir de ese círculo de violencia hace cuatro años, cuando lo denunció y decidió por fin vivir en paz, sola.

Al proyecto de un lugar propio lo tuvo siempre. En 1998, cuando regresaron a Quines desde Mendoza, la familia construyó una pequeña edificación en un terreno que había comprado una de sus hijas y que ofició de hogar familiar por un tiempo.

“He andado en todo el pueblo alquilando”, recordó, aunque la verdadera esperanza, el proyecto a futuro tangible, llegó en 2011, cuando Claudio Poggi abrió la inscripción para los planes de viviendas sociales ‘Progreso’ y ‘Sueños’.

“Me anoté, me inscribí, y pagué con mucho sacrificio mis cuotas, porque 350 pesos era mucha plata, se valorizaba más. Así seguí hasta 2017, y se paró todo esto. Yo no dejaba de no ir a Terrazas (del Portezuelo) a ver qué pasaba con mi expediente, lo que había pagado y las cuotas”. “Me decían que me iban a devolver el dinero, y yo les decía ‘con ese dinero, ¿qué hago? No me va a alcanzar para alquilar, no me va a alcanzar ni para comer. Yo quiero que me lo devuelvan en dólares”, un pedido que los funcionarios de ese momento tomaban como una broma, refiere.

A pesar de que nunca dejó de viajar a San Luis para reclamar, Nélida comenzó a bajar los brazos de a poco. “Siempre había un reproche: ‘Señora, usted ya no va a salir’; ‘Usted señora ya no está en las listas’. Todo siempre para retroceder. Y dije, ‘no voy a seguir’”, aunque sí lo hizo.

“Fui a la Difunta Correa y le pedí que ella me ayudara. Y también mis ángeles de arriba, le pedía a mi hijo (Walter), que fue tan compañero de su madre: ‘Hijo, de allá arriba ayudame’. Y así no perdía la fe para nada”, sostuvo.

Sus rezos fueron oídos y en 2024 recibió el tan ansiado llamado de la dirección de Viviendas y Regularización Dominial de la actual gestión de Poggi. La voz en el teléfono le avisó que por fin estaba en una lista de preadjudicatarios inscriptos en los planes de vivienda y, semanas después, ya sabía dónde iba a comenzar a construirse su casa, que comenzó a habitar hace un mes y 20 días.

“Lo primero que traje fue la cama” y una pequeña pantalla para su habitación, el mismo día de la entrega y su primera noche en su hogar. Al despertar, “estaba contenta. Miraba el techo y decía, ‘llegué a lo que yo quería, lo logré, Señor, te doy gracias. Te doy gracias porque a esto lo pedí siempre, siempre, siempre”.

Ahora las mañanas de Nélida comienzan cuando se levanta, ni un minuto antes ni un minuto después. Los mates y ‘Bony’ son sus primeros compañeros, y si la hora del almuerzo la sorprende aún desayunando, come fruta o lo que su plena libertad le permita.

“Me siento a ver televisión con mi mate o me voy a la cama con el mate, cosa que jamás podía hacer (en otros lugares en los que vivió). Siempre ver una cara de ogro, entonces dije ‘no señora, hasta acá llego. He perdido muchos años de mi vida’. Así que ahora estoy tranquila, feliz con esa paz que siento. Si salgo, si vuelvo a la hora que quiero”, sobre todo en las largas reuniones de chinchón que comparte con ocho amigos y amigas. “Lo único que me preocupa ahora es mi perra, pero vuelvo y ella está como la dejé”, bromea.

Los próximos proyectos son ahorrar para cerrar su propiedad y comenzar a trabajar en el jardín que siempre quiso. Para ello, le pide “todos los días a Dios que me dé salud, a mis ángeles de arriba, a mi madrecita, que la adoré. Es lo único que pido: salud, tranquilidad y paz, que no tiene precio”. “Nunca más me muevo de acá, será solo cuando Dios me lleve, nunca más me voy a mudar”.



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