VILLA MERCEDES

Alumnos de Apadis de La Toma visitaron el Centro de Equinoterapia La Pedrera


Con juegos, música y la compañía de los caballos Blanca y Gigi, los chicos del Centro compartieron una jornada de inclusión, sonrisas y aprendizaje.

Los estudiantes de Apadis junto a uno de los caballos.

El pasado viernes durante la mañana, con el sol primaveral como cómplice y la emoción a flor de piel, los alumnos de Apadis llegaron al Centro de Equinoterapia de La Pedrera con la expectativa propia de quienes están por descubrir algo nuevo. Tras un breve descanso y refrescarse por el calor, con gorritas puestas y sonrisas listas, comenzaron la jornada acercándose a uno de los alumnos que realizaba su terapia en el lugar. Profesores y terapeutas les contaron en detalle el trabajo que allí se desarrolla, despertando curiosidad y admiración en cada mirada.

Muy pronto, la música y la energía de los profes Facundo y Nacho los invitaron a entrar en ‘órbita’: aros, juegos, rondas y bailes se convirtieron en la primera gran conexión grupal. Entre trencitos y carcajadas, el camino los llevó directamente a las caballerizas y los establos, allí aguardaban los protagonistas de la jornada: los caballos.

Las profes de equinoterapia hicieron un recorrido especial, mostrando desde los espacios de resguardo hasta los lugares de descanso de los animales. Los alumnos: Bárbara, Matías, Ada, Brian, Marcelo, Nicolás, Roberto, Lautaro, Lourdes, Cecilia, Daniel y Emmanuel; recorrieron fascinados, acompañados por la presidenta de la ONG, Cristina Díaz y su staff de ayudantes, como Silvina, que en la institución enseña artesanías en cemento, y las seños Flavia y Estefanía. También participaron las veedoras Sara, María Lorena y Daniela, junto a Nancy, encargada de la comida, todas felices de vivir de cerca la experiencia de estar junto a los caballos.

La directora del centro, Valeria Piffaretti, guio cada momento con paciencia y dedicación. Habló con los chicos, los interpeló con preguntas y les transmitió la importancia del cuidado y respeto hacia los animales. Entre corrales y pastizales, todos conocieron a Blanca y a Gigi, los coterapeutas de cuatro patas que se robaron más de un mimo y caricia.

Con el sol golpeando fuerte, llegó la hora de un refrigerio bajo la sombra de los árboles. El mate, el bizcochuelo casero compartido y las risas en ronda dieron calor humano a la pausa. Después, la actividad más esperada: alimentar a los caballos con zanahorias y manzanas. De a dos, los chicos se animaron a sostener el plato lleno de frutas cortadas.

María José, hija de la directora y fotógrafa improvisada de la jornada, resumió con frescura la experiencia: “No conocía este lugar, la estamos pasando muy bien. Nos atendieron de diez”. También los padres que acompañaron coincidieron: “El lugar es bellísimo y estamos felices de poder disfrutar esta experiencia junto a nuestra hija”, compartieron emocionados Norma y Pedro papás de Cecilia.

Pasadas las 13:00, los visitantes se prepararon para recorrer la Pedrera y, si el tiempo lo permitía, conocer el estadio y su predio. Sin embargo, lo vivido en el centro de equinoterapia ya había marcado la jornada como un recuerdo imborrable.

Luis Giraudo, desde la secretaría de Discapacidad, destacó la importancia de estos encuentros: “Apoyamos permanentemente este tipo de actividades porque creemos que fortalecen la inclusión y generan momentos únicos para chicos y familias. Invitamos a todas las ONG a sumarse y vivir un día especial junto a los caballos”.

En la misma línea, Piffaretti, la directora del centro, subrayó el valor de la experiencia compartida: “Cada visita es una oportunidad para enseñar, aprender y abrir corazones. Hoy vimos sonrisas, escuchamos risas y sentimos la magia de la conexión con los caballos. Eso es lo que nos impulsa a seguir”.

Así, entre mates, juegos y la nobleza de los caballos, la jornada se transformó en una fiesta de emociones. Una experiencia de inclusión, ternura y aprendizaje que quedará en la memoria de todos los participantes.



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