CONEXIÓN CON LA HISTORIA
Pueblos originarios en San Luis: la herencia viva de huarpes, comechingones y ranqueles
El reconocimiento a las comunidades originarias ha permitido revitalizar tradiciones y fortalecer la identidad local. Fiestas, museos regionales y circuitos turísticos integran este pasado vivo al presente, ofreciendo a visitantes y habitantes la oportunidad de comprender que la historia de la provincia no comienza con la conquista, sino con estos pueblos que aún laten en su memoria colectiva.

San Luis, a 431 años de su fundación, guarda en su geografía y en su cultura la memoria de los pueblos originarios que habitaron estas tierras mucho antes de la fundación. Los huarpes, comechingones y ranqueles dejaron huellas profundas en la historia, en las costumbres y en la identidad de la provincia.
El aporte de estos pueblos a la cultura puntana es vasto, en la lengua: nombres de ríos, sierras y localidades tienen origen indígena. En la gastronomía: el uso del maíz, las hierbas autóctonas y técnicas de conservación de alimentos.
En el arte: tejidos, cerámicas y expresiones simbólicas que aún inspiran a artistas contemporáneos. En la cosmovisión: una relación sagrada con la tierra y el agua, que hoy encuentra eco en la defensa ambiental.


Primeros pobladores del centro oeste de la provincia
Los huarpes ocuparon principalmente el norte y centro de San Luis, extendiéndose hacia Mendoza y San Juan. Eran comunidades sedentarias que practicaban la agricultura (maíz, zapallo, porotos) y aprovechaban los cursos de agua mediante sistemas de riego rudimentarios. Vivían en casas semisubterráneas, organizadas en ayllus (clanes familiares).
Su legado se conserva en toponimias (Nogolí, Conlara, Inti Huasi) y en técnicas artesanales vinculadas al tejido y la cerámica. También dejaron pinturas rupestres, como las de la cueva de Inti Huasi, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del país.


Guardianes de las sierras
Los comechingones habitaron principalmente las Sierras de los Comechingones, límite natural entre San Luis y Córdoba. Se distinguían por sus viviendas de piedra semienterradas, su destreza como cazadores y recolectores, y su capacidad para adaptarse a la geografía serrana.
Eran de complexión alta y robusta, con barbas prominentes, lo que llamó la atención de los cronistas españoles. Su cosmovisión estaba profundamente ligada al sol y a la naturaleza, elementos que aún resuenan en rituales y festividades actuales del corredor serrano.
Hoy, la Costa de los Comechingones honra su memoria en el nombre, en el turismo cultural y en prácticas comunitarias que rescatan saberes ancestrales.


El pueblo del sur puntano
Los ranqueles, de filiación mapuche, se asentaron en el sur de San Luis y La Pampa. Eran un pueblo nómade, experto en la cría de caballos y en la vida de tolderías. Su organización política giraba en torno a caciques y consejos de guerra.
Durante los siglos XVIII y XIX fueron protagonistas de la llamada ‘frontera sur’, en conflictos y pactos con los gobiernos coloniales y luego nacionales. Su resistencia fue símbolo de identidad y lucha. Hoy en San Luis existen comunidades ranqueles que reivindican su idioma, su artesanía en cuero y madera, y su cosmovisión.

