TURISMO Y CULTURA

Los melómanos tienen cita este viernes en la Casa del Poeta


Desde las 20:00 se realizará el tercer encuentro del ciclo de música en vinilo ‘Alta Fidelidad’. En esta ocasión, el público podrá disfrutar del álbum ‘Kid A’, de Radiohead, una obra clave en la transición hacia la música del nuevo milenio.

Pedro Funes, coleccionista de vinilos y organizador del ciclo.

El ciclo de música en vinilo ‘Alta Fidelidad’, que se desarrolla en la Casa del Poeta, en Merlo, invitará este viernes a las 20:00 a detenerse y analizar el álbum ‘Kid A’ de la banda Radiohead, con una actividad repleta de ritmo y cultura musical. Cada encuentro comienza con una introducción que ofrece contexto histórico y artístico del disco, para luego finalizar con una charla abierta entre los asistentes. Además, se comparte vermut cortesía de ‘Al Voleo’. La entrada general tiene un valor de $10.000.

“El criterio de selección fue exigente porque muchos discos valiosos quedan fuera. Apuntamos a obras que se conciban como álbumes en sentido pleno: con unidad conceptual, profundidad artística y calidad sonora”, explicó Pedro Funes, coleccionista de vinilos y organizador del ciclo.

Hasta ahora, se escucharon ediciones especiales de ‘The Dark Side of the Moon’ de Pink Floyd (versión inglesa original de 1973) y ‘Exodus’ de Bob Marley (con máster audiófilo). Este viernes es el turno de ‘Kid A’, un disco que introdujo la electrónica en el universo del rock alternativo y marcó el pulso del cambio de siglo.

El ciclo cerrará el 5 de septiembre con una propuesta más actual: ‘Monolink’, artista berlinés que combina electrónica y melodías techno íntimas, en homenaje al vínculo permanente entre este género y el formato vinilo.

La respuesta del público motiva a proyectar nuevas ediciones. “Estamos pensando en un próximo ciclo dedicado al rock nacional de los años 80, cuando el vinilo tuvo su auge. Tengo gemas en mi colección: Artaud, Almendra, Charly García, Sumo, Virus, Fito, entre otros”, adelantó Funes.

Encuentros singulares

La jornada comienza con una recepción distendida en el foyer, donde se sirve vermut y se comparte entre melómanos. Luego, ya en la sala, se realiza una breve introducción técnica y conceptual del disco, muchas veces a cargo de invitados especiales. La escucha —en completo silencio— se desarrolla como si fuera una película, con una duración de aproximadamente una hora y media.

Al finalizar, es común que los asistentes pidan seguir escuchando. Por eso, se suele ofrecer una “yapa” con avances de discos que formarán parte de próximas funciones.

“La diferencia con escuchar en casa está en todo el proceso técnico y sensorial: desde el máster del disco y la calidad de la púa hasta la acústica del espacio. Todo está calibrado para ofrecer una experiencia sonora envolvente, que hace vibrar el cuerpo y se siente como un vivo. El vinilo, por su rango dinámico, es insuperable en eso”, señaló el organizador.

Además, el intercambio con el público incluye sugerencias para próximas ediciones e incluso hay quienes se han ofrecido a compartir sus propios vinilos.

“Estos encuentros no se graban en video porque son experiencias que solo cobran sentido en la presencialidad. Las sensaciones que se generan en la sala se perderían por completo en un registro grabado”, concluyó Funes.



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