UNA PALABRA

El recuerdo del tenor Daniel Fernández en la voz de su hermana


En una nueva edición de ‘Una Palabra’, Liliana Fernández realizó un viaje en su memoria para contar la vida del fallecido tenor sanluiseño Daniel Fernández. “Es quien está guiándome y es un regalo al alma. Hay mucha gente que lo recuerda, lo escucha y lo ama”, comentó sobre la decisión del gobernador Claudio Poggi de nombrar el escenario del Cine Teatro San Luis en homenaje a su hermano.

Daniel Fernández abandonó San Luis para ir a cumplir el sueño de su padre, estudiar medicina veterinaria en la Universidad Nacional de Río Cuarto. Sin embargo, el porvenir transcurría y solamente cultivaba su propio anhelo: la música. “Se olvidaba de estudiar, de la veterinaria, todo lo demás, pero de la música jamás”, expresó su hermana Liliana Fernández en el ciclo de entrevistas ‘Una Palabra’.

Durante esos años el tenor integró ‘Armonía Americana’ un grupo de música popular. Luego, encontró un refugio en el coro ‘Delfino Quirici’. “Un coro maravilloso dirigido por el padre Matas, ahí es donde empieza a cultivar mucho la lírica, aprendió y estudió una música tan difícil, pero tan bonita”, destacó la hermana del tenor fallecido.

Al pertenecer al coro y al grupo popular, Fernández no necesitó más la ayuda económica de su padre. Por lo mismo, reunió todas sus fuerzas y esperanzas, y escribió una carta. “Papá, yo no voy a ser un buen médico veterinario como vos querés. No podremos poner una clínica veterinaria en la granja, en ‘La Dorita’, yo no he nacido para eso”, relató Liliana.

“Mi papá no respondió la carta”, destacó la hermana. A pesar de ello, el ‘Gordo’, como lo llamaban cariñosamente, volvió a San Luis para explicarle a su familia la decisión que tomó. “Mi padre lo escuchó y le dijo: ‘Si es lo que te gusta…’, me asombré, fue muy sabio de su parte. Se dio cuenta de que su hijo había luchado toda su vida por eso”, contó.

“Yo no quiero que mi hijo sea un cantor de guitarra y que ande… por ahí”, comentó de manera muy íntima su hermana sobre lo que pensaba su padre. Seguidamente, agregó: “A Daniel esas cosas le dolían, porque mi papá no entendía que la música que él quería hacer era un folclore lindo, era la música buena”.

Con un peso menos en el pecho y una reacia aceptación, el tenor Fernández tomó su bolso y su guitarra y partió a Buenos Aires. “Empezó a caminar con su guitarra por la noche, por los bares, a la gorra, como fuese”, expresó. Luego, una oportunidad brilló en la ciudad de La Plata. “El coro del Teatro Argentino realizó un concurso para dos vacantes para tenores. Se presentó, y por supuesto, salió primero. Es ahí donde conoció a Pablo Skrt”. Con el artista conformó el reconocido dúo ‘Los Tenores’ y participaron en ‘La Peluquería de Don Mateo’.

Por otro lado, una experiencia significativa en su trayectoria profesional y de vida fue conocer a Luciano Pavarotti. “Antes de irse a España estuvo tres días en la casa del tenor. Ahí abrió oído, alma y corazón para escuchar y captar todo lo que Pavarotti pudo decir”, recordó.

Luego, la hermana del ‘Gordo’ se puso en la voz del tenor italiano y dijo: “En nuestra profesión el talento es básico y usted lo tiene. Hay algo que usted da y yo no, y es el ‘do de pecho’ de Plácido Domingo. Trabaje el ‘do de pecho’ porque no cualquiera lo puede hacer, se lo digo, Plácido Domingo y usted lo dan, nadie más”.

No obstante, la razón por la cual abandonó Europa también surgió en esa misma charla con Pavarotti. “’Entre nosotros, en nuestro mundo de la lírica, no todo es talento, el 50% es habilidad y el otro 50% es imagen. Y usted, me cuesta decirlo…’, lo miró de arriba abajo, no necesitó más. Eso para el ‘Gordo’ fue una puñalada al alma. Esto, fue lo que lo mató y lo llevó a instalarse en Buenos Aires”, contó con un nudo en la garganta Liliana.

“Esta tremenda enfermedad, que es la obesidad mórbida, fue una cuestión física, hormonal y también fruto de su dejadez en tomar conciencia de que hay que ayudar a la vida, al cuerpo, hay que ayudar a la salud, y él siempre se negó”, comentó.

Liliana encarnó en su memoria uno de sus más tristes recuerdos, el adiós de su hermano. “Sus últimas palabras en terapia intermedia en el hospital fueron ‘negra, te pido por favor, no sufras’, dijo como pudo, con las manos llenas de cables. Él me cuidaba mucho a mí, tenía un cariño muy grande”.

Por último, expresó: “Fue mi hermanito, fue mi muñeco con el que yo jugaba. Yo lo admiro mucho a Saúl (su otro hermano), por su personalidad, por su estudio, por su profesión, pero Daniel era corazón puro, era amigazo, era compinche, era a quien le podías contar un secreto. Era el psicólogo y consejero, era un gordo bueno”.



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