EN VILLA MERCEDES
Un día de aprendizaje y disfrute en La Pedrera para los alumnos de Newen
En un hermoso y caluroso día otoñal, el Centro de Equinoterapia recibió con alegría a un grupo de quince alumnos. Caballos, colores y nuevas historias compartidas en un rincón lleno de magia.

Los estudiantes llegaron acompañados por un equipo docente y de apoyo: Lucas Pérez, profesor de Educación Física; Gustavo Oliva y Ruth Zapata, orientadores; la enfermera Marisa Natalia Lucero y un equipo de kinesiólogos. En total, unos 15 chicos compartieron una jornada diferente, llena de aprendizajes, sonrisas y mucha emoción.
La bienvenida estuvo a cargo de Valeria Piffaretti, directora del centro, quien se presentó junto al staff del espacio y explicó cómo se desarrolla la actividad. Les contó que, en este lugar, los caballos son llamados ‘coterapeutas’, ya que trabajan codo a codo con los niños y niñas que participan en las sesiones. A su vez, a quienes montan se los conoce como ‘jinetes’ y ‘amazonas’. Al preguntar si ya conocían el espacio, la mayoría de los chicos respondió entusiasmada que era su primera vez, salvo uno que recordó una visita anterior en la que había ayudado a acicalar a uno de los caballos.


Tras una necesaria pausa de hidratación, pues antes habían recorrido también el Estadio, y los espacios de Movimentus y Digitalia del Parque La Pedrera, el grupo se dirigió a los establos, donde Jesús Ordoñez y el profesor Juan Pablo Andrada ofrecieron una charla informativa y amena sobre los cuidados y la rutina diaria de los caballos.
Los chicos conocieron sus nombres (Gigi, Argentina, Blanquita y Vainilla), cómo es su alimentación (pasto y avena en diferentes momentos del día, acompañados de mucha agua), el lugar donde duermen y descansan, y participaron activamente en tareas como rastrillar la viruta y organizar los establos. Uno de los estudiantes se mostró particularmente entusiasta con esta tarea, demostrando gran compromiso.


Al finalizar, todos tuvieron la oportunidad de vivir una experiencia que les sacó sonrisas: alimentar a los coterapeutas con zanahorias. Aprendieron la técnica para hacerlo con seguridad, palma de la mano estirada hacia arriba y experimentaron esa “extraña pero divertida” sensación al sentir cómo los caballos tomaban el alimento suavemente.
Las repercusiones no tardaron en llegar. Gustavo Oliva expresó que la visita les pareció “espectacular”, agradeciendo la calidez del trato y destacando la conexión especial que observó entre el entorno y Brian, un alumno con condición de autismo profundo. Por su parte, el profesor Lucas Pérez valoró que el lugar esté adaptado para estimular todos los estilos sensoriales, brindando una experiencia integral a los chicos.


La orientadora Ruth Zapata también destacó el disfrute general: “La conexión con la naturaleza fue maravillosa, lo terapéutico de esta propuesta es invaluable. Agradecemos muchísimo la invitación”.
Antes de despedirse, los alumnos recibieron hojas y lápices para plasmar lo vivido. Aunque el entusiasmo ya se sentía en los rostros. Una niña, con ayuda de su orientador, fue la única que decidió expresarlo en papel: dibujó un hermoso caballo, reflejando con ternura la conexión que había logrado en tan poco tiempo.


Desde el centro de equinoterapia, Valeria Piffaretti y Ángel Rolando celebraron la visita, afirmando que estas instancias son fundamentales para seguir construyendo un espacio abierto y accesible.
Desde la secretaría de Discapacidad, reafirmaron el compromiso de seguir promoviendo que todos los niños y adolescentes de la provincia tengan la posibilidad de conocer y disfrutar de la equinoterapia: “Queremos un centro abierto, no únicamente para quienes están inscriptos y asisten semanalmente, sino también para todos los chicos que, por distintas razones, no tienen la posibilidad de hacerlo de forma habitual”.


