AMBIENTE
Proponen un método sostenible para la alimentación de truchas utilizando microalgas nativas
Un equipo de investigación de la Facultad de Química, Bioquímica y Farmacia (FQByF) de San Luis, liderado por la tesista Agostina Cortez, desarrolló un sistema innovador para alimentar truchas con microalgas nativas, mientras remediaba aguas residuales.

Este proyecto, realizado en el Laboratorio de Química Analítica Ambiental, buscaba crear un modelo más sostenible y ecológico para la piscicultura, un sector clave en la economía de la región. En este caso se habla de un triple beneficio: limpiar aguas residuales, aprovechando al máximo el recurso; alimentar a los alevines de trucha y de otras especies que se reproducen en La Florida; fortalecer la producción de estos ejemplares que son empleados en la pesca deportiva y en el turismo de pesca, una vez que son colocados en los ríos.
La investigación se centró en la utilización de microalgas como complemento o sustituto del alimento convencional para truchas. Agostina Cortez, quien ya realizó su tesis en Bioquímica, explicó que el objetivo fue utilizar una especie de microalga nativa de la región, conocida científicamente como Desmodesmus sp., seleccionada por su alta eficiencia tanto en la remediación de aguas residuales como en su valor nutricional para los peces.
Los ensayos en el laboratorio, que contaron con la colaboración de la Estación de Piscicultura de La Florida, incluyeron la cría de 10 alevines de trucha para evaluar cómo las microalgas influían en su crecimiento y desarrollo. “Es fundamental que la especie de microalga elegida fuera adecuada para las condiciones locales y pudiera aportar beneficios tanto a la acuicultura como al medio ambiente”, explicó Cortez en su momento.
Además de optimizar las condiciones de crecimiento de las microalgas, como temperatura, iluminación y agitación, los investigadores realizaron análisis detallados de la composición nutricional de las microalgas, demostrando que eran ricas en proteínas, grasas, carbohidratos y fibras, lo que las hacía una alternativa viable para la alimentación de truchas.
A pesar de los avances prometedores, Cortez señaló que existen desafíos para llevar este modelo a escala industrial, como la necesidad de financiamiento y de infraestructura adecuada para el cultivo masivo de microalgas. “Aunque el impacto ambiental sería mínimo por ser una microalga nativa, el proceso de escalamiento debía ser gradual para asegurar su viabilidad”, explicó.
El apoyo de la secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable fue fundamental para evaluar este enfoque innovador, permitiendo que los investigadores analizaran el impacto de las microalgas en la acuicultura local. “Este respaldo no solo fue crucial desde un punto de vista ambiental, sino también para asegurar que los resultados obtenidos fueran prácticos y aplicables al sector”, afirmaron los responsables del proyecto.
Cortez, quién nació en Venado Tuerto, Santa Fe, y vive en San Luis desde los 8 años, destacó el valor personal y profesional de este proyecto: “Este trabajo no solo me formó como biotecnóloga, sino que también me enseñó a superar obstáculos y a trabajar en equipo”, reflexionó la investigadora.
La tesista tiene planes de seguir investigando el potencial de las microalgas, para contribuir a la restauración de ecosistemas y al desarrollo de soluciones más sostenibles para la acuicultura. “Quiero que mi trabajo tenga un impacto positivo en la sociedad y en la preservación del ambiente”, concluyó.