CONEXIÓN SAN LUIS
Entre inmensos valles y cerros, La Carolina abre la puerta al ‘Camino del Oro’
La Carolina fue nombrada así en honor al rey Carlos III de España y fundada en 1792, luego del descubrimiento de oro.
Las casas, viejos almacenes y calles empedradas, construidas con la piedra del cerro Tomolasta, y la mina, son testigos del paso del tiempo que convirtió a esta localidad turística en uno de los pueblos más lindos del mundo, nombrado así por la Organización Mundial del Turismo (OMT).
El camino que conduce a La Carolina, zigzagea y asciende entre los picos de la Sierra Central de San Luis hasta llegar a los 1610 metros de altura, que lo convierte en el pueblo a mayor altitud de la provincia. En el siglo XIX, este pueblo fue protagonista de la más descabellada fiebre de oro del país alcanzando una población de más de 3 mil habitantes, en la actualidad son solo 300. Se encuentra a 83 kilómetros de la ciudad de San Luis, al pie del cerro Tomolasta.
La fundación tiene su origen en los yacimientos de oro de 18 quilates que fueron descubiertos a orillas del cerro Tomolasta y Cañada Honda, en 1784. Por este motivo el marqués de Sobremonte, gobernador intendente de Córdoba del Tucumán -intendencia a la que pertenecía San Luis durante el Virreinato del Río de La Plata- fundó La Carolina, en el paraje conocido como San Antonio de Las Invernadas.
Desde 1789 y hasta 1810, el pueblo le proveía trabajo a alrededor de 3 mil mineros, donde se obtenía 10 mil kilogramos de oro. En 1797, el pueblo ya tenía 50 casas construidas y comercios donde permanecía activo el intercambio de mineral por mercadería. Más tarde el interés de las compañías, se extendió a la minas de wólfram a fines de la década del treinta del siglo pasado. La mina San Román, ubicada a 2 kilómetros del pueblo, fue en donde hubo mayor extracción del mineral.
La producción minera se realizó de forma interrumpida hasta fines de la década del cincuenta. Actualmente, residen 300 personas, la mayoría se dedica a la actividad ganadera y turística. Muy pocos lugareños continúan con la búsqueda de oro en el río de forma artesanal y obtienen alrededor de 1 gramo cada 2 días.
En la actualidad, La Carolina es la poesía de Juan Crisóstomo Lafinur, paisajes soñados y gastronomía exquisita. La constante invitación a recorrer sus calles empedradas, la vieja mina de oro y observar los vestigios de una época pasada donde el preciado metal dorado forjó y destruyó sueños; una de las actividades turísticas por excelencia que ubican a este destino entre los más elegidos.
