PROYECCIÓN INTERNACIONAL
Estrena en Netflix la película argentina que se filmó en La Carolina
La obra, titulada ‘El hombre que amaba a los platos voladores’ y protagonizada por Leonardo Sbaraglia, estará disponible a partir del 18 de octubre. Para la porción del rodaje que realizaron en San Luis, la dirección escogió los cautivantes paisajes del pueblo turístico más lindo del mundo.
Este viernes, llega al catálogo de Netflix la esperada película argentina ‘El hombre que amaba los platos voladores’, dirigida por Diego Lerman. La producción original de la plataforma internacional ya pasó por varios festivales, entre otros el de San Sebastián, y cuenta con el rol protagónico del talentoso Leonardo Sbaraglia interpretando al recordado periodista televisivo, José de Zer.
La producción transporta a los espectadores a finales de los años ´80, con una trama centrada en José de Zer, un intrépido periodista de espectáculos que recibe una tentadora propuesta: viajar a un pequeño pueblo en Córdoba para investigar un misterioso círculo que apareció en un campo, atribuido a una posible visita extraterrestre, cuya cobertura se convierte en un mito de la pantalla chica argentina. El protagonista, junto a su fiel camarógrafo, el ‘Chango’, se sumerge en un mundo de contradicciones, especulaciones, teorías conspirativas y encuentros cercanos del tercer tipo.
Además de la figura estelar de Sbaraglia, la comedia dramática surrealista está protagonizada por Mónica Ayos, Norman Brinski, Daniel Aráoz y Osmar Nuñez. Fue rodada en distintas provincias argentinas como San Luis, Córdoba, Mendoza y Buenos Aires, aunque la película confluye en un ambiente único y nostálgico que refleja los paisajes donde José de Zer desarrolló sus singulares investigaciones.
Dentro de la provincia de San Luis, el lugar elegido fue La Carolina. Las escenas que se filmaron durante 2023 muestran los deslumbrantes paisajes serranos del pueblo turístico más lindo del mundo. Cuando el equipo técnico y actoral se instaló en el lugar, debieron paralizar la actividad habitual de la localidad ya que la filmación ocupó gran parte de su infraestructura hotelera y gastronómica.
“Elegimos rodar ahí porque es un lugar impresionante. Queríamos hacer una película de época y el lugar facilitó todo. La adaptación fue sencilla, los cerros y paisajes, junto con las calles conservadas del pueblo, fueron perfectos para la filmación”, destacó en su momento el productor Nicolás Avruj.
En 2023, La Carolina fue elegida como el pueblo turístico más lindo del mundo por la Organización Mundial del Turismo de Naciones Unidas (OMT) por diferentes factores, como su belleza paisajística, el compromiso del lugar y su gente, los recursos culturales y naturales, su sostenibilidad y el desarrollo turístico.
Luego de recibir la prestigiosa distinción internacional, la localidad comenzó a despertar el masivo interés de turistas nacionales e internacionales deseosos de viajar personalmente a conocer y descubrir las joyas naturales de la zona. Ahora, gracias a la proyección de esta película en la exitosa plataforma Netflix, La Carolina sumará una importante visibilización global y más personas de todo el mundo podrán conocer sus sobresalientes atractivos.
Minas de oro, gastronomía y poesía en el corazón serrano de San Luis
Un camino empedrado sube y se pierde entre los cerros. El pueblo de La Carolina es una larga callecita rústica, rodeada de casas de piedra que conservan el estilo colonial y la nostalgia de haber sido cuna de los míticos buscadores de oro, fiebre que solo dejó bocaminas, excavaciones y viejas historias de mineros.
Hoy, convertido en uno de los principales atractivos turísticos de San Luis, atrae a grandes y chicos por sus opciones: expediciones al interior de las minas, visitas a la Iglesia de Piedra, cabalgatas, recorrida por la gruta con pinturas rupestres y la histórica casa de Juan Crisóstomo Lafinur.
Con poco más de 300 habitantes, recostado al pie del Cerro Tomolasta, a una altura de más 1600 m sobre el nivel del mar y en el centro mismo de las sierras sanluiseñas, recorren el pueblo en forma de cuña dos cauces de agua, el río Amarillo y el río Las Invernadas, que se unen formando el río Grande y le dan al pueblo su característica semblanza dorada, con brillos de transparencia.