Gabriela Torres: “Nada es imposible si se hace con ganas y la mejor intención”

Nació en San Luis. A sus 33 años, trabaja en Infraestructura Escolar, un sector tradicionalmente considerado para hombres. Comenzó en Obras Públicas y hoy forma parte del ministerio de Educación.

Gabriela Torres, feliz de su trabajo y agradecida por el apoyo de su familia y compañeros.

Cada jornada de Gabriela Torres es intensa y llena de responsabilidades. “Empiezo el día sin saber a qué hora volveré. A veces intervenimos en tres escuelas en un solo día y, cuando llego a casa, mi familia me espera”, contó. A sus 33 años, la mujer trabaja en infraestructura escolar, un sector tradicionalmente considerado para hombres. Comenzó en Obras Públicas y hoy forma parte del ministerio de Educación. Además de su labor, es madre de Thiago y Olivia y estudia Gestión de Políticas Públicas, siempre buscando superarse, crecer y  agradecida por el apoyo que recibe de sus seres queridos.

A pesar de las largas horas, no pierde su energía ni su optimismo. “Tengo la mejor voluntad para hacer todo, creo que siempre se puede”, dijo con la firmeza de alguien que está acostumbrada a superar desafíos.

El ambiente laboral, que muchos identifican como predominantemente masculino, nunca la intimidó. Al principio, ver a una mujer en obras causaba sorpresa, pero su actitud y deseo de aprender hablaron más fuerte. “Entré sin saber nada, ni siquiera sabía clavar un clavo”, comentó entre risas, “pero mis compañeros me enseñaron y siempre me alentaron a seguir”, agregó.

Las tareas de Gabriela son variadas: desde reparar sanitarios hasta instalar calefactores o ventiladores. Sin embargo, lo que más le llena el alma, es ver la gratitud de los niños. “Cuando trabajamos en parajes, los chicos se acercan con una alegría enorme. Están solitos ahí, y verlos sonreír cuando instalamos un calefactor o una cocina nueva es algo que me guardo en el corazón”, confesó emocionada.

Ser madre le dio una perspectiva diferente, ya que siempre se esfuerza por transmitir un importante mensaje a su familia. Sus hijos no conocen de primera mano las necesidades de los parajes, por lo que ella les cuenta sobre la vida en esos lugares, considerándolo un ejemplo valioso para ellos.

A pesar de que su trabajo es exigente, el ambiente de compañerismo lo hace más llevadero. Constantemente se ríen y comparten anécdotas, pero siempre cumplen con las responsabilidades. Siendo la única mujer en su equipo, forjó lazos fuertes con sus compañeros, lo que hace difícil imaginar cambiar de grupo.

Proyectando hacia el futuro, sueña con seguir haciendo lo que ama, pero enfocada aún más en sus estudios. “Me siento capaz. El poder está en la mente, y nada es imposible si se hace con ganas, voluntad y la mejor intención“, concluyó.