ACOMPAÑAR PARA SANAR
El emotivo relato de dos familiares de personas que sufrieron adicciones
En la inauguración del Centro de Prevención y Asistencia a las Adicciones, Noelia y Carlos contaron historias de vida que resaltan la importancia de un espacio de acompañamiento y tratamiento.
Noelia se mudó a San Luis hace diez años y en la misma época conoció a Juan, su pareja y padre de sus hijos. Con el discurso de alguien que notoriamente ya ha transitado un camino, y una voz que muchas veces estuvo a punto de quebrarse, la mujer contó el proceso que su familia vivió para que él pudiera salir de las adicciones. Fue este martes, en la inauguración del Centro de Prevención y Asistencia a las Adicciones, ante el gobernador Claudio Poggi y un auditorio en el que la mayoría eran desconocidos, lo que dotó a su relato también de valentía.
“No me di cuenta realmente de la gravedad de su enfermedad hasta que pasó un tiempo. Y me di cuenta que eso era completamente su vida: para levantarse tenía que consumir, para comer, para ir al baño, para absolutamente todo. Muchas veces me creí fuerte de personalidad para enojarme con él, o simplemente darle todo mi amor y acompañarlo, pero la verdad es que por la fuerza esto no se puede. Intentamos realmente mucho tiempo dejarlo de a poco, pero llegó un momento en que me di cuenta de que sola no podía, y bueno, estos lugares así están al alcance de la gente”, contó.
Cuando decidieron pedir ayuda, recordó Noelia, “llegamos con un montón de miedo porque no sabíamos si nos iban a juzgar, si nos iban a retar, si nos iban a mirar con cara fea o si nos iban a decir ‘¿qué tipo de vida está llevando?, ¿Por qué te metiste en esto? Nada de eso. Nos recibieron con los brazos abiertos a todos, porque fuimos con nuestro hijo”.
De a poco, Juan comenzó a integrarse a los grupos de tratamiento y anhelaba que llegara el día de acudir a las reuniones porque, contó la mujer, encontró “cosas nuevas de su vida que no había vivido antes, porque esta enfermedad te toma tanto que, cuando te das cuenta, pasaron 15 años de consumo, como en el caso de Juan”.
Hoy esos días grises quedaron atrás. Noelia y Juan pudieron construir su casa propia, que disfrutan con sus cuatro hijos. “Es un camino largo”, advirtió, donde “uno siempre tiene que mantener la ilusión y tener un proyecto, un plan, y un sueño de tener una vida digna y una vida mejor. Les agradezco muchísimo por todo esto”, cerró.
Luego, Carlos, ‘papá de Lucas’, como decidió presentarse, tomó el micrófono para contar su experiencia, que prefirió relatar como una historia. “No puedo hablar mucho de adicciones porque la verdad es que no tengo el conocimiento, pero sí puedo contarles una pequeña historia”, comenzó.
“Hay un chico de 32 años que se llama Carlitos, Carlos, que trabaja en una carpintería. Tiene una mujer y una hija de 5 años; hermosa nena. Él trabaja, es muy responsable y muy buena persona. Un día empezó a juntarse a la salida de su trabajo con unos chicos a tomar cerveza. Después, esa juntada a tomar cerveza ya fue para salir de noche. Empezaron a consumir sustancias”, siguió. “El dinero que llevaba a su casa ya no era el mismo; ya no podía llevarle los regalos a la hija o darle de comer todos los días a su familia. Y empezó a perderse más en el trabajo, a faltar, a llegar tarde, hacer mal trabajo. Un día casi se corta y el dueño del taller tuvo que echarlo porque era un riesgo muy grande”.
Tras perder a su familia con una restricción mediante, su hogar y la confianza y cobijo de sus padres, Carlitos “empezó a vivir debajo de un puente, quedándose, abrigándose en un cajero automático. Empezó a robar, a recorrer comisarías a distintos lugares. No podía ver a su hija, no podía ver a su esposa, no podía ver a sus padres”, hasta que cierto día asumió que estaba enfermo y comenzó a tratarse con el apoyo de su mamá y papá.
“Esta historia tiene dos fines. Los padres se involucran, consiguen un lugar donde poder ayudarlo y lo acompañan en su recuperación. Y él se puede recuperar con los medios, con la Justicia que lo ayuda, con los profesionales que lo acompañan, con la familia, que es un soporte muy grande. Y el otro final es que no sabemos más nada de Carlitos. Carlitos desapareció. Puede estar en una comisaría, puede estar preso, puede estar muerto. No se sabe nada de él porque desapareció. El final lo elegimos nosotros. Quiero agradecer todo lo que hacen, lo que han hecho por nosotros y por muchos chicos que todavía están afuera: por muchos Carlitos que andan en la calle y no encuentran este lugar para curarse”, cerró el hombre, que como Noelia fue abrazado por parte del auditorio.