Lágrimas al entregar las armas ante la derrota

Haber sido parte del grupo que fue a luchar por la soberanía argentina sobre las islas fue y será un honor, afirma Marcelo Nollac. Por eso, la derrota caló hondamente en su corazón, tanto o más que la posguerra, en la que los excombatientes sufrieron la burla y la indiferencia. El respeto por los símbolos patrios y el reconocimiento para los que combatieron es el legado que quiere dejar. 

Marcelo Nollac atesora una imagen en su mente, del día que volvió a Tilisarao, la localidad donde vive, tras estar en la guerra. “Estaban mi hermana y mi padre en la terminal, no sabían que yo volvía. Siempre me cuesta recordar, porque vuelvo al momento en que mi madre estaba desorientada. Ella me miraba porque no sabía si venía entero”, evocó. Tenía apenas 19 años cuando partió para defender la Patria, como integrante del Batallón 3 de Infantería Marina. “Ya tenía instrucción de las Fuerzas Armadas, porque hacía aproximadamente ocho, nueve meses que me había incorporado. Era apuntador de un cañón de 75 milímetros”, detalló.

Su familia se enteró dos semanas después de su partida, a través de una carta, que estaba en las islas. Pero la experiencia muestra que no hay distancia que compita con el poder del afecto: mientras estuvo en zona de conflicto, su padre, su madre, sus hermanos y su novia eran el motor de su día a día. “El momento difícil fue cuando nos atacaron una noche. Los morteros picaron a la cara. No nos tocaron porque Dios no quiso. También estuve un mes prisionero. El 21 de junio cumplí los 20 años estando prisionero. La vuelta también fue dura. Vinimos escondidos. Recibí la burla hasta de los mismos amigos. No decía nada, pero eso molestaba, porque uno fue con orgullo a defender la Patria. Y perdimos. Dolió muy mucho eso. Lloré muy mucho cuando tuve que entregar las armas”, confesó.

Para Marcelo, Malvinas no es pasado enterrado, es historia viva. “Por eso vamos a los colegios, vamos a todos los lugares donde nos convocan, a contar lo que vivimos realmente”, dijo. La guerra no es un capítulo cerrado: todo lo contrario, está abierto y, ante cada fecha significativa, como el 2 de abril o el 10 de junio, los recuerdos se reavivan. “El legado que quiero dejar es el respeto por los símbolos patrios, para que lo que sucedió en Malvinas y la muerte de los combatientes no hayan sido en vano. En mi documento dice ‘Héroe de Malvinas’. Yo no soy héroe. Cumplí con la Patria porque estaba bajo bandera, era mi deber. Y me siento orgulloso de haberla defendido”, finalizó.