MALVINAS, EL LEGADO
jueves, 04 abril de 2024 | 10:31

A sus 90 años, ‘Tita’ todavía reza por los que no volvieron

Delia Nelly Panza, madre del excombatiente Héctor Daniel Ponce, recuerda con dolor su partida hacia el Ejército, los días de incertidumbre durante el conflicto y haber recibido a un hijo que volvió distinto.

En unos días, Delia Nelly Panza, o ‘Tita’, como le dicen sus afectos, va a cumplir 91 años. A mediados de marzo, antes de comenzar con esta entrevista, contó que vive sola pero que su familia la acompaña en todo momento. Agradeció que aún se moviliza por sus propios medios y abrió grandes sus ojos, sonrió y movió con humor una mano cuando le preguntaron si aún cocinaba. Pero la angustia la invadió de inmediato cuando comenzó a hablar de Malvinas y esos mismos ojos pícaros se llenaron de lágrimas. A pesar de que transcurrieron más de cuatro décadas, en su memoria siguen intactas las sensaciones que en ese momento la atravesaron sabiendo que uno de sus hijos peleaba por la Patria a miles de kilómetros de su Villa Mercedes natal. “Doy gracias a Dios que él volvió con vida. Pobrecitos los que quedaron allá”, dijo.

‘Tita’ es la madre de Héctor Daniel Ponce, veterano de Malvinas y miembro de la Asociación de Excombatientes de Malvinas de Villa Mercedes. Como a muchas otras, le tocó ver a su hijo partir al servicio militar, lejos suyo. “A él lo quisieron dejar acá y no quiso. Le tocó Punta Alta como destino y se quiso ir”, recordó. Y celebró haberlo podido visitar en varias ocasiones hasta que un día, un hombre que le alquilaba a Daniel la llamó para decirle que lo habían subido a un avión, “así como estaba, para irse. Fue horrible, al que no le tocó no sabe lo que es”.

Durante la guerra, un conocido en la base de la V Brigada Aérea le daba noticias del conflicto y de su hijo, algo que cuenta casi como un secreto. Fue esa misma persona quien le avisó personalmente sobre la rendición del Ejército Argentino. Desde ese momento, ‘Tita’ iba todas las noches hasta una parada de colectivos de la empresa TICSA con la esperanza de que Daniel bajara de uno de los coches, hasta que un día finalmente llegó, pero distinto, cuenta su madre, con problemas que no tardaron en aflorar.

Aun así, con el paso de los años y el apoyo familiar logró reponerse del horror y, sobre todo, hallar refugio en un grupo de compañeros con sus mismas vivencias.

Como mencionan otros miembros de su familia, Daniel llevará el peso de lo vivido para siempre, pero hoy encuentra consuelo en compartir su experiencia para ‘malvinizar’ a todo el que quiera escucharlo. “Me gusta que haya hecho esto porque es una salida para ellos, pueden hablar. Hay que contar la historia para que no se pierda”, dijo.