LA HISTORIA DE NAVIA ROMERO
“En el gimnasio puedo descargar mi bronca”
Como tantas historias relacionadas con el boxeo, la de ella incluye un pasado difícil y una etapa de mucha depresión que dejó atrás gracias a que un profesor le insistió para que comenzara a ir al gimnasio. “Acá encontré amigos, es un lugar en el que me despejo y comparto”, aseguró.
Las historias de vida en el boxeo suelen incluir pasados tormentosos y ejemplos de superación. El de Navia Romero es uno de ellos. Morocha, flaquita, con el pelo atado con una colita y un tatuaje muy visible en el cuello, parece desatarse cuando se calza los guantes. Es un remolino tirando golpes, aunque también se hace un tiempo para posar en guardia con el gobernador, Claudio Poggi. Parece estar viviendo un sueño.
“Hace unos cinco meses y medio que empecé a venir al gimnasio, a pesar de que no me gustaba el boxeo. Lo hice porque uno de los profesores me insistió mucho, a pesar de que yo no le daba bolilla al principio”, comienza su relato la chica, que por momentos da la sensación de no encontrarle explicaciones a su presente, aunque se sienta parte de ese ambiente de gimnasio, que combina sudor y adrenalina.
Pero hurgando un poco más, Navia se suelta y cuenta: “Hoy para mí el boxeo es todo, me sacó de la depresión. Gracias a Dios estoy bien ahora, este es un lugar para despejarte; venís, compartís con amigos. Cuando me siento mal, vengo sin dudarlo, es una especie de red de contención, me despejo un montón acá, saco toda mi bronca”.
Un rato antes había subido al ring, en una exhibición en la que reflejó todo eso que lleva adentro, su bronca, sus frustraciones; pero también el agradecimiento que tiene hacia el boxeo porque le dio nuevos amigos y un espacio para olvidar todo lo malo que guarda en un rincón de la memoria. “De chiquita era de tirar golpes, pero después no lo había hecho nunca más. Y ahora estoy acá, en el gimnasio, ojalá pueda aprender todos los secretos del boxeo y llegar a ser alguien. Y si no, con lo que ya me ayudó estoy conforme”.