LITERATURA PUNTANA

Las filosofías que iluminaron a Polo Godoy Rojo


En el Día del Escritor, Mirtha Dolores Godoy de Reinoso, hija del destacado autor, comparte qué inspiró a una de las voces más enraizadas en la Puntanidad. Retrato de un lector curioso e incansable que fue también un maestro rural metafísico.

El Día del Escritor se conmemora cada 13 de junio en homenaje al nacimiento de Leopoldo Lugones (1874-1938), poeta, cuentista, ensayista y novelista argentino.

Polo Godoy Rojo nació en Santa Rosa del Conlara, el 26 de enero de 1914, y murió a los 90 años, el 4 de julio de 2004. Sus experiencias como docente en la Escuela Provincial de Concarán y luego en parajes como Monte Carmelo, en Balcarce y Pozo Cavado, lo empujaron a llevar adelante un diario, del cual germinará su trascendental obra “Donde la Patria no alcanza”, laureada con el primer premio de la “1ª Bienal Puntana de Literatura”, y con faja de Honor de la SADE.

Entre cuentos, poemas, novelas, relatos para niños y obras de teatro, el autor sumó 28 publicaciones. Con “Campo guacho” obtuvo el Premio Emecé, en 1960. El diario La Prensa lo ubicó, entonces, “entre quienes continúan la senda por la que transitaron Hernández, Payró, Sánchez, Güiraldes y Linch”.

Su obra literaria también germinó en Córdoba donde fue inspector de escuelas e integró la junta de clasificación docente. Además, Polo participaba activamente en el ambiente cultural cordobés. La filial de la SADE en esa provincia lo reconoció como uno de los escritores del milenio y en la Universidad Nacional de Córdoba, se estudian sus obras más importantes.

A continuación, su hija Mirtha Godoy de Reinoso, Licenciada en Filosofía, comparte reflexiones a la luz de un inmenso legado.

“Si la vida… no me hubiese puesto ante el cuadro doloroso de mis alumnitos campesinos, si yo no hubiera tenido sensibilidad para conmoverme ante la tristeza de sus ojitos, ante el desamparo de sus piececitos descalzos …no hubiera sentido desde ese momento cómo cambió mi corazón y cómo fue otro el sentido de la vida para mí.

Murió entonces el muchacho. Nació el hombre.”

Así inició su búsqueda, su necesidad de mostrar a toda la sociedad esa nueva realidad que había descubierto y que lo llamaría a hacer sentir su voz para que otros conocieran la vida de tantos seres sufrientes.

Así su primera búsqueda lo emparenta con la Filosofía que también toma como punto central este tema: el hombre.

El filósofo alemán Martín Heidegger nos hablará del “ser ahí”, es decir del hombre que es donde se revela el ser.

Polo, humildemente busca también interrogarse por el hombre y lo hace especialmente por el hombre argentino, es decir el hombre en su terruño (como le gustaba decir) y también en su patria y en la querida patria grande, que es América.

Le interesaba especialmente el hombre común, el que ama su tierra, el que admira las bellezas de sus sierras, la de sus arroyuelos, la hermosura de los árboles que crecen a orillas del camino, el cielo puro y fascinante …y todo aquello le hacía desbordar su corazón… y necesitaba expresarlo.

Un tercer motivo que lo inspiró y que no quiero dejar de mencionar es la tradición,

y así repetía que debía rescatarse el pasado, dar testimonio de otros tiempos, observar cómo se evoluciona como pueblo, porque eso permite valorar lo nuestro y así resguardar nuestra propia identidad.

No deja, por cierto, de señalar que en toda su obra sintió la presencia de Dios.

Era solo un maestro de escuela, maestro de profunda vocación, pero sentía el anhelo de superarse, cultivar su espíritu para brindar a sus hermanos lo mejor de sí.

Y así fue nutriéndose con la lectura de innumerables autores, muy reconocidos, exigiéndose cada vez más con constancia y disciplina.

En su amada biblioteca atesoraba ejemplares no solo de literatura, sino también de filosofía, arte, pedagogía y libros de honda espiritualidad.

Gustaba leer filósofos españoles como José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, y en un primer tiempo había comenzado a leer un libro que recuerdo puso en mis manos, cuando anuncié que estudiaría Filosofía: “Las lecciones Preliminares de Filosofía” del filósofo y escritor español Manuel García Morente.

También lo atrajo la lectura de Krishnamurti, del filósofo y teólogo Karl Rahner, Jean Paul Sartre, especialmente lo que escribió sobre literatura, Jacques Maritain, admirado por su humanismo Integral, y por cierto los filósofos griegos, en una hermosa colección de la Editorial Austral. Todos leídos minuciosamente, y hasta realizó una síntesis de “La crítica de la razón pura” de Kant; que tarde descubrí en una de sus libretas después de su partida…lamenté no poder comentarle que era un excelente trabajo. Menciono algunos de sus libros de filosofía, pero junto a ellos su lectura de libros de literatura era sumamente completa, incluyendo clásicos y escritores modernos.

No faltaban por cierto los libros de historia, y de autores de su “terruño”.

Si tuviera que señalar que corriente filosófica atraviesa su obra señalaría en primer lugar el humanismo integral (tal como lo concebía Jacques Maritain) y por cierto el existencialismo, porque encuentra su existencia como punto de partida, para lanzarse a la búsqueda de la verdad, mostrando una realidad olvidada o ignorada por muchos.

Fue un autodidacta, un maestro de escuela al que sus niños hicieron escritor.

Pienso que no alcanzó a comprender todo lo que dejaba con su valioso legado.

Quizá los jóvenes a los que tanto aconsejaba y acompañaba siempre, puedan recoger la semilla que sembró.

Partió lleno de proyectos, buscando esa luz inspiradora que siempre iluminó su vida, pero consciente que esa luz era el Dios en el que tanto creía y al que quería unirse para siempre.

 

Nota y foto: Prensa Secretaría de Cultura.


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