FESTIVIDADES RELIGIOSAS
Los sanluiseños profesaron su fe al Cristo de la Quebrada en la tradicional peregrinación
Familias enteras realizaron en la noche del martes la tradicional caminata rumbo a Villa de la Quebrada para cumplir sus promesas ante el Santo Cristo. Los fieles caminaron por la Autopista 25 de Mayo custodiados por móviles de Policía y bomberos. Hubo un importante dispositivo sanitario.
A paso lento pero constante y seguro. Tomados de la mano y aferrados también a un rosario, una familia completa caminaba relajada, sonriente, rumbo a Villa de la Quebrada. Ya cayó la noche y la temperatura comenzó a bajar, pero ellos sólo tienen en mente un reencuentro. Ése que miles de sanluiseños repiten año a año en la más grande manifestación de fe: peregrinan para ver al Santo Cristo de la Quebrada para cumplir sus promesas, o simplemente agradecerle sus milagros o gracias.
Desde el puente René Favaloro, en el noreste de la capital provincial, las postales se repiten. Hay un común denominador, las mismas acciones. La gente llega en autos, micros o taxis hasta la salida de la autovía que conecta a San Luis con La Punta. Desde hace muchos años es el punto de partida hacia la comuna norteña, hasta la parroquia del Santo Milagroso.
Todos, adultos, jóvenes y hasta chicos, llegan entusiasmados. El gran desafío es llegar, cumplir, ofrendarle al Cristo el esfuerzo, decirle ‘Acá estoy, llegué’. No importa si cuesta mucho o poco. Lo relevante es cumplir, darle las gracias por la buena salud, por conseguir trabajo, por recibir la anhelada casa, alcanzar la paz, encontrar el amor, la compra del auto soñado o simplemente por costumbre. Lo cierto es que miles de puntanos, cada 30 de abril al anochecer, renuevan esa tradición y demuestran su fe paso a paso.
Los pequeños o grandes grupos de caminantes son fáciles de identificar. Las parejas o matrimonios van de la mano o del brazo, las familias enteras lo mismo pero más despacio, casi como dándole tiempo a los hijos para que sigan el ritmo. Y salvo algún acalorado, todos peregrinan abrigados, con ropa y calzados cómodos.
Otro grupo de promesantes lo componen los amigos. Toda la banda, al margen de su fe y de las promesas personales, van de caminata como en una aventura y las charlas no cesan. Tampoco las bromas ni las risas. Ellos toman la peregrinación con alegría.
También van los novios, jóvenes, que caminan lento y conversan casi por lo bajo. Comparten los sueños y tal vez la promesa. En cada pausa de tanto caminar, también hay besos.
Los grupos de compañeros de trabajo son otra referencia. No son muy numerosos, pero comparten un objetivo común en su promesa. Probablemente ligada a su labor colectiva.
Antes, hace tiempo ya, la gente solía caminar con alguna pequeña radio con la sintonía clavada en el dial de las emisoras que transmiten, año a año, lo que ocurre durante la peregrinación. Las grandes pilas eran el motor de ese aparato. Hoy eso no se ve. Cada peregrino lleva su celular, auriculares, y oyen su música favorita. Los locutores han perdido audiencia.
Al llegar a La Punta, a la altura del acceso a la ciudad, está el primer puesto de asistencia. Además de móviles de la Policía y ambulancias, asociaciones civiles ofrecen agua, café o mate cocido a aquéllos que necesitan energía.
También hay otro puesto por la misma vía pero a la altura del acceso hacia la Universidad de La Punta. Los caminantes están asistidos, tienen compañía.
Con el transitar de los kilómetros la fatiga se empieza a sentir y algunos se ayudan con improvisados bastones o toman cortos descansos. En algunos casos el cumplimiento de las promesas es llegar hasta la mitad del recorrido, en El Suyuque, para continuarlo desde allí hasta Villa de la Quebrada el año siguiente, aunque la opción mayoritaria es hacer el trayecto ‘de una sola tirada’.
Lo cierto es que en 2019, en pleno otoño y a pesar del fresco de la noche, miles de sanluiseños le dan vida a una añeja costumbre. La de peregrinar con la fe como gran motor y con un destino que abrazan sin dudar: la de caminar hasta la coqueta parroquia norteña, persignarse ante el Santo Cristo de la Quebrada y renovar esa devoción que, no sólo no cesa, sino que crece todos los años, y que convirtió a la masiva caminata en una de las demostraciones religiosas más grandes de la Argentina.