Chosmes, una posta de soñadores

Con las inversiones públicas proyectadas, la localidad quiere atraer al turismo y armar una superliga de fútbol. Entusiasmo luego de los anuncios sobre los parajes que hizo recientemente el gobernador Alberto Rodríguez Saá.

Tierra de comunidades originarias y posta del camino en 1869, según investigó Jesús Liberato Tobares, la localidad respira su pasado entre los montes. De ahí, todavía emergen nombres y apellidos que desafían cada estación.

“Vivo doce kilómetros al norte, en La Brea, vengo todos los días a caballo a trabajar. Antes vivía en la Salina”, cuenta Armando Lucero de 51 años, encargado de mantenimiento en la Escuela Nº 311 “Luis Jofré”, cuyo patio de tierra se comparte además con las vizcachas.

“Tengo seis hijos. Desde el más grande hasta el más chico vienen todos a caballo a la escuela, en invierno o verano. Se levantan a las 4:30 de la mañana a tomar el té y a buscar los caballos”, dice orgulloso y en un tono tranquilo, como las crinas que amansa.

Antes de ordenar las aulas, Lucero empuñaba el hacha. “Mi papá fue hachero toda la vida y me dijo que siguiera sus huellas trabajando en la campo”, agrega con un rostro curtido por las astillas y el pasado.

A su lado, Nelson Bustos de 42 años también parece inmune al frío de este viernes. “Antes estaba en el Plan de Inclusión Social y ahora me contrataron en la escuela. Somos 24 hermanos. Mis padres también nacieron en el pueblo”, narra.

Nelson terminó el secundario hace dos años. Se encarga de la seguridad. Ahora, ante los anuncios del gobernador Alberto Rodríguez Saá con el plan “Sueños Puntanos”, el cuidador quiere que sus hijos terminen el secundario entre la  calma del bosque nativo. La posibilidad de implementar una escuela generativa en la zona despierta expectativas en las familias. Antes era más complicado. “Mi madre falleció a los 49. Y quedó con todos los hijos a cargo mi padre. Hachando madera, explotando carbón, limpiando campos, haciendo picadas, y con eso nos crió a todos”, revela.

Más allá, Sergio Lucero ensilla su caballo. Tiene que cuidar los animales de una estancia cercana. La escarcha de anoche fue brava. No lleva poncho, pero lo protege una esperanza. “Hay que seguir luchando, abrigarse y salir adelante para luchar por el pan de cada día”, asegura el cuidador de 25 años, y recuerda: “Cuando yo era niño no había asfalto, ni iluminación, ni centro de salud y ni planta potabilizadora”.

El joven resalta los anuncios de crecimiento para su tierra. Quiere defender este oficio familiar al igual que sus costumbres. “Desfilamos a caballo en la procesión de San Expedito, con chocolate y locro como si fuera el 25 de Mayo. Para nosotros es muy importante mantener estas tradiciones, porque venimos de gente humilde. Me gustaría que en la escuelita de acá también se enseñen cosas de campo”, apunta antes de que lo borre el polvo del camino.

Rodeados de silencio, los pobladores ahora pueden dar rienda suelta a su imaginación. Proyectan un polideportivo, un balneario y hasta una superliga de fútbol en la zona ubicada a casi media hora de la ciudad capital. “Vamos a tratar de que se reactive para los chicos”, señaló Nelson.

Nota, foto y video: ANSL.