INFORME ESPECIAL
Árboles, los aliados perfectos para sanear las heridas de la Cuenca del Morro
El Gobierno de San Luis ya plantó más de 830.000 ejemplares en diferentes zonas afectadas por el desbalance hídrico. Albarrogos, álamos, acacias, sauces, olmos y pinos son las especies elegidas para recuperar las tierras puntanas. El abordaje integral que el Estado provincial le da a esta emergencia ambiental, es único a nivel nacional.
Con el fin de sanear las heridas que lastiman a la Cuenca del Morro y afectan a más de 370 mil hectáreas, el Gobierno de San Luis desarrolla un intenso trabajo en la zona. La forestación se presenta como el elemento fundamental para lograr la remediación ambiental, pero para entender por qué son importantes los árboles, primero es necesario saber qué son las cuencas hídricas.
Éstas se constituyen como áreas de terreno que drenan agua hacia un punto en común; puede ser un río, un lago o el mar. En el caso de la Cuenca del Morro, el agua se abre paso y busca llegar al Río Quinto. Las cuencas juegan un papel primordial a la hora de la preservación de la biodiversidad y la integridad de los suelos.
La gran deforestación que sufrió esta zona, y por la conformación propia de los suelos puntanos, la voladura de tierras fue una constante en la Cuenca del Morro, como así también las prácticas agrícolas no sustentables por parte de los productores. Con el paso de los años, este combo originó un desbalance hídrico evidenciado en la aparición de nuevos ríos, lagunas, cárcavas y sedimentación que afectan a la tierra puntana.
En este punto es donde los árboles entran en acción: “La forestación que desarrollamos desde Gobierno se podría llevar adelante con cualquier tipo de planta, pero elegimos realizarla con árboles porque son grandes, poseen raíces de importantes dimensiones y van a absorber una gran cantidad de agua”, explicó el ingeniero agrónomo del Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción, Agustín Pitavino.
Al igual que la elección del tipo de planta a introducir en el terreno dañado, el lugar por dónde iniciar la plantación también fue objeto de reflexión y se estableció a partir de un criterio primordial: asistir a la población de los centros urbanos afectados por esta emergencia ambiental.
“Nuestra idea era ayudar a los ciudadanos y que todos obtengan beneficios con la forestación, por eso arrancamos con los márgenes de las rutas y los caminos vecinales. Con los árboles buscamos que el agua no se suba a los caminos, que se conviertan en un reparo ante los fuertes vientos y que frenen el polvillo del ambiente. Además, las cortinas forestales impedirán que estos elementos lleguen a los cascos urbanos de las localidades cercanas a la Cuenca”, continuó Pitavino.
Dónde y con qué especies
Además de rutas y caminos, la plantación efectuada por el Ejecutivo puntano se desarrolla en cárcavas y bañados. Las primeras se constituyen como barrancas que pierden tierra por la voladura que sufren sus suelos y “funcionan como una canilla: si no la cerrás, va a perder agua. Entonces, plantamos árboles cuyas raíces se agarran fuertemente a los costados de la cárcava y la abrazan, como una especie de red. Ellos son los olmos y acacias”, explicó el técnico. Con el tiempo, las cárcavas fijarán su suelo, recuperarán pasto, se generarán nuevos árboles y se transformarán en un valle productivo.
Un proceso similar ocurre con los bañados. Plantar árboles en las cercanías de las lagunas permite una mayor absorción del agua que se encuentra en superficie, por lo que se frena el desarrollo del humedal y, con el tiempo, disminuirá su dimensión. “En estos casos forestamos con sauces que son ideales porque sus raíces se extienden como una gran red, aferrándose al suelo, controlando las lagunas y ayudando al balance hídrico”, indicó Pitavino.
La cartera medioambiental ya plantó más de 830.000 ejemplares y selecciona especies que se pueden adaptar rápidamente a cada terreno afectado. A las ya mencionadas acacias, olmos y sauces, se le suman algarrobos, álamos y pinos, elegidos por sus diferentes características. El primero es originario de la zona, el segundo posee raíces que fijan suelos sueltos (médanos) y el último crece en zonas rocosas, como la parte alta de la Cuenca.
Los productores también deben forestar
Las características de conformación de los suelos puntanos hacen que estos sean muy frágiles, razón por la cual es necesario cuidarlos a partir de buenas acciones. La Ley de Emergencia Pública en Materia Ambiental, sancionada por el Poder Legislativo provincial el año pasado, establece que los productores deben forestar el 5 % de sus establecimientos productivos.
“Los productores han tomado la problemática, saben que tienen que forestar y muchos empezaron a interesarse en cómo hacerlo, a la par de que nos presentaron sus planes de manejo del suelo. Desde el Ministerio los estamos convocando para mostrarles alternativas de plantación. Es un proceso lento, pero la conciencia ya empezó a brotar”, informó el ingeniero agrónomo.
La tarea debe ser asumida con la mayor responsabilidad, acudiendo a profesionales capacitados y trabajando en equipo, ya que si un productor hace las cosas bien pero su vecino no, éste último afectará a las buenas prácticas implementadas por el primero. “Esto es un efecto dominó, cada uno tiene que aportar su parte, es por ello que el Gobierno propuso un abordaje integral de la Cuenca del Morro, algo que no se ve en otras partes del país que sufren similares problemáticas”, concluyó Pitavino.
Nota y fotos: Prensa Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción.