EFEMÉRIDES DEPORTIVAS
A Michael Jordan le quedaban tres anillos por ganar
El 19 de marzo de 1995, el mejor jugador de todos los tiempos volvía a las canchas de baloncesto, con los Chicago Bulls, tras su paso por el béisbol.
“I’m back”. “Estoy de vuelta”. Con estas palabras -el comunicado, posiblemente, más eficaz de toda la historia del deporte- Michael Jordan volvió a revolucionar el baloncesto, el 18 de marzo de 1995. El mejor jugador de todos los tiempos informó al mundo que retornaba de su retiro, que abandonaba el béisbol -su gran sueño-, para ponerse de nuevo a las órdenes de Phil Jackson y dirigir a los Chicago Bulls a un nuevo ciclo glorioso, que culminaría con el logro de tres campeonatos.
21 meses. Ese fue el tiempo que pasó desde el último encuentro de Jordan, el que le dio a él y a la franquicia de Illinois su tercer anillo de la NBA. 21 meses desde que Air decidió abandonar los pabellones deportivos por los campos de béisbol, con los Birmingham Barons (equipo afiliado de los Chicago White Sox) de las Ligas Menores, para escapar del ruido, de la atención desbordada, de la imagen de su padre asesinado. Su muerte fue definitiva para que dejara el básquet.
Pero su historia no podía quedar así. Su grandeza estaba incompleta con ese adiós. Y, por eso, el universo decidió devolverle al camino recto. Creó un caos como nunca antes se había visto en su nuevo deporte y, con las Series Mundiales de 1994 canceladas y los entrenamientos de primavera en manos de reemplazos, la tentación de volver al lugar de donde nunca se tuvo que haber ido apareció más dulce, atractiva y tierna que antes.
“No era algo esperado. Si no hubiera sido por la huelga en el béisbol, no estoy seguro de que hubiera vuelto, ni en ese momento, ni nunca. Estaba disfrutando de sí mismo, realmente le gustaba la camaradería con sus nuevos compañeros y la menor fanfarria en torno a él”, confesó Curtis Polk, la mano de derecha de su agente en la NBA, David Falk.
La decepción del béisbol hizo girar de nuevo la rueda. Falk dijo a Reinsdorf, propietario de los Bulls y White Sox, que Jordan meditaba su regreso. Reinsdorf habló con Phil Jackson. Y Phil con Jordan. El mítico 23 no estaba seguro de si quería volver en temporada regular o sólo en playoffs. El Maestro Zen le señaló que esa última idea era imposible, que debía prepararse antes de las batallas finales, no sólo para agarrar ritmo sino también para conocer a sus nuevos compañeros. Michael habló de 15 partidos; Jackson, de 20. Finalmente, serían 17 y su primer rival, un día después del comunicado, fueron los Indiana Pacers, de Reggie Miller.
Indiana se convirtió por un día en el centro del mundo. Los Pacers tuvieron que pedir más seguridad ante las expectativas creadas. Repartieron 400 pases de prensa, más que para cualquier otro partido de playoffs en su historia. Jordan no acompañó al equipo en el viaje, fue por su cuenta, en el avión privado de uno de sus patrocinadores. Pero cuando estuvo en la cancha fue uno más.
Con el 45 a la espalda (su 23 estaba retirado y había que pedir permiso a la NBA para recuperarlo, algo que logró en la serie de playoffs contra los Orlando Magic), MJ saltó a la cancha el 19 de marzo de 1995. Los Pacers sacaron una ventaja de 18 puntos en la primera mitad antes de que Jordan hiciera su primera canasta. Los Bulls llevarían el partido a la prórroga, pero los locales aguantaron y ganaron. El hijo pródigo acertó sólo 7 de sus 28 tiros para 19 puntos, 6 rebotes, 6 asistencias y tres robos de balón. Daba igual. Jordan había vuelto y tres anillos más le esperaban a la vuelta de la esquina.
“Cada asiento estaba ocupado. Los árbitros incluso parecían estar más involucrados en el partido y cada jugada era ovacionada con más fuerza. Acababa de traer una nueva energía a todo el mundo. Estoy seguro que vendieron más cerveza y pretzels”, dijo su compañero Luc Longley. “Comenzaron otra vez a vender camisetas de Jordan, y las ventas de la de Longley bajaron (risas)”.
Fuente: www.baloncesto.as.com.
Foto: Barry Gosagge.
Video: Youtube.