RESEÑA LITERARIA
“Villancicos en la voz de la tierra”
El poeta y escritor Jerónimo Castillo analiza la obra navideña de Dora Ochoa de Masramón.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, el villancico es una canción popular, principalmente de asunto religioso, que se canta en Navidad.
Para esa ocasión especial, la docente e investigadora nacida en Concarán, Dora Ochoa de Masramón (1913-1991), construyó una fábula poética principalmente para niños cuyo escenario es el Valle de Conlara.
Jerónimo Castillo comparte su opinión sobre los “Villancicos en la voz de la tierra”:
Conocer la tierra como llegó a conocerla con una cosmovisión inimaginable, como llegó a conocerla desde su Concarán, en el Valle de Conlara, Dora Ochoa de Masramón le permitió compilar los villancicos que componen la obra, y que ella misma prologa en 1979, que fuera editada en 1980.
La autora, conocedora de cada rincón, de cada rayo de sol en la piedra, de cada quebrada, llano, monte, astilla de su valle, le canta al recién nacido Niño Dios con los elementos argumentales que la tradición nos ha hecho llegar.
Allí tenemos el pesebre, el buey, el burro, la falta de abrigo para el pequeño, los pastores que arriman elementos para que la sagrada familia pueda soportar las inclemencias que en el hemisferio norte, para la llegada del Niño Dios, se multiplican, teniendo presente que no estaban en su casa.
Hasta aquí, Dora Ochoa de Masramón, Dorita, como solíamos llamarla quienes la conocimos, cumplió fielmente con el cuadro navideño que hace dos milenios representa el nacimiento del Hijo de Dios.
Pero hay un detalle, no son solamente los animales del Medio Oriente los que se hacen presente en los villancicos de la autora puntana, no son los arquetípicos pastorcillos de la historia sagrada, los animales no quedan circunscriptos a los remanidos que venimos viendo desde niños en las representaciones del sacro nacimiento, sino que aparecen en escena los niños del Valle de Conlara, quienes dejan de ser pastorcillos para encarnar los boyeritos encargados de cuidar los rebaños y majadas, aparecen los pájaros del Valle, los que son mencionados y en el glosario explicados por la autora con concretas definiciones que su conocimiento de la ornitología lugareña le permitió plasmar. Aparecen las montañas y mogotes de los Comechingones, el agua del río Conlara, de los arroyos cantarinos que bajan de la sierra, aparecen los labriegos de ambas márgenes del río.
El nacimiento adquiere a través de la palabra de la autora, sabor a nuestra tierra, con bien lo designa en el título “Villancicos en la Voz de la Tierra”. Cuánto pudo decir Dorita Ochoa de Masramón por su profundo conocimiento de su aldea, como docente, como investigadora, por sus incansables recorridos a caballo por toda la zona, que le permitieron adentrarse en el alma de los lugareños, en el silbido de los pájaros, en el mugir de vacas, en las voces del viento.
Esta obra hizo nuestro el nacimiento del Niño Dios. Extrapoló lo que la universalidad conoce ocurrido en el Oriente Medio, a nuestra casa, a nuestra tierra, a nuestros cariños que como cristianos y lugareños tenemos de tan bendecido acontecimiento.
Dora Ochoa de Masramón le dio un toque sublime a la llegada del Salvador, poniéndola en nuestras manos, en nuestra gente, en nuestra tierra. Y pudo hacerlo si tenemos presente el universo de su conocimiento que se volcó en sus estudios, tales como “Apuntes de Historia Natural”. “Folklore del Valle de Concarán”, “Mitos y Leyendas”, “Cantares de la Tradición Puntana”, “La víbora mamona”, “El Arte Rupestre en el Noreste de San Luis”, “Cien Aves de San Luis”, entre otros.
Tener este estudio a mano, poder transmitírselos a nuestros niños, será el mejor regalo que podemos hacerles en esta Navidad, en esta Natividad, en este Nacimiento, y colocar una silla más en nuestra mesa para festejarle el cumpleaños al Salvador.
Villancicos en la voz de la tierra
Fuente y fotos: Biblioteca Digital San Luis.