El Superclásico paraliza al país: River y Boca van por todo
¡Y por fin llegó el gran día! Desde las 17 de este domingo se juega una nueva edición del superclásico del fútbol argentino. River y Boca se enfrentan por centésima vez de manera oficial en el Monumental, en un partido para no perdérselo. Diego Abal será el árbitro.
Cada capítulo de la frondosa historia del superclásico despliega un abanico de factores y situaciones que hacen al juego, pero que también lo trascienden. El plano futbolístico, la condición climática, la lucidez de cada entrenador para planificar el partido, pero también para leerlo a tiempo como para afirmar o modificar una idea en el medio del desarrollo, las decisiones arbitrales y hasta el buen descanso previo y la concentración de cada protagonista son elementos que hacen al todo.
El que se desarrollará esta tarde desde las 17, en el estadio Monumental y con Diego Abal como juez, no estará exento de esas aristas, pero a la vez será una historia en sí misma. Única.
Uno de esos factores a considerar tiene nombre y apellido: Carlos Tévez. Será interesante ver cómo encara el ídolo el que podría ser su último River-Boca, y a la vez observar cómo asimiló el plantel xeneize y el cuerpo técnico las declaraciones del Apache del último jueves, cuando en conferencia de prensa dejó entrever que quizás en enero ya no pertenezca al club de la Ribera. Un superclásico no es igual a una final de Copa Libertadores, ni Tévez es Juan Román Riquelme. Sin embargo, el link entre esta situación y la de aquella noche de julio de 2012 en San Pablo, cuando el entonces Nº 10 dijo sentirse vacío y dejó el equipo tras la derrota frente a Corinthians, es automático. El otro es Guillermo Sara, al que un inoportuno golpe en el hombro derecho (sufrió una luxación en el entrenamiento de ayer) lo dejó afuera y lo metió a Axel Werner, que tendrá un debut inesperado bajo los tres palos xeneizes.
En la misma situación que Tévez está Andrés D’Alessandro en River, ya que no sabe qué será de su futuro en 2017.
En lo futbolístico, podría afirmarse que es Boca el que llega en una mejor condición. Con 25 puntos y único escolta del líder Estudiantes (27), arriba a Núñez con una evidente evolución en su juego y en su confianza. Atrás parecen haber quedado los golpes anímicos que fueron las eliminaciones en las semifinales de la Copa Libertadores ante Independiente del Valle, y en los cuartos de final de la Copa Argentina frente a Rosario Central. Incluso resulta lejana aquella racha sin victorias como visitante en el torneo local. Claros triunfos frente a Gimnasia (3-0, en La Plata) y San Lorenzo (2-1, en el Bajo Flores) hicieron añicos aquel karma.
Hubo un factor en el último tiempo que es fundamental para entender la mejoría de Boca: el regreso de Fernando Gago. Su gran nivel exhibido ante el Ciclón y, sobre todo, contra Racing, ordenó todo. El Nº 5 tomó las riendas del mediocampo. Juega y hace jugar. Su presencia liberó y potenció las actuaciones de Pablo Pérez y Rodrigo Bentancur, y también es fundamental en la generación de jugadas de riesgo. El hombre de Ciudadela también vivirá sensaciones encontradas: volverá al escenario en el que hace 15 meses se rompió por primera vez el tendón de Aquiles izquierdo, antes del minuto de juego.
¿Y River? Con la espalda bien cubierta por los casi 60.000 espectadores que colmarán el Monumental, y a la vez con el pecho inflado, porque como vigente monarca de la Recopa Sudamericana, y como último campeón argentino de las copas Libertadores (2015) y Sudamericana (2014), le pega deportivamente a Boca en donde más le duele: su orgullo en el plano internacional. Incluso a pesar de que el historial establece que el conjunto de La Ribera duplica todas esas conquistas riverplatenses. Pero el conjunto de Núñez disfruta de sus éxitos recientes en detrimento de las penurias xeneizes, que el año próximo mirarán por TV la Libertadores, a una década de su última conquista en la Copa que más le gusta.
En lo relacionado al juego, el equipo que conduce Marcelo Gallardo no termina de reinventarse. El presente lo encuentra en una posición expectante, con 19 puntos, a 8 de Estudiantes, y con un andar irregular: cinco victorias, cuatro empates y tres derrotas. Pero con un detalle a considerar: de local se hace fuerte (ganó cuatro encuentros e igualó dos).
River también llega al partido de hoy con algunas incógnitas. La primera tiene que ver con la formación, ya que Gallardo está analizando si mantiene a Pity Martínez (dentro del esquema habitual del 4-2-2-2) o pone una zona de volantes más combativa agregando a Iván Rossi y jugar 4-3-1-2, con D’Alessandro cerrándose a la posición de enganche.
En lo que se refiere a los nombres propios, otra duda es ver cómo responderá Jonatan Maidana, que volverá a ser titular luego de un desgarro que lo dejó afuera de las canchas por 44 días.
¿Qué se juegan River y Boca en este nuevo capítulo superclásico? Más allá de los tres puntos y la satisfacción de derrotar a su rival de toda la vida, los de Núñez encontrarían en un éxito el impulso suficiente para encarar de la mejor manera la final de la Copa Argentina del próximo jueves, frente a Rosario Central. Por el contrario, un tropiezo será un duro golpe anímico que deberá absorber y superar lo más rápido posible. Al margen del clásico, el gran objetivo de River en este semestre es clasificarse a la Copa Libertadores del año próximo. Y para ello deberá dar la vuelta olímpica en cinco días, en Córdoba.
Por el contrario, Boca llega a este duelo con la intención de cerrar con una alegría de las grandes un año frustrante, que comenzó con un categórico 0-4 frente a San Lorenzo en la Supercopa Argentina, continuó con la pronta salida de Rodolfo Arrubarrena y el arribo inmediato de los Barros Schelotto, y que atravesó el escándalo con Daniel Osvaldo en Uruguay y con Ricardo Centurión en la noche porteña y en las redes sociales, además de las ya nombradas frustraciones ante Independiente del Valle y Central. Todos hechos que, por lo visto en las últimas semanas, quedaron atrás. Incluso, con una victoria en el Monumental el equipo que conducen Guillermo y Gustavo Barros Schelotto puede treparse a la cima del campeonato, al menos hasta que termine el partido de Estudiantes (visita a San Martín, en San Juan, desde las 19). En cambio, una caída contra River le hará retroceder varios casilleros en el aspecto anímico, además de que podría culminar el domingo en el quinto puesto.
Pero habrá un nuevo River-Boca. El número 242 oficial de un historial que favorece a los xeneizes 86 a 78 (77 empates), dato que para nada servirá desde el mismísimo momento en el que Diego Abal, a las 17 en punto, pite y anuncie que “¡Se juega!”.
Nota: Diario La Nación.
Fotos e infografías: Diario Olé.