DIVULGACIÓN DE LA CIENCIA

Guillermo Jaim Etcheverry disertó en Terrazas del Portezuelo


El ex rector de la Universidad de Buenos Aires, Guillermo Jaim Etcheverry, disertó sobre la “La educación en la sociedad actual” en el marco del Ciclo de Conferencias “Hacia la revolución científica y tecnológica 4.0”.

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El miércoles 24 de agosto, en el Salón Blanco de Terrazas del Portezuelo, se desarrolló la 3ª conferencia del ciclo “Hacia la revolución científica y tecnológica 4.0”, organizado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología. La conferencia, a cargo de Guillermo Jaim Etcheverry, estuvo abocada a la reflexión sobre la situación actual de la educación, y los desafíos y problemáticas de educar en la sociedad actual.

Jaim Etcheverry inició explicando que la educación argentina tiene tres grandes problemas: “Tenemos poca gente educada, una gran desigualdad en la distribución del bien educación, y graves problemas de calidad”.

“Incluso quienes han recibido educación, tienen una educación de calidad al menos dudosa”, sentenció, y agregó que aunque la primaria tiene cobertura casi completa y casi un 98% de los chicos va a la escuela, a partir de ese nivel comienza un proceso de desgranamiento.

“De cada 100 ingresantes a la educación primaria, sólo 37 logran completar la educación media. Eso es una cifra sumamente preocupante, y creo que esto es un tema central”, indicó durante la disertación en la que participaron funcionarios de la cartera de Educación, de Ciencia y Tecnología, docentes, supervisores regionales y público en general.

Por otra parte planteó que entre el 42% y el 45% de la fuerza de trabajo argentina, es decir las personas de 25 a 64 años, no ha completado la educación media, mientras que en países desarrollados como Estados Unidos ronda el 12%, en Canadá el 16% y Alemania el 17%. “Necesitamos que la educación media completa sea algo prácticamente universal, que llegue a todos”, expresó.

En el mismo sentido explicó que la situación se repite a nivel universitario, donde en la Argentina sólo el 10% de las personas tiene estudios completos, mientras que Corea del Sur y Estados Unidos tienen un 44% y 35% de personas con estudios universitarios, respectivamente. “Esto es demostración de la poca gente educada con la que cuenta la sociedad argentina; hay que hacer un esfuerzo por educar a una mayor cantidad de personas”, planteó.

“Hay una gran desigualdad en la distribución del bien educación; las personas que tienen universos económicos más altos tienen alrededor de 14 años, en promedio, de educación; mientras que los hijos de las personas de los grupos socioeconómicos más bajos tienen alrededor de 6 a 7 años”, explicó.

El tercer problema que Jaim Etcheverry detecta es la calidad educativa en el sistema educativo argentino. “Es un tema muy complejo y muy debatido por los especialistas, pero uno puede evaluar la calidad midiendo si una persona es capaz de comprender lo que lee, si puede hacer simples abstracciones de operaciones vinculadas con la matemática, y una cierta orientación en el tiempo y espacio histórico”, resaltó.

El académico explicó que en América Latina la UNESCO realizó estudios para medir la calidad educativa, y desde la 1ª evaluación, en 1997, la Argentina ha ido perdiendo posiciones respecto a otros países. “En el 1º operativo de evaluación, Argentina estaba 2ª después de Cuba; en el 2º operativo, en el 2006, estábamos 6° después de Cuba, Costa Rica, Chile, Uruguay y México; en el último, en el 2014, estamos 8º”, detalló.

Jaim Etcheverry indicó que a nivel mundial la situación argentina tiene características similares, ya que según los resultados del 2012 del estudio PISA, la Argentina se encontraba en la posición 59 de 65 en matemática, y en el puesto 61 de 65 en comprensión lectora.

“Esta evaluación se realiza sobre los chicos de 15 años que están en la escuela, pero ya hay un porcentaje muy grande que ya no están en las escuelas; estas cifras catastróficas son de los que todavía están en el sistema educativo. Imaginen si midieran a los que ya no están en las escuelas”, destacó.

Dicho estudio establece una evaluación de 0 a 6 para indicar el nivel de los alumnos, siendo 2 el nivel mínimo requerido para considerar que un joven tiene las herramientas suficientes para desenvolverse en la vida cotidiana. “En la evaluación de la comprensión lectora hay un 54% de los jóvenes argentinos por debajo del nivel 2: más de la mitad de los jóvenes argentinos no están en condiciones de comprender lo que leen”, sentenció, tras comparar dichos resultados con los de Canadá y Finlandia, ambas con sólo el 11% de sus niños por debajo del nivel 2.

“En la evaluación de matemática la situación es aún peor: el 67% se encuentra por debajo del nivel 2, es decir que dos de cada tres chicos tienen dificultades para realizar las operaciones más sencillas de matemáticas”, anunció.

“Uno podría consolarse diciendo: ‘Pero tenemos muchos muy buenos’. Pero si uno compara con otros países, esos muy buenos son pocos”, explicó, y comparó los resultados de Argentina y Finlandia, donde el país nórdico obtuvo un 14% de alumnos con elevadas capacidades de lectura y un 15% con elevados conocimientos de matemática, mientras que Argentina sólo cuenta con 0,5% en capacidades de lectura y 0,3% en conocimientos de matemática.

“En otras palabras, ni siquiera contamos con un grupo de elite de personas muy educadas”, advirtió.

En el mismo sentido explicó que en todos los países del mundo se ve que los chicos que más rinden son los hijos de los profesionales, los hijos de familias que pertenecen al 25% de los estratos económicos más altos, y los que van a las escuelas mejor dotadas. “En Argentina pasa lo mismo; sin embargo los que más rinden en la Argentina, rinden menos que los que menos rinden en 30 países; es decir, los mejores argentinos son peores que los peores de 30 países”, subrayó.

En la oportunidad expresó que cuando se conocieron los resultados de esta evaluación, en Israel los titulares de los diarios decían que los hijos de los abogados de Israel son peores que los hijos de los barrenderos de Shanghai. “Esta afirmación causó una gran sensación y cuestionamientos, porque Israel es un país que depende de la ciencia y la técnica para su superveniencia, y el bajo rendimiento de sus chicos en matemática es un tema de seguridad nacional. Cuando se conocieron estos datos en la Argentina se habló durante un día, en el mejor de los casos, pero nadie parece muy preocupado, y seguirán adelante hasta la próxima evaluación y resultados donde se dirá: ‘Qué bárbaro, qué problema grave tiene la Argentina!”, señaló.

Jaim Etcheverry explicó que se piensa que el problema de la calidad educativa “lo tiene la Argentina y no cada uno de nosotros”, y añadió: “Cada uno de nosotros piensa que milagrosamente, por algo inexplicable, se salvó de este tema, y todos pensamos que nuestros hijos, y sobre todo nuestros nietos, son extraordinarios”.

“Si uno le pregunta a los padres argentinos cómo está la educación en el país, el 70% contesta que está mal o muy mal. Sin embargo, si a esos mismos padres uno le pregunta si están satisfechos con la educación de sus hijos, el 70% de ellos dice que están satisfechos o muy satisfechos con la educación de sus hijos”, expresó.

En este punto señaló que la sociedad visualiza la problemática, pero cree que sus hijos están fuera de esa situación: “Esto se puede ver en todos los estratos, sean ricos o pobres, en los padres de niños en nivel primario o de nivel medio, ya sean de gestión privada o de gestión estatal. Todos responden con pequeñas variantes más o menos lo mismo, la gente tiende a ver que hay un problema con la educación general pero mi nene o mi nena es bárbaro, extraordinario”.

“No hay manifestaciones por las calles con pancartas para que a los niños les enseñen más; hay jurisdicciones argentinas que no han tenido clases por varios meses, y el reclamo de los padres no es que los chicos recuperen los conocimientos que no han adquirido, es que les certifiquen que han cursado ese año o grado que no han hecho”, señaló alarmado.

“Si no hay una demanda de calidad educativa esto no va a cambiar; hay que crear esta demanda y convencer a las personas de que efectivamente la crisis de la educación nos afecta a todos, hasta en nuestras propias casas; son nuestros hijos y nietos los que sufren esta crisis”, planteó.

Tras este punto, el ex rector de la UBA hizo referencia a algunos conceptos preconcebidos que tiene la sociedad: “En general los padres, y sobre todo los abuelos, piensan que los nenes y las nenas son pichones de Bill Gates, inteligentísimos, porque juegan con las tablets”.

“En realidad se sigue necesitando mayor capacidad intelectual para escribir un poema que para jugar con una tablet; el niño juega con una herramienta de su época, pero no demuestra eso una inteligencia especial, es en todo caso muestra de una habilidad operativa pero no hay una inteligencia especial detrás de eso”, resaltó.

Sobre este aspecto indicó: “Se nos trata de convencer de que la tecnología es fuente de inteligencia, que si uno utiliza aparatos que responden a desarrollos tecnológicos de avanzada uno es de avanzada. Pero lo que uno lleva a esos instrumentos es lo que importa, y eso que lleva es una construcción de la educación”.

Ideas y conceptos de la sociedad sobre la educación

Tras repasar los mayores problemas en la educación argentina, Jaim Etcheverry planteó algunas ideas comunes en la sociedad argentina que nos llevaron a esta situación. “Una de las ideas que quiero compartir con ustedes hace a ese desprestigio contemporáneo del conocimiento concreto; adviertan ustedes que hoy todos los que hablan sobre educación dicen que vivimos en una sociedad de saberes, de conocimiento… curiosa sociedad, a la que parece que nosotros queremos entrar por la puerta de atrás, porque el conocimiento concreto no es un objetivo central”, remarcó.

El disertante indicó que “si al nene o la nena le va mal en matemática, el padre argentino va a decir ‘el nene no nació para las matemáticas’. Eso no se le ocurriría nunca decirlo a un padre japonés, quien diría ‘el nene o la nena no hacen suficiente esfuerzo para aprender la matemática”, indicó.

En este punto resaltó que “se ha perdido la noción de que el aprendizaje supone un esfuerzo; cualquiera de ustedes que aprendió algo sabe que le costó un trabajo, obviamente interesado por el docente, apoyado por los padres pero un trabajo personal”.

“Sin embargo cuando llega el momento concreto, acudimos a una metodología compasiva a esta idea de ‘pobrecitos los chicos’. Son vistos como explotados por el sistema educativo; parecería que en la escuela, lo que hacen es exigirles que hagan lo que no entienden”, expresó.

“Es común escuchar: ‘Pobrecito, se quedó todo el fin de semana estudiando’. Y pareciera un logro que debe ser reconocido con un Premio Nobel o algo parecido, y en realidad el nene o a la nena lo único que hizo es cumplir con una tarea, que es precisamente lo que tiene que hacer, que es estudiar. Me parece que esa idea de que el aprendizaje supone un esfuerzo es una idea que está en ocaso en esta época”, advirtió.

Jaim Etcheverry indicó que otro comentario común es “pobrecito el nene, se aburre en la escuela”. Como si uno fuera  a la escuela a divertirse; vayan a otro lado a divertirse!”.

El académico pidió no confundir interesar a los niños en el conocimiento con divertirlos: “Se buscan todos los elementos para interesarlos pero no necesariamente es una diversión, no hasta el momento que se comprenda que acceder al conocimiento es un fin en sí mismo muy importante, esencial para el humano. Porque si algo nos define como humanos es nuestra curiosidad, el deseo de saber”.

“Los docentes tienen mucha responsabilidad, tienen que saber interesar a sus estudiantes, pero no necesariamente el objetivo es llegar a la diversión”, indicó.

Jaim Etcheverry invitó a recordar a los oyentes su paso por la escuela, y planteó que “seguramente hubo un profesor o maestra que sabía mucho de algo y logró contagiarles el entusiasmo por aquello que sabía. Todos ustedes deben de haber sido influenciados por alguien que sabía mucho y les contagió ese entusiasmo. Eso sigue siendo así”.

“El problema es que, gradualmente, la teoría pedagógica contemporánea pone énfasis en ciertos aspectos teóricos de la tarea de enseñar, pero pone muy poco énfasis en la idea del desarrollo de mucho saber de lo que se va a enseñar; los chicos no se entusiasman con las teorías pedagógicas, se entusiasman con el conocimiento concreto del cual el docente es un vehículo”.

Tras un breve repaso sobre la sociedad actual, a la cual considera sin profundidad, basada en la instantaneidad y sin reflexión, expresó: “La educación tiende a estimular la imaginación y a priorizar la reflexión. Pero ¿cómo lo hacemos en una sociedad que no cree en eso? Ahí está el dilema; yo creo que hay que seguir enfrentándolo, porque los chicos tienen derecho a saber que además de ese mundo banal y superficial que les mostramos, el ser humano podría ser otras cosas”.

“Si no asumimos la responsabilidad de mostrarles que hay otra cosa, me parece que los estamos estafando. Tenemos esa responsabilidad como generación mayor; hoy no queremos ser generación mayor, queremos ser jóvenes como los chicos, queremos ser los amigos canosos de nuestros alumnos o hijos. Ellos no necesitan amigos canosos, necesitan padres y maestros. Y nosotros no debemos rehuir esa responsabilidad”, sentenció.

La importancia de la lectura

Hacia el final de la disertación, Jaim Etcheverry hizo hincapié en la lectura y sus características. “Cuando hablamos de la importancia de la lectura, no lo hacemos porque seamos idólatras de los libros; lo hacemos porque la lectura tiene la virtud de introducir a las personas al tiempo dentro del humano”.

El académico consideró que “además del tiempo rápido en el que vivimos todos, donde nos deslizamos por las superficies de las cosas, los seres humanos también podemos vivir en un tiempo lento: el tiempo de la reflexión, de la imaginación, que incidentalmente es esencial para vivir en el tiempo rápido, porque todas las herramientas que usamos para vivir en el tiempo rápido son el resultado de que ciertas personas pensaran en tiempo lento”.

“Nuestros chicos tienen derecho a saber que hay un tiempo para reflexionar, porque además de formarlos como consumidores, deberíamos hacer el esfuerzo de mostrarles que hay otra posibilidad: la de ser creadores. Esto se hace en el tiempo lento, y la lectura tiene esa virtud, la de introducir a ese tiempo lento, el tiempo de la reflexión y de la imaginación”.

“Lo único propio que tenemos las personas es nuestro tiempo, somos tiempo y se nos va… En qué se nos va el tiempo es una decisión que tenemos que tomar en cada momento”, indicó.

Jaim Etcheverry concluyó la disertación planteando que para solventar la situación es necesario “tener una dirigencia que piensa que esto es importantísimo y que tenemos que hacer algo para cambiarlo”, aunque consideró que no parece ser la situación. Se debe “crear una demanda de calidad educativa, alertar a la gente y reflexionar sobre la educación que queremos para los niños y jóvenes de nuestra sociedad”.

El ciclo, que se extenderá hasta octubre, también contará con la presencia de especialistas como Miguel Brechner, Eduardo Kastika, Gabriel Sánchez Zinny, Gustavo Grobocopatel y representantes de IBM presentando a Watson, entre otros. El cierre del ciclo estará a cargo del gobernador de la Provincia, Alberto Rodríguez Saá, y la ministra Bañuelos.

Próximas conferencias

Fecha Conferencista Título de la conferencia
31-ago Eduardo Kastika “La creatividad y el desarrollo tecnológico”
2-sep Miguel Brechner “El Plan Ceibal, pedagogía y tecnología”

Nota y foto: Emanuel Lorenzoni – Prensa Ministerio de Ciencia y Tecnología.


Agencia de Noticias San Luis

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