TERRAZAS DEL PORTEZUELO
Pablo Corvalán canta en el Ciclo Cultural
El cantante salteño que vive hace tres décadas en San Luis desplegará varios géneros a las 17:00, con entrada libre y gratuita. Además destacó el legado de su amigo, el tenor Daniel Fernández, y sus convicciones artísticas.
“Nada es difícil en la vida. Lo único que te permite llegar es la pasión por lo que sentís. Cuando hay pasión por lo que sentís no te das cuenta del cansancio, el tiempo o si ganaste o perdiste económicamente. Esa pasión es el único motor que te hace conseguir las cosas. Ese fuego no se pierde. Uno termina haciendo en la vida solamente lo que le gusta hacer. Cuando no le gusta algo, lo deja y lo abandona”, reflexiona en su peluquería el cantante Pablo Corvalán, de 52 años.
Él, aunque desde pequeño lo alentaron para avivar su fuego, recién de grande sintió que irradiaba algo especial. “Siempre me fue empujando la gente para cantar hasta que cumplí los 40 años. Ahí, en una presentación, me di cuenta que había gente que estaba muy emocionada por lo que había cantando y vi que algo tenía mi voz, que yo no le estaba dando la importancia que le tenía que dar y lo estaba desaprovechando. Entonces tomé la decisión con firmeza de no arrepentirme por no haber empezado nunca”, cuenta Pablo. Cada tanto se le escapa la tonada salteña.
Corvalán tiene un amplio repertorio que orbita entre lo melódico, el folclore, lo lírico pero siempre vuelve a un género. “La mayoría de los premios que gané fueron en tango. Canté en el Luna Park para los cien años del natalicio de Hugo del Carril”, expresa. Los jurados eran Hugo del Carril hijo y Hugo Marcel, quien elogió al representante puntano por su despliegue vocal. Marcel además fue su ídolo de la infancia.
Pablo nació en Salta y a los 15 vivió en Buenos Aires. Luego eligió a San Luis, hace 30 años. “Mi esposa es puntana, mis hijos son puntanos, mis yernos son puntanos, mis nietos son puntanos y a mí me gusta más la tonada que la zamba. Me siento más puntano que salteño. Todo lo quiero y me gusta lo tengo acá”, dice sonriente.
En estas serranías dos figuras influyeron en su carrera como solista. “El guitarrista Juan Julio Ávila me ayudó mucho cuando llegué. En esa época yo creía que por haber estudiado cantaba realmente bien, hasta que don Julio me hizo dar cuenta sin querer que me faltaba entrenamiento”, narra.
Junto a su amigo, el tenor Daniel Fernández, con quien compartió varios escenarios, Pablo también creció musicalmente. “No sólo tenía una voz excepcional sino la técnica y la calidez de cantante y persona, sin egoísmos. Si te decía algo era para ayudarte. Su muerte fue una pérdida que nos dolió mucho”, indica.
Aparte del canto y la carpintería, la otra pasión de Corvalán es la peluquería. “Me apasiona cortar el pelo. Hace 25 años que soy peluquero”, señala orgulloso.
Acerca de la presentación en Terrazas del Portezuelo este jueves, el cantante analizó: “Hay mucho por hacer en la parte cultural pero me parece que esta iniciativa es un granito más de arena y esperemos que se sigan sumando cosas como estas para que los artistas tengan la posibilidad de subir a un escenario tan importante como el del Salón Blanco”.
Dueño de un pulido y versátil registro vocal, Corvalán, sin la tijera en mano, revela el secreto para continuar en la música que tantos amigos y satisfacciones le ha dado: “Jamás permito que por mi cabeza aniden pensamiento negativos”.
Nota y fotos: Matías Gómez.
Corrección: Berenice Tello.