LITERATURA
Tras el poema sublime
Klaudia Malatesta, autora de “Ceremonia en el aire” reflexiona sobre el poder de la literatura y qué la inspira del suelo donde se afincó hace un año.
A Klaudia le gusta recolectar objetos abandonados para transformarlos en arte, mediante collages. En su casa de Juana Koslay se respira esa alquímica misión que también hunde sus raíces en los poemas pero de forma más exigente.
“Hay máquinas de rimar pero no de poetizar”, reflexiona Octavio Paz en su libro “El arco y la lira”. Malatesta se toma el arte en serio: “La poesía es un lenguaje sublime”.
Por el poemario “Ceremonia en el aire”, Klaudia Malatesta obtuvo el primer premio en la convocatoria realizada por el Fondo Editorial Sanluiseño en 2006. Ahora incurre en otros géneros literarios como la novela corta o los guiones.
_ Usted dice que la poesía es un lenguaje sublime pero ¿por qué se lee poco?
_ Estamos en un estado de locura, consumo o entretenimiento en cosas que no tienen que ver con lo sublime. La creación de la poesía requiere de soledad y sentimientos, espacios que ahora se están dejando de habitar.
_ ¿Cree que en el poeta hay algo de locura?
_ Antes creía eso. Ahora al revés: en el poeta hay algo de cordura y en todos los demás algo de locura.
Malatesta nació en Quilmes y tiene tres hijos. Desde pequeña leía en los actos de la escuela y luego participó en diferentes talleres literarios, entre ellos uno dictado por la escritora y ensayista Liliana Heker. “La poesía apareció tarde. Los libros no, eran el lugar que no tenía en mi casa. Aprendí rápido a leer. Como ahora los chicos que están todo el día con internet, yo me la pasaba leyendo, era una adicción fatal”, describe.
Cuando vino a San Luis por primera vez, Klaudia trabajó para la fundación La Luciérnaga, en el barrio 1º de Mayo. “Escribía cuentos para la revista y los vendía. Ese fue mi primer trabajo para la Universidad Nacional de San Luis”, comparte con mates de por medio.
“Ceremonia en el aire” está inspirada en el “Sutra del loto”, una escritura budista. El libro de Malatesta habla de los bombardeos en Irak, los contornos del miedo y de un viento que “devora nombres o recorre los sonidos de todo lo que agoniza”. “Me interesan problemáticas como la enfermedad y el encierro, esos pequeños infiernos que están a la vista de todos pero nadie dice nada”, expresa la poeta.
“Me interesa la literatura que trabaja con la imperfección, con ese lugar de falla que tenemos los seres humanos. La poesía nos ayuda a ser mejores seres humanos, pero no te podés recibir de poeta”, aclara sonriendo.
Aunque los 33 poemas de Klaudia recogen crudos y acuosos fragmentos, en el fondo se percibe un dorado hilo de Ariadna en medio del laberinto de su vida. Ella opta por una explicación menos griega: “Es poesía que busca transmitir la belleza a pesar del dolor, como la flor de loto. Buda quiere decir el que se ilumina a sí mismo, que es su propia lámpara. Todos podemos acceder a ese estado de budeidad, de autoconocimiento, porque no es con una pastillita que se nos va a ir el dolor. La literatura es una actividad que nos permite acceder a ese estado de conciencia, esa parte sublime que está en todos los seres”.
Para ella el oficio del poeta tiene algo de misticismo. “No me gusta la poesía que busca señalar, sino la que da una vuelta de tuerca”, agrega Malatesta quien además admira la poesía de la puntana adoptiva “Beba” Di Genaro.
La poeta se radicó definitivamente en la provincia el año pasado. “Me gusta San Luis porque tengo tiempo para respirar. La gente en la calle tiene tiempo para hablarte o sonreír amablemente con esa tonada que me encanta. El aire que respira el poeta acá es amable y es el que yo quiero encontrar en mí”, dice con emoción.
Los colores de la plaza de la ciudad verde parecen tiritar por el frío, detrás de la ventana de su hogar. “Desde acá puedo ver el atardecer encenderse en los faroles como pequeñas lunas llenas. Puedo ver las sierras, es algo mágico, como que la sierra me mira, me cuida, siento eso inmutable y tan contundente que me hace conectar con esa parte sublime”, poetiza.
En Buenos Aires, a Malatesta le han publicado textos pero en la tierra puntana le editaron su primer poemario. “Es generoso San Luis conmigo. Fue re lindo publicar acá porque todos esos poemas eran papelitos sueltos que después reuní y en todo ese proceso hay una reunión de uno mismo. Vale la pena juntar los propios pedazos rotos. El premio me dio mucha alegría y el impulso para seguir”, cuenta.
Desde entonces pasó una década. “He cambiado el lenguaje. Quisiera ser más simple, como la lluvia que deja a la piedra más brillante. Decir más, con menos. La temática no ha cambiado: el encierro, la soledad, la locura, la medicación utilizada como un medio para acallar la conciencia”, indica.
Klaudia comparte un poema recién horneado, que tituló “Camino sobre el alma de las piedras”: “En todos los lugares que se parecen/ voy preguntando calles/ que me llevan a ningún lugar/ donde pueda encontrarte./ En todos los lugares que se parecen/ deletreo los carteles/ sin entender nada/ como si fuera una lengua extraña./ Ando con un papelito/ y una birome/ improviso un mapa/ cartografiando tu ausencia./ El viento de todos los lugares que se parecen/ borra tu voz/ no hay pistas/ camino sobre el alma de las piedras/ Y me pierdo/ en ningún lugar de todos los lugares que se parecen/ me estás esperando.”.
Malatesta elige tres palabras para resumir su vocación: budeidad, desprendimiento y silencio. “Aspiro al poema silencioso”, sentencia a pura carcajada.
Nota: Matías Gómez.
Fotos: Gentileza / Marcelo Lacerda.
Corrección: Mariano Pennisi.