PUNTANIDAD
“Puntanos y ranqueles se parecen en el amor a la tierra donde han nacido”
La investigadora y escritora Teresita Morán de Valcheff reflexiona sobre los valores de las culturas originarias que también conforman la identidad provincial.
Teresita Morán de Valcheff nació en la Villa de Merlo pero reside hace varios años en Villa Mercedes, donde fue destacada por el Concejo Deliberante de la ciudad por su labor cultural. Ejerció la docencia hasta el 97, para abocarse a la poesía y a la investigación histórica, enfocada principalmente en las comunidades originarias.
Morán publicó ocho libros, varias antologías y tiene cinco obras inéditas. Ha recibido diversos premios y participó en recitales de poesía. La literatura la paseó por Chile, Ecuador, Colombia, Guatemala, Panamá, Cuba, México, Estados Unidos, Israel y Europa. Además de expositora, ha sido jurado de diferentes concursos literarios.
De su vasta producción, el libro que más disfrutó escribir fue “El caballo del indio – Galopa la resistencia bajo el cielo de Abya Yala -”. Son 420 páginas con 60 fotografías inéditas. Teresita estudió el tema durante 10 años en comunidades aborígenes de Argentina y Chile. Para el trabajo entrevistó, consultó múltiples archivos históricos, museos y participó en ceremonias religiosas como el Nguillatun. En 2011, San Luis Libro publicó la investigación en la Colección del Bicentenario. El argumento es volcánico: el indio domestica a los caballos traídos por los españoles al continente. A lomo del equino, con intensa pluma, Teresita recorre una cruda etapa. La palabra poética atraviesa cada paso para reivindicar o martillear límites. “El indio y su caballo, la síntesis de una metamorfosis entre humanos y conquista”, prologa Luis Garro.
_ ¿Cuál cree que es el principal legado de la cosmovisión ranquel a la cultura sanluiseña, o al revés, de qué valores ancestrales se nutre aún hoy la identidad provincial?
_ La cosmovisión ranquel se basa en la relación de cada uno consigo mismo, con su prójimo y con la naturaleza, que para los aborígenes es sagrada, con elementos divinos y mágicos. Su vida se erige en tres pilares fundamentales: la pertenencia a la tierra, las creencias y la lengua. Es imprescindible para desarrollar su conexión con el cosmos habitar en un territorio, si es posible, ancestral, heredado de sus antepasados; no perder su lengua, que es la que cohesiona al grupo; y mantener su religión y sus creencias y transmitirlas de padre a hijo, de generación en generación. El respeto y el amor a todos los seres de la naturaleza caracterizan a los pueblos originarios. De estos enunciados se deduce que el puntano participa sólo de algunas características que distinguen al ranquel, quien tiene un origen y una historia muy distinta como para heredarles valores ancestrales.
Sin embargo, se parecen en el amor a la tierra donde han nacido y están los huesos de los antepasados, en el valor que se le adjudica a la palabra oral trasmitida de generación en generación, con la que se enriquece la cultura de los pueblos y son símbolos de identidad, creados y preservados por cada generación, son parte fundamental de la tradición y se trasmiten en el inconsciente colectivo. Rescato también el componente mítico que subyace en la cosmovisión de las dos culturas y la capacidad de observación asombrada de los elementos de la naturaleza y de sus fenómenos, de los que extraen sabias enseñanzas, particularmente, la gente que vive en el campo.
Puntanidad
Teresita es además miembro fundadora del Centro de Estudios Ranquelinos, del Grupo Literario Independiente “Pretexto/s,” de “Arcadia”, de “Letras del Andén”, del Museo de la Poesía Manuscrita “Juan Crisóstomo Lafinur” y del Círculo Internacional Narradores y Poetas del Mercosur, en Rosario. Vocal 1º de la C.D. de la Junta de Estudios Históricos local; miembro del equipo docente del Complejo Argentino Nativista “Héctor Aubert”. Fue presidenta de la seccional local de la Sociedad Argentina de Escritores durante el periodo 2000/2003, socia honoraria de la S.A.D.E. y secretaria de Cultura y Educación de la S.A.D.E. San Luis, en 2011.
A la investigadora, la Semana de la Puntanidad y el Sanluisismo le parece una buena iniciativa para fortalecer lazos con la tierra. “Es necesario valorar a las mujeres y hombres que desde los albores de la fundación de nuestro San Luis vivieron y enriquecieron con su trabajo cotidiano y sus obras el acervo cultural y patrimonial de toda la provincia, legándonos las banderas identitarias del amor y de la pertenencia a este bendito suelo”, señala.
_ En el libro “La Puntanidad”, Liberato Tobares detalló el perfil del puntano histórico: amor por la tierra, religiosidad profunda, vocación docente, hospitalidad y sentido de libertad. ¿Cuánto ha cambiado ese retrato en la actualidad?
_ Ha cambiado por cierto, con la evolución de la sociedad que tiene otros paradigmas y urgencias y debe luchar a diario con los sinsabores e injusticias de un mundo globalizado, donde se han subvertido los valores tradicionales y reinan las multinacionales. Es utópico pretender que se puede poner en práctica una filosofía de la Puntanidad, tal como en épocas pretéritas.
_ Para construir una filosofía de la Puntanidad, Liberato Tobares sostiene que en el caos de nuestro tiempo, desacralizador de la vida, es necesario desterrar el materialismo y el consumismo para volver al idealismo. ¿Coincide con este pensamiento?
_ El Dr. Tobares, a quien admiro, es un hombre idealista y coincido con su pensamiento, como una expresión de deseo solamente. Sería bueno desterrar el materialismo, que es un mal propio de nuestra civilización occidental, que promueve el consumo de bienes, a veces innecesarios, y que la mayor parte de la gente está dispuesta a adquirir, algunos a cualquier costo. Considero que los seres humanos debemos cultivar el desapego, algo muy difícil de conseguir, y jerarquizar en la vida los valores para llegar a los supremos, el bien, la verdad y la belleza, y no a la acumulación de los bienes terrenales que son efímeros y muchas veces envilecen al que los posee. Revalorizar la concepción que tenemos del planeta, nuestra casa, que nos sustenta y nos sostiene, y nuestra relación con la naturaleza. Volver a la cosmovisión de los pueblos originarios que consideran a la tierra como un ser vivo, a la que debemos cuidar, sin depredar sus recursos y recordar siempre que no somos los reyes de la creación, sino hermanos con todos los seres que existen.
Embajadora de la paz
_ ¿Eligió ser embajadora de la paz luego de investigar sobre la guerra a los ranqueles?
_ No elegí ser embajadora de la paz, me lo propuso el Círculo de Embajadores de la Paz (Suiza y Francia) y el Foro Internacional de Literatura y Cultura de la Paz (Israel-Argentina). Acepté porque es un gran honor para mí y porque estoy consustanciada con los valores y objetivos que promueven. La paz empieza en nuestro interior, en el mismo corazón, y es un arduo y largo camino que hay que tapizar de hechos y palabras tendientes a erradicar la violencia en los diversos ámbitos de la sociedad y a extender puentes de unión e integración con todos los pueblos de la tierra. Necesitamos una cultura de la paz humanizada que denuncie la violencia en todas sus formas, la discriminación, el sectarismo, el abandono de los pobres y desheredados, el autoritarismo y la corrupción que llevan al enfrentamiento y a la división en las sociedades.
Nota: Matías Gómez.
Fotos: Gentileza.
Corrección: Berenice Tello.