CIENCIA
“No he llegado a la sabiduría, mi abuela, sí”
Tras formarse en Chile, Londres y París, luego de 18 años, la destacada neurocientífica Flavia Guiñazú regresó a la provincia. Su enfoque multidisciplinario va desde lo micro hasta lo macro. Proyecta desarrollar estudios personalizados en medicina preventiva y analiza hacia dónde se dirige la ciencia.
Además de afianzar el conocimiento, a lo largo de los años la ciencia ha intensificado la curiosidad de María Flavia Guiñazú, una neuróloga puntana, investigadora clínica, neurocientífica celular y molecular, con siete títulos de postgrado que regresó hace poco de Londres, donde además es ciudadana por mérito a la trayectoria.
Flavia dejó el suelo puntano hace 18 años. Lidera proyectos científicos en varios países. Estudió en la Escuela Normal Mixta y se recibió en la Universidad Nacional de San Luis como licenciada en Ciencias Biológicas. Cuando repasa su inicio en la ciencia, su suave modular gana emoción, brillo. Al detallar los últimos descubrimientos en el mundo, se le escapa el tono docente. Es un buen signo de estos tiempos que el científico abandone el claustro para desenvolverse estratégicamente en la sociedad. Flavia da cátedra, contagia entusiasmo.
Desde pequeña fue inquieta. “Si mis abuelitas estuvieran vivas dirían la cantidad de cacerolas que quemé porque quería ver si realmente el agua se evaporaba. Me encantaba la observación también, mirar las hormiguitas caminando. Siempre me gustó lo micro, aquello que es cuasi invisible a los ojos a primera vista. Y creo que eso definió mi vida”, contó sonriente.
La universidad catapultó su pasión. Aprendió sobre el origen del hombre y las especies. Exploró. “Me enamoré locamente del sistema nervioso central, del cerebro”, agrega.
La ciencia del futuro
¿Qué les pasa a las células? Con esa pregunta Flavia comenzó un largo camino atravesado por la convicción personal de integrar investigación y medicina.
“Estudiaba el origen de un área específica del sistema nervioso pero siempre relacionado con una patología. Empecé con las células y desde ahí me fui para adentro, a las moléculas, al ADN”, explicó con las cejas en alto la puntana quien conoció al premio Nobel de Medicina, John Gurdon.
La investigadora pormenorizó los últimos logros en la medicina molecular. Indicó que el descubrimiento de células madre en el cerebro adulto causó un cimbronazo entre los científicos. “Esto implicaba que existía un reservorio de células embrionales, células que hasta ese momento existían sólo en nuestro estado fetal”, aportó. Ella, por entonces, trabajaba en la Universidad Austral de Chile. Aumentaron entonces las posibilidades para el tratamiento de las enfermedades y los trasplantes de células del mismo individuo en zonas cerebrales dañadas.
“Una década antes, nuestro Nobel, César Milstein, estudió los monoclonales, es decir anticuerpos que reconocen un par de base. Se abrió todo un camino tanto a la investigación como a la medicina. Y la medicina actual tiene un gran pie en eso, que se llaman biomarcadores, o una medicina más enfocada hacia el individuo”, señaló la científica que ha trabajado con cultivos in vitro.
“Por otro lado está la reprogramación celular que básicamente es una célula vieja que a través de una manipulación en el ADN se puede transformar en una célula joven”, apuntó y con claridad sentenció: “La medicina moderna está teniendo una tendencia hacia lo molecular”.
La neurociencia también explotó en los últimos años. Guiñazú ha sido formada en las ciencias duras por eso pone paños fríos al auge: “La neurociencia, lo mismo que le pasó a la biología molecular, se transforman a veces en modas. Y todo el mundo corre porque es interesante, nuevo y se aplica a todo. Hay que ser precavidos con los resultados”. Y comparó: “Facundo Manes y su equipo estudian más las conductas, tratar de encontrar patrones, esto son estudios macro, nosotros comenzamos por el otro extremo de la misma cuerda, el origen. Ambas se encuentran, y esto constituye los proyectos interdisciplinarios. Las pruebas concretas vienen desde el origen de la patología hacia la manifestación macro. Muchos estudios se publican por allí arriban a grandes conclusiones pero no tienen suficiente sustentación científica. En algunos casos se han creado hasta nuevas carreras.
Para la neurocientífica, en la tecnología radica el principal factor de progreso, pero advierte que para hacer medicina preventiva con manipulación genética, por ejemplo, es fundamental tener en cuenta ciertos fundamentos. “La parte ética en la investigación es importante. No tan sólo en los humanos sino también en el tratamiento de los animales”, expuso.
Regreso a San Luis
En Chile, en el National Institute for Medical Research de la Universidad de Londres, en el University College London, y en el Institut National de la Santé et de la Recherche Médicale de París, Flavia conoció los pliegues y recovecos del lugar donde se alojan más neuronas. Regresó hace poco. “Extrañaba el mate, el parral, el asado, las bromas, las sierras puntanas, los alfajorcitos de maicena; pero no es sólo eso, es lo que la memoria, lo que esa pequeña estructura o cosa, te remontan”, dice.
_ ¿Volvió por todo eso?
_ Exactamente. Volví con mi familia porque quiero hacer algo por mi país. Creo que hay muchísimo potencial y mucha gente haciendo.
La destacada investigadora además integró el “Programa de Líderes de la Salud” del King’s Fund y paralelamente se formó en Economía Global, Política Internacional y Seguridad Mundial en Chatham House. Maneja seis idiomas, escala, disfruta del arte y escribe dos libros. “Siempre voy en la búsqueda de abrir más mi cabeza. Me encanta que se planteen cosas y que a uno se le flexibilicen las neuronas y las termine usando más, porque dan para mucho”, arrojó empujando los puños hacia delante. “Todos tenemos las mismas capacidades porque hacemos los mismos procesos. Capacidades no nos faltan, quizás nos falte estímulo, sociedades que no permiten o gente que te dice no”, aseguró riendo: “No sé dónde está el límite de mi cerebro y ojalá me muera aprendiendo”.
En la provincia, mediante una ONG, Guiñazú quiere desarrollar estudios personalizados con enfoques integrales en la medicina preventiva. “Quiero trabajar con niños que tienen patologías severas del sistema nervioso, pero también con gente que no tiene patologías”, adelantó.
Conocimiento y sabiduría
_ Aparte de ser una apasionada por la ciencia, le gusta el arte y el deporte, ¿cree que hay puntos de unión entre estas disciplinas?
_Totalmente. Ahora ha surgido todo un campo desde la neurología con la meditación. Nuestro cerebro está en un estado de inhibición permanente, desde el momento en que empiezan a formarse las células (cuando estamos en la pancita de la mamá) hasta en nuestro diario vivir, es decir en cada actividad cotidiana se estimula una pequeña área del cerebro y el resto permanece inhibido. Bajo esta misma consigna, la meditación, ha recobrado un auge muy interesante a nivel de la investigación. El cerebro reduce al mínimo los estímulos. La conciencia del ser es fascinante. En el arte está esa fuga creativa que no es aleatoria, tiene patrones. Y con el deporte nunca he meditado más que cuando escalo, porque tu vida depende de cómo te agarrás a la roca y eso requiere mucha concentración.
Flavia indagó a monjes tibetanos y también incursionó en la rama forense. Con cada estudio intenta romper esquemas.
_ Se nota que está abierta hacia otras perspectivas, ¿por qué cree que esto es así en su vida?
_ Creo que cuando uno busca, busca sin límites, entonces tiene una mentalidad mucho más abierta.
_ Con todas las investigaciones que ha realizado, ¿cuál fue el descubrimiento que más la apasionó?
_ Cuando empecé este viaje. Por primera vez cuando empecé a leer sobre el sistema nervioso, cuando tuve esa primera sensación de decir ¡guau! Y me puse la mochila, los tacos y salí.
Flavia considera que el abecé del éxito pasa por ser feliz con lo que se hace y emocionada reflexionó: “Ya pasé de tener datos a tener conocimiento y me armé esa estructura que me dejaba tranquila a la hora de enfrentar una patología tanto en investigación como al atender a un paciente. Pero no he llegado a la sabiduría, mi abuela, sí.”
Video: María Flavia Guiñazú, neurocientífica puntana – Parte I
Video: María Flavia Guiñazú, neurocientífica puntana – Parte II
Video: María Flavia Guiñazú, neurocientífica puntana – Parte III
Video: María Flavia Guiñazú, neurocientífica puntana – Parte IV
Nota: Matías Gómez.
Fotos: Marcelo Lacerda.
Video: Martín Micali.
Edición: Luciana Picca.
Corrección: Mariano Pennisi.
Contenidista: Cecilia Sosa.