DIVULGACIÓN CIENTÍFICA
La ciencia detrás de Los Simpsons
Claudio Sánchez es ingeniero, docente de Física y un premiado entusiasta de los fenómenos científicos en la televisión. Ha disertado en escuelas, universidades e institutos de diferentes ciudades del país. Sus libros analizan también la serie The Big Bang Theory y Alicia en el País de las Maravillas.
Claudio Sánchez es ingeniero industrial, egresado de la Universidad de Buenos Aires. Ex profesor auxiliar de Física de la Universidad de Buenos Aires. Actual profesor titular de Física y de Informática en la Universidad de Flores.
Sus principales libros son “Todo lo que sé de ciencia lo aprendí mirando Los Simpsons (volúmenes I y II)”, “La ciencia en el país de las maravillas (curiosidades científicas en la obra de Lewis Carroll)” y “Ciencia en horario central (la ciencia de The Big Bang Theory)”. Sánchez recibió el Premio UBA 2011 a la divulgación científica, el Premio ADEPA 2013 en la categoría Periodismo Científico y el Premio UFLO 2014 a la Iniciativa.
_ ¿Cuál es la tarea del divulgador en nuestro país?
_ Establecer el vínculo entre la ciencia y el público. Que la gente abra una publicación sobre ciencia con la misma actitud que lo hace con una publicación de deportes, cine, política o cualquier otro tema.
_ Usted distingue entre el interés utilitario y el relato sobre ciencia por el atractivo en sí mismo, ¿podría explicar un poco más por qué esa diferencia?
_ Atraer la gente a la ciencia con el argumento de su utilidad no es práctico. La gente que juega al tenis no lo hace porque es bueno para la salud. Juega al tenis porque le gusta, porque le resulta divertido. Lo mismo debería pasar con la ciencia. La ciencia debe poder presentarse de manera atractiva. Que uno se enganche con una cuestión científica porque le resulta interesante.
Sánchez es además periodista y divulgador científico. Ha dictado conferencias en la Feria del Libro de Buenos Aires, la Sociedad Científica Argentina, el Centro Cultural “Borges”, los cafés científicos de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, la Biblioteca “Franklin” de San Juan, TEDx Rosario y en escuelas, universidades e institutos de profesorado en diferentes ciudades del país. Fue colaborador en el suplemento Futuro del Diario Página/12 y participa como columnista invitado en programas de radio y televisión de Argentina, Uruguay y España. También condujo el programa “Grandes Infraestructuras Argentinas”, por Canal Encuentro.
_ ¿Recuerda exactamente cuándo empezó a investigar sobre Los Simpson?
_Cuando vi el episodio “Bart contra Australia”, a fines de los 90. Me llamó la atención la referencia al “efecto Coriolis”, un tema que no es conocido por la mayoría de la gente y que uno no esperaría ver en una comedia animada.
Dicho fenómeno puede ser definido como el efecto que se observa en un sistema de referencia en rotación cuando un cuerpo se encuentra en movimiento respecto de dicho sistema de referencia. Curiosamente, en ese capítulo del dibujo animado, Lisa, hermana de Bart, caracterizada por ser intelectual, da una respuesta errónea al problema del retrete occidental. Según explica Sánchez en una de sus tantas clases que circulan por Youtube, el guiño se debe también a que la mayoría de los guionistas de Los Simpsons están vinculados al mundo científico. Así, hay cientos de referencias en los episodios que dan cuenta de la intrincada trama del programa. Por el ejemplo: el teorema de Fermat, el Jarrón de Rubin, el radón, el descenso crioscópico o, como en el séptimo episodio de la temporada número catorce, cuando la señorita Krabbapel pierde el premio de Maestra del Año y en su lugar lo recibe un tal Julio Estudiante, “un profesor de matemáticas que enseñó a jóvenes pandilleros que las ecuaciones diferenciales son más poderosas que las balas”, en realidad fue Jaime Escalante, un destacado docente boliviano que inspiró la película “Con ganas de triunfar”.
En Facebook, el grupo “Todo lo que sé de ciencia lo aprendí mirando Los Simpsons”, creado por el autor, comparte más referencias.
_ ¿Qué guiño científico le causó más entusiasmo descubrir?
_ Cuando Homero se pone los anteojos de Henry Kissinger y, con cara de inteligente, recita una versión equivocada del Teorema de Pitágoras. Uno lo atribuiría a la ignorancia de Homero pero, en realidad, es una cita de El mago de Oz, cuando el espantapájaros dice exactamente lo mismo.
En ese episodio, Homero, con el dedo índice derecho a la altura de la sien, enuncia: “La suma de las raíces cuadradas de dos lados de un triángulo isósceles es igual a la raíz cuadrada del lado restante”.
_ ¿Por qué considera que la ciencia no forma parte de la cultura actual?
_ Todavía tenemos una imagen de la ciencia como algo distante y complicado. No estamos acostumbrados a ver la ciencia como algo cotidiano. Que lo es. Estos programas (Los Simpsons, Futurama, o The Big Bang Theory) por lo menos, pusieron a la ciencia en medio de la discusión. Si todo sale bien, la gente empezará a familiarizarse con la ciencia, sus métodos y su lenguaje.
Sánchez está dedicado a la divulgación desde hace más de 30 años. Con su entretenido aporte, es posible que el televidente realice nuevas interpretaciones a medida que observa repetidamente el mismo capítulo.
_ ¿Qué le dice la gente cuando expone sobre estas temáticas?
_ En general, dice sorprenderse de la ciencia escondida en el relato no científico y promete prestar más atención la próxima vez.
Para el periodista, la divulgación científica como género literario o artístico, tiene antecedentes como los “Diálogos”, de Galileo Galilei; la “Micrographia”, de Robert Hooke o, ya en el siglo XIX, los libros del astrónomo francés Camille Flammarion. En su visión, conforme indica en la revista Quo, el género alcanzó su madurez y máxima popularidad durante la segunda mitad del siglo XX mediante la obra de Isaac Asimov, Martin Gardner, Stephen Jay Gould o la serie “Cosmos” de Carl Sagan. Y continúa en la actualidad gracias a autores como el matemático John Allen Paulos o el neurólogo Oliver Sacks.
_ ¿Despertar el interés por la ciencia depende exclusivamente de los medios de comunicación?
_ No exclusivamente. Pero constituyen el recurso más poderoso. La gente ya mira televisión, escucha la radio y va al cine. La comunicación científica debe usar esos mismos recursos.
Nota: Matías Gómez.
Foto: Gentileza / Web.
Corrección: Mariano Pennisi.
Contenidista: Emilce Martínez.