CULTURA Y EDUCACIÓN
En busca de una lengua olvidada
Para la Feria de Ciencias, alumnos del Barrio 9 de Julio investigaron acerca del ranquel y crearon un diccionario bilingüe más juegos didácticos. Su proyecto despierta el interés por una lengua originaria basada en el respeto al otro y a la naturaleza.
“Quisimos revalorizar las lenguas de los ranqueles”, explica Morena Barroso de sexto grado, junto a Jazmín Villegas de quinto y Agustín Sánchez de cuarto en la Escuela Pública Autogestionada N° 3 “Madre Teresa de Calcuta”, ubicada en el Barrio 9 de Julio. “Este proyecto surge a partir de la pregunta que plantea un compañero: ¿Por qué nosotros hablamos lengua extranjera y no como ellos?”, continúa Morena, delante de un stand naranja que presentaron en la Feria de Ciencias en Villa Mercedes, donde participaron en total 87 trabajos de las seis regiones educativas de la provincia.
Desde 2014, los alumnos diseñaron el proyecto “Hëhë, si, may, las voces de mi lugar”. Buscaron información, cuentos, leyendas y visitaron la comunidad ranquel. “Es rara la lengua pero linda aunque no la entendamos tanto. Nos explicaron los colores de su bandera. El azul significa cielo, el verde la vegetación, el rojo la sangre derramada por los indios, y el marrón la tierra”, cuenta Morena.
“Históricamente a los ranqueles les prohibieron hablar su lengua y ellos la dejaron de hablar. Por eso cuesta encontrar personas que realmente hablen. En la escuela nos encontramos con una señora que está estudiando en el PIE y nos explicó algo y cómo están tratando de volver a reorganizar su lengua, su abecedario y sus conversaciones en la lengua ranquel”, agrega la directora Teresita Ibañez quien viajó hasta la comunidad junto a 25 alumnos. “Hay una época del año en que los hombres se van a trabajar y quedan al mando del pueblo las mujeres”, indica.
Allá, los chicos del 9 de Julio jugaron un partido de fútbol con los niños ranqueles. “Cuando jugábamos parecía un colchón la arena. Vi un ñandú y un ciervo”, narra con ojos brillantes Agustín.
Al regreso, los alumnos crearon coloridos juegos didácticos en la lengua originaria y repartieron diccionarios de papel reciclado por el barrio. “Los vecinos creían que era inglés primero y querían que les diéramos clases de ranquel. A varios les gustó la idea”, cuenta la profesora de Ciencias Sociales, Gladis Agüero, a cargo del proyecto al cual también se sumaron padres.
“Es un legado muy importante: el trabajo en comunidad y el respeto a los ancestros. Habría que traerlo a la actualidad”, señala la profesora.
Los alumnos plantearon la hipótesis de si las lenguas nativas perduran en la sociedad puntana y ahora responden: “Están poco presentes en la historia de San Luis. Habría que explicarles a los más chicos para que vayan traduciendo y recordando”.
El proyecto fue expuesto en Buenos Aires y para el próximo año los chicos quieren viajar a la comunidad huarpe.
“Tuve la dicha de participar en un ritual para esperar el amanecer y es muy emocionante que todavía lo puedan hacer”, dice la directora que estuvo además en la histórica restitución de las tierras a los ranqueles.
La Escuela “Teresa de Calcuta” tiene orientación en Educación Física. Incluso los jóvenes están divididos creativamente entre huarpes y ranqueles para organizar diferentes actividades en la institución.
Un poco de historia:
“El ranquel es una variedad de la lengua mapuche o araucana que presenta similitudes fónicas con el picunche, dialecto nortino de la araucanía chilena. Esta variedad se encuentra hoy en proceso avanzado de pérdida”, sostiene la investigadora del CONICET, Ana Fernández Garay.
“Durante los siglos XVIII y XIX, junto a la expansión por las pampas de los mapuches, su lengua, el mapudungun, se difundió desde el centro sur de Chile hacia las actuales provincias argentinas de Neuquén, Río Negro, Chubut, La Pampa, sur de las de Mendoza, San Luis, Córdoba y Santa Fe, y noroeste, oeste y sudoeste de Buenos Aires, dejando su impronta en la toponimia de estas regiones”, describe Norberto Mollo, profesor en Ciencias Naturales dedicado a la investigación histórica y ambiental en el área pampeana.
“El mapudungun era una lengua sin escritura. Solo durante la conquista se trató de interpretar su fonética utilizando las letras del alfabeto español. Pero para adaptar mejor los símbolos a los sonidos, la Sociedad Chilena de Lingüística elabora en 1986 el Alfabeto Unificado Mapuche, formado por 27 letras”, detalla Mollo, miembro del Taller de Etnohistoria de la Frontera Sur de la Universidad Nacional de Río Cuarto y coautor del libro “La frontera con el indio en el sur de Santa Fe 1869-1876”.
Sin embargo, la profesora de Portugués de la Universidad Nacional de San Luis, quien impartió un curso de Ranquel el año pasado, Ángela Sánchez, amplía la información: “Las 27 letras son una distribución arbitraria de los académicos que estudiaron la lengua para facilitar la enseñanza, principalmente en Chile con la EIB (Educación Intercultural Bilingüe). Se aplicó el Alfabeto Unificado, que es un alfabeto romano formado por 24 letras: cinco vocales: A- E- I- O- U; dos semivocales: Ü- Y; y tres dígrafos: CH- NG- TR. El ranquel es una lengua aglutinante y sufijadora”.
Mollo puntualiza que en el año 2001 aparece el primer “Diccionario ranquel – español”, cuya autora es la lingüista Fernández Garay y en el 2003, además, comienzan a dictarse cursos de ranquel en Santa Rosa, La Pampa.
“El saludo tradicional en ranquel es: “mari mari” (buenos días, hola). Por ejemplo: “mari mari peñi” (buenos días hermano). Muchas palabras ranqueles y del mapudungun han pasado a formar parte de los nombres de los lugares de nuestra región pampeana”, apunta el profesor oriundo de Rufino, Santa Fe, que ha publicado numerosos trabajos de investigación en revistas relativas a la etnohistoria.
Dentro del ranquel, se habla del mapudugun y el chedugun. La profesora Sánchez revela que, según los mapuches (gente de la tierra) así denominados por los integrantes de la Conquista del Desierto, su lengua era la “lengua de la tierra” (mapudugun) luego comenzó a definirse en nuestro territorio por los ranqueles como “lengua de la gente” (chedugun) o sea que es la misma lengua, un poco reducida en su vocabulario por los descendientes nativos del territorio argentino.
El espacio de la palabra en la cultura ranquel:
En su obra “El Bramido del Puma”, el periodista e historiador Pablo Ossola detalla el valor de la palabra entre los ranqueles. “No hables mucho -le recomendó el cacique Vuta Payné a su hijo pequeño Zorro. Y agregó: Hablar y callar. Esa es la clave. Porque hablar es fácil, pero ahorrar palabras requiere prudencia y dominio. Una palabra bien dicha equivale a todo un discurso. Y si hablas en el momento justo, es decir, oportunamente, estarás acertando. El cristiano habla demasiado y por eso se equivoca demasiado. No lo imites. Promete mucho y no cumple. No lo imites. Alguna vez deberás hablar ante la injusticia, para eso se necesita valentía. Hablar ante la injusticia es como lancear a varios winkas (hombres blancos) en un combate. Y si hablas para rectificar, eso será un deber que necesita ser cumplido. Cuando ayudes a un peñi (hermano), estarás mostrando que tienes su misma sangre. Los rankeles hablamos siempre con sinceridad. Y eso es rectitud. Cuando un rankel dice cosas que no son ciertas, es porque su corazón se ha corrompido. Para decir cosas que no salen del corazón, están los winkas. Ellos no son sinceros. Los Rankülches evitamos hablar de nosotros mismos. No somos vanidosos”, indica en un capítulo.
En el libro “Una Excursión a los Indios Ranqueles”, el escritor, periodista, político y militar Lucio V. Mansilla (1831-1913) retrata cómo sonaba aquella lengua: “Seguimos caminando en el mismo rumbo, hasta llegar a Pollo-Hello, que quiere decir en lengua ranquelina, Laguna del Pollo, y cuya pronunciación debe hacerse nasal o gangosamente, verbigracia, como si la palabra estuviese escrita así y debieran sonar todas las letras: Pollonguelo.”
En dicha obra, el autor también registra un diálogo con los ranqueles donde se muestra la hibridación del idioma originario. “Óiganme con atención. Ustedes eran muy pobres entonces; los hijos de los gringos, que son los cristianos, que somos nosotros, indios como ustedes, les hemos enseñado una porción de cosas. Les hemos enseñado a andar a caballo, a enlazar, a bolear, a usar su poncho, chiripá, calzoncillo, bota fuerte, espuela, chapeado. –No es cierto –me interrumpió Mariano Rosas–; aquí había vacas, caballos y todo antes que vinieran los gringos, y todo era nuestro. –Están equivocados –les contesté–; los gringos, que eran los españoles, trajeron todas esas cosas. Voy a probárselo:
Ustedes le llaman al caballo cauallo, a la vaca uaca, al toro toro, a la yegua yegua, al ternero ternero, a la oveja oveja, al poncho poncho, al lazo lazo, a la yerba yerba, al azúcar achúcar, y a una porción de cosas lo mismo que los cristianos. ¿Y por qué no les llaman de otro modo a esas cosas? Porque ustedes no las conocían hasta que las trajeron los gringos. Si las hubieran conocido les habrían dado otro nombre. ¿Por qué le llaman al hermano peñi? Porque antes de que vinieran los padres de los cristianos ustedes ya sabían lo que era hermano. ¿Por qué le llaman a la luna quien, y no luna, como los cristianos? Por la misma razón. Porque antes de que vinieran los gringos a Buenos Aires, ya la luna estaba en el cielo y ustedes la conocían”, describe Mansilla.
Tras la Conquista del Desierto, encabezada por el presidente Julio Argentino Roca, “vinieron otras formas más sutiles de exterminio en la construcción de un país oficial y aséptico. Desdeñado, olvidado, desplazado a las márgenes de las mejores tierras, el pueblo rankulche debió experimentar nuevos atropellos. Los poderosos tenían que resolver el obstáculo del remanente indígena retardario; había que ciudadanizarlo rápidamente, borrando todo atisbo de indigenismo, enmascarando identidades”, observa Ossola. “Y se trabajó fuerte en ese sentido. ¿Qué idioma hablan estos malvados de los campos de tierra adentro? El rankul. Hay que eliminar ese modo de hablar. Propio de los bárbaros. ¿Cómo vamos a insertar a la Argentina entre las naciones más adelantadas del mundo, donde se habla francés e inglés, con una lengua de hombres atrasados y bárbaros? Esa lengua es un factor de vergüenza. A los indígenas que están en los fuertes o en las reducciones, hay que enseñarles a hablar como corresponde. Es decir, enseñarles el español y se terminó”, recrudece el historiador, acerca de la transculturación y disolución sufrida por la comunidad originaria.
Leyendas y poesías atesoradas por los abuelos rankulches:
El periodista explica que la historia escrita de la Nación Mamülche, que habitara desde tiempos inmemoriales el centro de la actual República Argentina, comienza en 1805 – 1806 con los testimonios de los viajeros don Luis de la Cruz y don Justo Molina. “Después vinieron los continuadores con el coronel Manuel Baigorria, el coronel Lucio V. Mansilla, el antropólogo Estanislao Zeballos, Fray Marcos Donatti, Juan Manuel de Rosas, el padre Burela, el coronel Barbará, De Angelis y otros. Algunos fueron felices en sus concepciones y otros, lamentablemente, persiguieron objetivos bastardos contra la dignidad de la persona humana”, aporta Ossola, cuyo abuelo se casó con una descendiente ranquel.
Durante los años que preceden a la Conquista resaltó la figura del cacique Pincén, “el Peleador de Tigres”. “Pincén, además de ser un guerrero era un genpín”, esto es, un poeta. Los araucanos explican que “genpín” significa “dueño del decir”, título que tenía un gran valor en este pueblo imaginativo. Pincén era un gran narrador con retentiva singular. Repetía a menudo largas historias oídas en su niñez a las machis centenarias que él conociera. Por esa razón lo llamaban `Pincén, el que dice de los abuelos´”, sostiene Ossola.
Desde los comienzos, para determinar la vida en comunidad, a pura observación, los abuelos rankulches proyectaron leyes regidas por la naturaleza. En ellos, además, aún hoy se atesora su lengua originaria. Los alumnos del Barrio 9 de Julio registraron varios relatos tradicionales orales donde el zorro es la figura central. Se los llama ngïrï epew y constituyen una forma de transmitir su ancestral cosmovisión.
Por su parte, Berta Vidal de Battini aclara: “No es difícil que los primeros mitos conocidos en la provincia fueran tramados por los misioneros en su obra moralizadora, alrededor de argumentos indígenas, pues llevan confundido con el elemento español de la religión, que es nervio en ellos, el elemento autóctono de las costumbres de nuestra tierra, de los animales propios de la región y del ambiente de nuestros campos. Son, por lo tanto, mixtos todos ellos. Ya no existen puros aquí, ni los mitos cristianos traídos por los conquistadores, ni los netamente indígena (…)”, prologa Battini en su obra “Mitos sanluiseños” y reafirma: “Es indudable que la mitología es el fondo histórico de todos los pueblos”.
En busca de una lengua olvidada:
Antes editar el libro “Curso de Ranquel” en 2013, la investigadora Ana Fernández Garay realizó un censo en La Pampa. “Hablantes fluidos de ranquel, que podían mantener una conversación en la lengua, eran más o menos un 5% de los encuestados. Primaba un 80% de gente que solo era monolingüe en español”, detalló la especialista. Entre esos extremos había una franja intermedia de personas que oscilaban entre el “bilingüe pasivo”, o sea que pueden entender pero no pueden producir palabras o frases, y otros que podían elaborar frases cortas, según puntualizó Garay para el diario La Arena, de La Pampa, en agosto de ese año.
Ángela Sánchez, oriunda de Santa Fe, autora del libro “Hombres Opacos”, editado mediante San Luis Libro presenta el panorama en San Luis.
_ ¿Es una lengua extinta o aún hay posibilidades de recuperarla en la provincia?
_ Según los estudiosos y los estadistas es una lengua extinta (…) Hoy solo existen no hablantes y semihablantes que, según la definición de Dorian (1977) “semihablante es aquél que ha perdido eficiencia al hablar su lengua, su léxico se encuentra reducido (…) Solo recuperando la transmisión intergeneracional que se ha visto interrumpida en algún momento por distintos factores, podrá llevarse adelante la revitalización de la lengua”. Para ello dice Fishman, “es necesario reactivar la vida comunitaria en pequeña escala porque resulta muy difícil cuando los descendientes ranqueles deben migrar a pueblos y ciudades en busca de trabajo para subsistir…”, además sostiene que “el proceso de revitalización debe darse dentro de la misma comunidad” (La enseñanza de la lengua entre los ranqueles de La Pampa, Fernández Garay – Maribel Adema, 1988) “y esto de la localización en un mismo territorio, en San Luis ya fue conseguido. Ahora solo nos resta acordar con trabajo el resto del pensamiento de Fishman (1991)”. Además, “la lengua solo puede revitalizarse cuando se reconstituye la transmisión intergeneracional (Fernández Garay, 1988)”. Es decir en el nivel íntimo del núcleo familiar y de la comunidad. Así, tendremos a niños y jóvenes interactuando con los ancianos que todavía la recuerdan. De este modo, los segundos emplearán la lengua vernácula y los primeros prestarán atención continua y se comenzará a hablar lentamente y, “cuando una generación de niños la haya adquirido y la transmisión intergeneracional se haya reconstruido, la lengua adquirirá rápidamente la vitalidad perdida” (Fernández Garay, 1988 – Ponencia “Rescate de la gramática ranquel”, Ángela Sánchez, 2010).
_ Como profesora de Portugués, ¿qué sintió la primera vez que se acercó al Ranquel?
_ Estaba escribiendo una novela histórica sobre San Luis (aún inédita) y me deparé con la lengua y la inquietud de conocerla más. Para eso realicé una investigación durante cuatro años, con clases con profesores de la Universidad de Temuco y Concepción (Chile, vía Skype). El entusiasmo crecía cada día, entonces decidí editar el “Manual Bilingüe Rankül – Español Kona Che”, que fue publicado en 2010 por Payné, y es el que uso en el curso (nivel 1, nivel 2 y libro del profesor).
_ ¿Qué atesora la lengua ranquel?
_ Siendo sospechosa de dar esta respuesta, por amarla y respetarla como lengua de nuestros pueblos preexistentes, te diría que no atesora, sino que es ella, en su completitud, un tesoro que debería ser resguardado además de ser transmitido a nuestros descendientes. Es el reconocimiento inocente, místico y verdadero del mundo que nos rodea y de los elementos con los que interactuamos en la naturaleza.
La docente de la UNSL dice que continuará con el curso gratuito de Ranquel para 2016 y que su proyecto de enseñanza de la lengua fue presentado al Ministerio de Educación. Sánchez ha difundido su manual en Salta, Córdoba, y para octubre en San Juan. Su tesis de doctorado investiga la figura antropomórfica en las leyendas de tribus originarias de Brasil y los cuentos ranqueles.
_ ¿Qué ha descubierto con su estudio de la lengua ranquel?
_ Que inspira a creer en un planeta ecológico posible, donde los integrantes de los tres reinos interactuemos y seamos responsables de nuestros actos. Que “che” no es apenas un modo de tratamiento sino de respeto absoluto por el otro.
Nota y fotos: Matías Gómez.
Corrección: Mariano Pennisi.
Contenidista: Cecilia Sosa.