LITERATURA PUNTANA

Ariel Szpeiher, el poeta callejero


Por tanto “guerrearla”, el autor asegura que vive de lo que escribe. Su primer libro “Semillas de conciencia” va por la sexta edición y ahora prepara “El viaje del peregrino”, obra que reúne sorprendentes anécdotas de sus viajes terrestres y espirituales por Latinoamérica.

Ariel Szpeiher, el poeta callejero asegura que vive de lo que escribe.
Ariel Szpeiher, el poeta callejero asegura que vive de lo que escribe.
Ariel Szpeiher, el poeta callejero asegura que vive de lo que escribe.

Cada tanto respira profundamente o toma una bocanada de la siesta invernal. Ríe. Como si pudiera absorber los componentes de este momento, la naturaleza en el Parque de las Naciones, o la intensidad de sus propias experiencias más allá de la razón instrumental. Parece que todo confluye desde su interior. A veces, su decir poético se levanta ilimitado, extraído de observaciones y ensoñaciones, navegando por las corrientes subterráneas del sentir y el vivir hoy. ¿Quién no ha escuchado al poeta de rastas en el colectivo o en la Plaza Pringles? ¿Quién negará que le canta a la esperanza?

Ariel Szpeiher (37) nació en Córdoba pero desde los tres vivió en Buenos Aires. Hijo de una asistente social, concurrió a un colegio pupilo y escribió “Vivir”, su primer texto, a los doce años. Estudió Rabinato, y Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires. Además, antes de viajar por Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile, trabajó como paseador de perros.

“Semillas de conciencia”, su primera obra, fue “escrita de un tirón” -como asegura-, va por la sexta edición y actualmente prepara “El viaje del peregrino”, donde cuenta sorprendentes peripecias.

“Vamos a pedir todos olas gigantes para poder surfear. Vamos a ponernos a ver que vienen olas gigantes y empezamos a decir ‘gracias’, ‘gracias’, ‘gracias’, y nos pusimos todos en esa frecuencia”, narra Ariel con suspenso. “Y me acordé que una vez una chamán me había dicho que cuando le quiera pedir algo al elemento agua tenía que acercarme al río o al océano a esperar la primera ola que venga para pedir, en la segunda ola significa que me escuchó y en la tercera es que se va a cumplir lo que pedí. La cuestión es que me voy acercando al océano, me arrodillo, pido viene la primer ola. No habrán pasado ni treinta segundos que viene una segunda ola que me revuelca. Cuando vuelvo al fogón, viene detrás una ola que nos apaga el fuego. Y tuvimos que buscar refugio en el pueblo. Fue un maretazo. Después vinieron cinco días consecutivos de olas gigantes que destruyeron el pueblo, literalmente”, recuerda Szpeiher y concluye su asombroso relato del hecho acontecido durante un fogón en Mancora, Perú: “Después me buscaron por el pueblo para lincharme creyendo que tenía poderes de chamán. Un dueño de un restaurante se apiadó y me prestó una cabaña. Ahí me quedé exiliado como seis meses y ahí es donde empezó a nacer Semillas de conciencia”.

Lector de la Cabalá, del Bhagavad Gita y de Erich Fromm, Ariel cuenta que vino a San Luis porque en Ecuador conoció a su actual pareja, Melisa quien estudia Geología acá y es madre de Shantal. El poeta trotamundos también tiene dos hijas en Buenos Aires. “Estoy muy agradecido a la provincia por la aceptación”, señala.

¿Vive de la escritura?

Sí, absolutamente. Hace años ya. Pero tuve que tocar fondo. Todo esto salió mágicamente y a veces uno tiene que tocar fondo para volver a salir, como la semilla que primero se pudre, se entrega a la tierra y después florece entre paisajes alucinantes. La verdad es que me alcanza para vivir. Hoy tengo ropa para vender.

“La lucha de estar con vida, es continua, pero vale la pena luchar, llegar a metas, objetivos y concretarlos es hermoso y nadie te quita esos logros que son únicos y tuyos; estos te sirven, te nutren de una experiencia que solo te da la vida misma y tómalas que sirven y de mucho, todos tenemos caídas en esta vida, saber tomarlas es lo que nos debería importar y no juzgues tu pasado porque fue lo mejor que te pudo pasar, porque este te fortaleció y te formó tal como sos, tomar las cosas por el lado positivo ayuda y mucho, siempre es bueno escuchar el tronar de las campanas y tomar su sabiduría, pensar en sí, en uno mismo sirve pero de vez en cuando, háblale mucho, mira tu imagen y júzgate porque tú eres el ángel o diablo de tus acciones, obsérvalas con atención tomando en cuenta que estas formarán tu historia futura”, comparte Ariel en “Vivir”, un texto que germinó por su vivencia en la calle durante la adolescencia.

Szpeiher dice que con sus poemas guerrea y patea la calle. A donde va lleva un morral con su libro o folletos para ganarse el pan. Recitar es su trabajo. Y pide que el poeta vuelva a ser juglar. “Uno cuando se entrega a la gente desde la expresión que sale del alma, también recibe algo. Y se va cargando de esa energía que va fluyendo en el momento y en el aire. Ahora los poetas si no tienen un vocabulario amplísimo no se consideran buenos o si no ganan un concurso”, apunta Ariel, quien ha propuesto diferentes proyectos culturales para la provincia.

¿Ha pasado hambre mientras viajaba?

Muchas veces, pero qué bueno que lo haya podido pasar porque eso me fortaleció para no volver a pasarlo. En realidad no pasé tanto hambre. En Copacabana, cuando empezó mi viaje, estuve seis meses al costado del lago Titicaca y era una época de baja temporada en el pueblo pero siempre iba a comer a casa de gente que me conocía. Lamentablemente estuve bastante tiempo en conflicto con mi trabajo, lo llamo trabajo a esto de entregarles palabras a las personas a cambio de la colaboración con la que tengo que vivir. Digo lamentablemente porque vivo acá, en este sistema, porque cuando he vivido en la montaña, en la playa o en la sierra no dependía de la economía. Estuve dos años caminando descalzo por Perú y recitaba a cambio de comida, ducha o frazada para dormir.

En tantos lugares que ha visitado, ¿ve esto que en su poema “Ambición” señala como “gente rehén del egoísmo”?

Constantemente, lamentablemente. Creo que todos tenemos parte de eso. El que esté libre que arroje la primera piedra (ríe). El reconocerse a uno mismo, según lo que dicen las leyes cabalísticas, que somos algo importante en este universo y en realidad somos sombra y polvo, ahí estamos hablando también de ambición. En realidad somos una chispa que enciende al ego también.

Creo que todos tenemos un propósito que es empezar a darse cuenta de la conexión que uno puede tener con el medio que lo rodea y es un largo camino que tenemos, es la evolución humana.

El poeta prepara prepara “El viaje del peregrino”, obra que reúne sorprendentes anécdotas de sus viajes terrestres y espirituales por Latinoamérica.
El poeta prepara prepara “El viaje del peregrino”, obra que reúne sorprendentes anécdotas de sus viajes terrestres y espirituales por Latinoamérica.
El poeta prepara prepara “El viaje del peregrino”, obra que reúne sorprendentes anécdotas de sus viajes terrestres y espirituales por Latinoamérica.

En una parte dice también que “somos guerreros de la luz al despertar de nuestras virtudes antiguas”, ¿cuáles serían esas virtudes que se tienen que despertar?

Primero la conexión con nuestra madre tierra. Hay muchas virtudes que tenemos y están bastante dormidas, por ejemplo la telepatía, que hay que despertar la glándula pineal que está en el tercer ojo y hay ejercicios para poder comunicarte telepáticamente; eso es algo muy antiguo que se perdió.

 Y habla de una nueva educación…

Este momento puede dejarnos una enseñanza a ambos y eso es la nueva educación. Tomar de cada momento que observemos lo que nos brinda en el entorno. Observar la pequeñez que existe. Muchas veces estamos nublados por la materia que nos sustenta. La gente está tan perdida en conseguir el mejor celular o la mejor pantalla y se olvidan de que realmente cuando te sentás frente a un paisaje tenés un plasma divino, inigualable.

¿El futuro no interesa?

El futuro es ahora, ahora. Es un presente continuo.

Por sus excentricidades e inquietudes, a Ariel sus amigos lo apodan “Mumm Ra” que es un personaje de los dibujos animados “Thundercats”. El poeta enfatiza que siempre escribe en trance, conectado con algo, incluso extraterrestre, que le dicta mensajes. “‘Semillas de conciencia’ habla mucho de pedirle al universo lo que uno quiere, visualizarlo, agradecerlo, y actuar como si a lo que pedimos ya lo tenemos. Es la ley de la atracción, hay varios libros que hablan de eso. Eso automáticamente enciende la fe que mueve montañas. Con el tiempo otros lectores me decían que lo que transmitía a la gente tiene que ver con la metafísica”, explica

En el libro habla del “silencio del silencio”, ¿qué es?

Entrar en meditación. He meditado bastante y me he cruzado con gente que me dice que uno puede estar en constante meditación. Podés hablar y vivir en un estado de conciencia diferente.

¿Cómo definiría esa conciencia?

Es como la transmutación, como convertir el plomo en oro. Darse cuenta de lo positivo que hay en nuestro entorno y darse cuenta de que está ahí por algún propósito. Tomar conciencia de nuestro entorno, por ejemplo, que nos pueden curar las plantas sin tantos químicos ni laboratorios. Hay una sola conciencia y es universal. Creo que todos deberíamos conectarnos con esa conciencia universal. Es la entrega. Dar sin esperar recibir.

Su poema titulado “Trance a la materialidad” dilucida: “Cuando la energía del pensamiento expresa su constancia, está en proceso a demostrarse en materialidad, se expande en ondas por el espacio cambiando la probabilidad, transformándola en verdad pura y constructiva, creando lo nuevo e inexplorado, demostrando otra realidad expresiva en el presente”.

Nota y fotos: Matías Gómez.

Corrección: Mariano Pennisi.

Contenidista: Rosana Freite.


Agencia de Noticias San Luis

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