Volver a Malvinas
Una visita a la cabecera de playa
La guerra de Malvinas duró 74 días. La recuperación se efectuó en la madrugada del 2 de abril y la rendición de las fuerzas armadas argentinas se produjo el 14 de junio. Como en toda guerra, existen hitos que marcan el compás del conflicto distinguiéndose del horror cotidiano que se vive en el campo de batalla. El día que comenzó el ataque inglés (1 de mayo) y el hundimiento del Belgrano (2 de mayo) son los más conocidos. El desembarco de las tropas británicas en la Bahía San Carlos, el 25 de mayo de aquel año, fue el inicio del fin, para la recuperación de la soberanía de un territorio que lleva 182 años de usurpación.
La mañana del último día de visita de la delegación de excombatientes sanluiseños a las Islas, amaneció soleada con una suave brisa, el único clima posible para poder llegar hasta el puerto y la bahía San Carlos. Una visita que el clima comenzó a entorpecer desde el martes a la mañana.
A diferencia de las jornadas anteriores, la delegación viajó dividida en tres antiguos minibuses. Los vehículos recorrieron el derruido camino durante casi tres horas, al ritmo de los pozos y del vaivén que imprimen a los cuerpos las curvas cerradas, unieron Puerto Argentino con el sitio donde las tropas británicas realizaron la cabecera de playa de sus tropas.
El camino recorrido guarda puntos de contactos con aquel que realizaron hace 33 años las tropas inglesas para poder recuperar, en una primera instancia, el control del estrecho de San Carlos, luego la zona de Darwin y Ganso Verde, y por último realizar el asalto final a Puerto Argentino.
En la zona del puerto San Carlos se encuentra un pequeño asentamiento que no supera los 20 habitantes. El muelle sobre el mar argentino que juega con el contorno de las islas Gran Malvina y Soledad, sirve como escenario natural para las fotos individuales y grupales de nuestros veteranos.
En la llegada a la Bahía San Carlos lo primero que se visualiza es un grupo de aproximadamente 25 militares británicos que se encuentran recorriendo el museo y el cementerio de la víctimas inglesas de la guerra. No es la primera vez que se observan militares con sus ropas de fajina fuera de la base militar de la Isla. Es muy común encontrarlos cuirculando por los caminos en sus vehículos característicos o realizando en grupos muy numerosos, ejercicios físicos o caminatas por Puerto Argentino.
El museo se encuentra claramente dividido en dos sectores, el ingreso muestra la evolución del asentamiento británico durante los 182 años de ocupación en Malvinas, en la parte posterior, la guerra de 1982.
Armas de ambos bandos, recortes de periódicos, una enorme bandera inglesa o elementos de aseo del ejército argentino, son solo algunos de los objetos con los que el visitante se puede encontrar.
La bahía es extensa, lo suficientemente extensa como para que por el lugar desciendan los casi 6 mil soldados ingleses. Durante el mediodía malvinense el lugar se muestra apacible y agradable, algunos vestigios de tapas de cajas de municiones o sogas, recuerdan que en el lugar hubo una guerra.
A unos mil metros del museo se encuentra el cementerio de los soldados británicos caídos durante el conflicto. En el lugar se observan solo 15 lápidas de los 255 caídos que tuvieron durante la guerra. La explicación surge de parte de los propios isleños. Cuando finalizó la guerra, solo unos pocos familiares de los muertos en Malvinas decidieron que sus cuerpos permanezcan cerca del campo de batalla, el resto regresó al continente europeo.
El recorrido por el lugar fue respetuoso, allí en esa tierra, hay vidas que quedaron truncas en medio de una guerra.
Al salir del cementerio, un Hércules sobrevoló, a baja altura, al contingente de puntanos.
Cuando el reloj marcaba las 14:30 el grupo emprendió el regreso a Puerto Argentino, una última vista de la Bahía de San Carlos fue el motivo para volver a analizar los errores de la estrategia militar argentina durante el conflicto. Los minibuses comenzaron a recorrer un nuevo camino enripiado que subía y bajaba constantemente por los cerros del lugar.
Luego de poco más de una hora de viaje, apareció en el horizonte el cementerio argentino en Darwin, las miradas se detuvieron en las cruces, cada uno de ellos es consciente de lo que han conversado durante días, mañana regresan al continente, sus compañeros muertos se quedan cuidando este pedazo de nuestra patria.
Enviados especiales:
Nota: Diego Masci.
Fotografía: Marcelo Lacerda.