Volver a Malvinas
El encuentro más esperado
Los hijos suelen ser los seres más preciados para sus padres, suelen pensar mucho en ellos mientras desarrollan sus actividades cotidianas. Los alojan en el corazón y cuando el tiempo o las responsabilidades impiden el encuentro, aparece la pequeña foto guardada en la cartera o billetera para aliviar la espera del abrazo.
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Pedro Miranda sacó, en la fría noche del 5 de mayo de 1982, la foto donde estaban sus hijos: Marcelo de 6 años, Ariel de 5 y Gabriela de 4, con sus miradas inocentes lucían sonrientes, como cada mañana, como lo hacían siempre.
Pedro necesitaba verlos, estaba solo dentro del Buque Formosa, a 40 kilómetros de Río Grande, en plena altamar. Una bomba de 250 kg frente a él y sus habilidades para desarmarla, era un juego peligroso que debía enfrentar, un juego entre la vida y la muerte, por eso durante los sesenta minutos que permaneció en el buque, buscaba en el rostro de sus hijos, no solo el valor que necesitaba sino que “pensaba en ellos, pensaba que no los iba a volver a ver”.
Pedro Miranda es uno de los veintiún argentinos que se hizo merecedor de la “Condecoración Cruz de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate”, uno de los motivos fue desarmar la bomba que averió al Formosa en el ataque inglés sobre las inmediaciones de Puerto Argentino en la madrugada del 1 de mayo.
Es uno de los pocos veteranos de guerra que sin haber estado en el Teatro de Operaciones, el Estado Nacional lo reconoce como tal. Su valor en el combate es honrado por todos sus compañeros.
Miranda forma parte del segundo contingente de veteranos de guerra que llega a la Isla a partir de la invitación realizada por el gobernador Poggi. Por primera vez pisa suelo malvinense. Durante el recorrido por Darwin no pudo contener la emoción.
“Tenemos acá 649 héroes, pero estos 649 héroes fueron seres humanos, personas comunes como todas, quizás personas que nunca pudieron decir la palabra ‘hijo’, muchos que de los que estuvieron acá, después fueron padres y conocieron a sus hijos, familias que se quedaron con los brazos abiertos esperando su llegada, madres que se quedaron sin la posibilidad de escuchar la palabra mamá, o algunos que quizás eran padres y sus hijos no los pudieron ver más. Tengo cuatro amigos caídos, no están acá enterrados en este cementerio. Ardiles, Vega, Bernardo, Alponi, todos muy jóvenes y con hijos muy chiquitos”
No tiene dudas sobre el justo reclamo de soberanía, pero con la guerra tiene sentimientos encontrados. “Yo no sé si se justifica tantas muertes” observa cuando piensa en las vidas que quedaron truncas, luego en otro pasaje de la charla analiza, “dos hombres que se están tirando por un pedazo de tierra, que en definitiva, no sé si alguno lo va a volver a pisar, es tremendo, no se justifica”.
Pedro necesitaba venir a Darwin, necesitaba rendirle homenaje a los 649 muertos, siente dolor por ellos, angustia por quienes no murieron luego de la batalla. “A mí me duelen muchísimo los suicidados. Lástima que para ellos no tengamos un lugar donde ir todos a rendirles homenaje, ellos murieron en el continente, en la posguerra y a ellos no les podemos rendir homenaje.”
El tema de los compañeros que no pudieron cargar con el peso de la posguerra lo martiriza, “no los mató la bala enemiga, los mató nuestra indiferencia y eso es tremendo. No tener un lugar donde poder ir a decirles: Acá le rendimos un homenaje a ustedes, que se volvieron locos, que hicieron lo que no tenían que hacer, pero todo a causa de Malvinas”.
La causa malvinera atraviesa con pasión a los soldados puntanos que están en las islas, Miranda no es la excepción, tiene sus dudas de que algún día podamos recuperar la soberanía, pero de una sola cosa tiene certeza “si algún día se llegan a recuperar las Malvinas, es por estos 649 héroes que están acá, regando esta tierra”.
Enviados especiales:
Nota: Diego Masci.
Fotografía y edición: Marcelo Lacerda.
Video: Diego Masci – Marcelo Lacerda.