Volver a Malvinas
Buscando un símbolo de paz
“Ellos cumplieron con el juramento de la bandera, defendieron la patria hasta perder la vida.” Daniel Silva se expresa con los ojos humedecidos al lado de la tumba de uno de los 649 soldados que cayeron defendiendo estas Islas en 1982.
Hay imágenes que tienen la magia de representar creencias y convicciones. Un ejemplo de esto es “La última Cena” de Leonardo Da Vinci, mucho más que una excelente pintura, es probablemente la mejor representación conocida de los 2000 años de fe cristiana.
Argentina también tiene una imagen que representa, como ninguna, una causa que atraviesa a todas las generaciones: el cementerio argentino en Darwin. No es una simple imagen más, es la representación más cruenta de la guerra de Malvinas. Son nuestros héroes muertos, es la intransigencia de la usurpación inglesa, desde hace 177 años, son casi todos nuestros muertos en batalla, en un mismo lugar.
Hoy los veteranos de la provincia de San Luis comenzaron a cicatrizar sus heridas, después de 33 años, visitaron a sus compañeros caídos. Hoy, los puntanos que volvieron a Malvinas, llegaron al cementerio Argentino en Darwin.
Los excombatientes recorrieron los 90 kilómetros de caminos de asfalto y ripio que separan a Puerto Argentino con el centro de la Isla Gran Malvina. En el lugar se encuentran Darwin y Ganso Verde, pequeños caseríos donde residen, de modo permanente, unas 30 personas.
La guerra de 1982 se hizo sentir con fuerza en el lugar, los combates más cruentos en el territorio se dieron en esta zona, a pocos kilómetros de los poblados desembarcaron las tropas inglesas desde el estrecho de San Carlos.
El silencio y el llanto suelen ser las melodías que representan a los cementerios, pero cuando ese silencio y ese llanto se encuentra contenido durante 33 años, no hay modo de poder describirlo en palabras.
El recorrido por las 649 cruces blancas de nuestros héroes de Malvinas era realizado con una extraña mezcla de paciencia y ansiedad. La paciencia de esperar encontrar la lápida del compañero al que vinieron a rendirle homenaje, la ansiedad de no saber si ese camarada de combate, se encontraba bajo uno de los cientos de mármoles que rezan “Soldado Argentino Solo Conocido Por Dios”.
Cuando encontraban a quien vinieron a buscar, el paso se detenía, la respiración rápidamente cambiaba, ese nudo que llevaban en sus gargantas explotaban en un llanto y las rodillas se aflojaban hasta hundirse en la tierra. En el homenaje personal, que cada uno de ellos rendían a su compañero muerto, había una historia de vida en común que fue truncada por la guerra.
Dejar en la tumba de los soldados una estampita, un rosario o algún objeto personal, fue el modo en que cada uno de los 30 veteranos sanluiseños homenajearon a sus compañeros.
Muchos sacaron su bandera Argentina o de San Luis para abrazarse a la tumba del amigo que quedó en suelo malvinense. Camisetas, bufandas o gorros de Boca, River o Racing también estuvieron presentes, los rituales futboleros recordaban que además de encontrarse con los soldados muertos, se hallaban con el amigo que no había podido regresar de Malvinas.
Antes de despedirse, se formaron para cantar el himno nacional, lo hicieron acompañados por el viento que conocieron hace 33 años, frente a sus 649 compañeros que están cuidando esa tierra, de espaldas a una gran cruz que vigila a sus camaradas y al lado de la Ermita de la Virgen del Luján que cuida de sus hijos, en ese contexto, los 30 veteranos sanluiseños entonaron nuestra canción patria, con esa emoción que solo puede apreciarse cuando la razón, deja de lado la entonación, para darle lugar al corazón.
Luego de aproximadamente estar dos horas en el lugar, comenzaron lentamente a volver al colectivo que los estaba esperando. El silencio inicial fue dando lugar a las charlas cotidianas, de fondo se sentía el sonido de un avión militar que sobrevolaba el cementerio.
La lluvia, el viento y el frío con el que la delegación partió desde Puerto Argentino, había desaparecido minutos antes de ingresar al “Memorial Argentina” como rezaba el cartel indicador. El sol se presentaba cálido y las ráfagas de vientos de la mañana se habían transformado en una brisa calma, quizás el clima había entendido lo que este grupo de sanluiseños necesitaba, vinieron a Malvinas en una misión de paz y después de recorrer el cementerio argentino de Darwin, regresan en calma.
Enviados especiales:
Nota: Diego Masci.
Fotografía: Marcelo Lacerda.