MARÍA EVA GATICA

“Murió en el momento justo para convertirse en ídolo”


Próximos a cumplirse 51 años del paso a la inmortalidad de su padre, el 12 de noviembre, el recuerdo para José María Gatica, que según las palabras de su hija María Eva: “Dios lo premió haciéndolo ídolo de su pueblo”.

María Eva y su padre: José María Gatica, "El Mono"
María Eva y su padre: José María Gatica, "El Mono"
María Eva y su padre: José María Gatica, “El Mono”

No es difícil sacarle palabras acerca de su padre a María Eva, sin que la emoción flote en el ambiente. Es que ella es el legado que dejó en la tierra, José María “El Mono” Gatica, quien se encuentra en el firmamento de los dioses, lugar al que muy pocos llegan y sólo algunos permanecen impolutos al paso del tiempo. Por eso, el clima se rompió con la primera frase que le viene a la memoria cuando se le pregunta acerca de su padre:

-Lo primero que puedo decir de “mi viejo” es que fue, un ser maravilloso: de una lealtad incondicional, un tipo íntegro, un valiente, un gran tipo.

 -Sin lugar a dudas, que Alfredo Prada tuvo mucho que ver en la vida de Gatica, y supongo que algo en la casa se decía

-Mirá, yo tenía cuatro años cuando pelearon la última vez, pero me contaba mi mamá que decía: “Prada me ata las manos, pone mi foto debajo de las patas del ropero” (risas).

María Eva Gatica fue comprendiendo durante el trascurso de los años lo que vivió durante aquellos tiempos, una especie de “Deja Vu” necesario para dimensionar la figura de su padre, y al respecto dijo: “en épocas donde la publicidad no existía y sin los medio tecnológicos de hoy, mi viejo llenaba el Luna Park con su nombre. Él inventó las veladas de los miércoles por la noche. En aquellos encuentros con Prada quedaba mucha gente afuera por las inmediaciones del Luna. Sobre la calle Bouchard había un kiosquito que vendía una radio Spica que la gente compraba para escuchar la pelea. Y él le dedicaba a esa gente que quedaba en la calle sus triunfos, y también a la popular. Decía que en el ring side sólo respetaba a Perón y a Evita, porque los demás eran todos unos oligarcas, por eso él era el ídolo del pueblo”

-Y pensar que quería tener un hijo varón para ponerle José Juan Domingo, ¿no?

-Es cierto, pero fue muy cariñoso y me vestía como una reina: me compraba tapaditos de piel, alhajitas, fui una privilegiada, imagínate: ahijada de Evita y vestida también por ella.

El bautismo de María Eva: Evita, la madrina y Perón. A su lado Gatica.
El bautismo de María Eva: Evita, la madrina y Perón. A su lado Gatica.
El bautismo de María Eva: la madrina Evita y Perón. A su lado Gatica.

-Ser la hija de una figura pública, a los hijos le genera una mochila no deseada, pero ser la hija de Gatica tiene un peso propio que la historia por si misma se encarga de agregar.

-Todo lo que viví me hizo crecer de golpe, no fue fácil para una adolescente y más en esa época pero siempre llevé el apellido Gatica con mucha hidalguía. Recuerdo que, dos meses antes del accidente, estábamos sentados frente a frente en un bar de Constitución. Me miró y dijo: “vos siempre en la vida mírate en el espejo. Cuando yo tenía plata me decían Don José, ahora que no tengo plata me dicen Don Nadie”. Eso me quedó muy marcado: en la vida te pasan cosas, buenas malas, pero nunca la misma cosa, de eso que me dijo mi papá cuando era adolescente me quedó muy grabado en mi mente, me ha dejado un aprendizaje de la vida muy grande.

-Pasó medio siglo y el bronce que logró su nombre cada día está más reluciente, no hay muchos ídolos que lograron trascender la barrera del tiempo, consciente de ello, Eva reflexionó diciendo:

“Muchas veces me dijeron que mi papá murió muy joven, y digo: joven pero intenso. Vivió 38 años y mirá todo lo que hizo: conoció la miseria, tuvo fama y gloria deportiva, soportó la humillación pero fíjate vos que cuando murió, el pueblo lo hizo ídolo: cuatro días duró el velorio en la Federación de Box, salió a las diez de la mañana y llegó al cementerio de Avellaneda a las ocho de la noche, fue llevado en andas , pasaron por la cancha de Independiente y los jugadores lo esperaban con el brazalete negro en señal de luto, llovían claveles rojos, los autos no aguantaban la caravana y mucho se fundieron, viví todo eso y digo: murió en el momento justo para convertirse en ídolo”.

-Poco más de un año hace que sus restos están en suelo puntano, y lo que vivió la hija del mito se asemejó a aquel 12 de noviembre de 1963, pero ella tuvo una visión particular del acontecimiento y la comparte:

-En ese momento era chica y los hijos cuando somos chicos no podemos defender a nuestros padres, suponete que viviera hoy .¿Quién me lo hubiera tocado?. ¿Quién me lo hubiera puesto a abrir la puerta de un restaurante?. ¿Quién me lo hubiera humillado a mi papá?. Nadie. Yo era chica y cuando somos chicos, no tenemos la fortaleza para hacerlo, entonces creo que Dios lo premió: se lo llevó a su lado en el momento justo para hacerlo ídolo y esas son las conclusiones que saco hoy. Me pregunto a veces: ¿por qué lo premió?, porque era un gran tipo. Le dio muchas alegrías al país. Lo dio todo, ganó fortunas y la dio. Un tipo despojado: de la obsecuencia, de la soberbia, de todas esas cosas que hacen daño a las personas y él estaba despojado de todo eso y hoy es un ídolo viviente. Fijate lo que fue la repatriación de sus restos: fue como un volver a vivir aquel día y nuevamente se generó el mismo clima que aquella vez: un día martes, calles cortadas de tráfico, la Federación de Box llena, la asistencia de todo el espectro político, eso lo pudo hacer Gatica, mi viejo: después de 50 años.

Nota: Adolfo González

Fotos: Familia Gatica


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