LA ELIMINACION DEL MUNDIAL

¿Te digo qué se siente?


Argentina recibió una dura cachetada de Brasil, que al fin se sacó la espina y le ganó tras las dolorosas derrotas del 2010, 2011 y 2012. El Alma hizo un gran primer tiempo y en la segunda fue sometido por un rival más alto, completo y preparado. Muy lógico. Es posiblemente el fin de un ciclo histórico y el comienzo de otro.

El dolor de Nocioni. "Brasil nos pasó por arriba en el segundo", dijo, con crudeza
El dolor de Nocioni. "Brasil nos pasó por arriba en el segundo", dijo, con crudeza
El dolor de Nocioni. “Brasil nos pasó por arriba en el segundo”, dijo, con crudeza

El básquet es demasiado lógico. Y lo que se analizaba en los papeles se dio en la cancha. Un gran segundo tiempo le alcanzó a Brasil para sacarse la espina y avanzar a los cuartos de final del Mundial. Argentina hizo una soberbia primera mitad pero hasta ahí llegó. El equipo de Rubén Magnano esperó su momento y luego maniató al rival. Fue 85-65, tras las dolorosas derrotas del 2010, 2011 y 2011 ante el Alma. Pero, claro, ante un equipo más débil, remendado, que jugó mucho con dos bases, dos aleros y un pivote que no lo es (Scola). Argentina, en un período de transición, entre las últimas batallas de los cracks y la llegada de los nuevos, venció a los que debía (Puerto Rico, Senegal y Filipinas) y no pudo con los tres mejores (Croacia, Grecia y Brasil). Una cruda realidad. Posiblemente sea el fin de algo muy grande llamado Generación Dorada (en 15 años disputó 27 torneos oficiales y disputó 23 semifinales, en 20 subió al podio y en siete fue campeón), que a todos nos llenó de orgullo y dejó enseñanzas. Y, a la vez, el comienzo de algo nuevo, que quizá nunca sea tan bueno pero que Argentina deberá afrontar con los mismos valores que deja la GD.

En el primer tiempo, no pudo haber mejores noticias para Argentina, que dominó basquetbolística, estratégica y mentalmente. Empezó siendo una guerra, como advirtió Leo Gutiérrez, que salió como titular para bancar a la dupla Varejao-Splitter. Y Argentina lo hizo bien, con Campazzo pasando por detrás de las cortinas ante Huertas, para que tire y no conecte con los grandes. Leandrinho y Marquinhos arrancaron torcidos y se frustraron rápido. El Alma no tuvo desequilibrio en Scola (1-6 de campo en el PT), porque Magnano decidió que no quería que le pasara lo del 2010 y 2011. Por eso lo doblemarcó y custodió mucho. Pero por eso aparecieron los triples (6-15) y los actores de reparto, en especial Prigioni, que tuvo el partido en la cabeza y dañó con tiros (15 puntos, 3-3 triples), pases gol (tres) y hasta rebotes (cuatro).

Argentina mantuvo la paciencia y la buena selección de tiros, mientras que el rival sólo a veces pudo imponer sus centímetros y sufrió con su tiro rachero (2-11). Lo más importante fue bancar el partido con muchos suplentes y dos figuras, como Scola y Nocioni, mirando el partido desde el banco, con dos foules. Campazzo tomó la posta y fue pura determinación, Delía se bancó con jerarquía el duelo con los pivotes rivales y Prigioni fue el director de orquesta lujoso. La ventaja, es cierto, fue poca, pero Argentina, aún jugando mejor, no podía soñar mucho más que con tres puntos de ventaja: 36-33

Saltan Raulizho y Marquinhos, dos que hicieron la diferencia. Sufre Mata
Saltan Raulizho y Marquinhos, dos que hicieron la diferencia. Sufre Mata
Saltan Raulizho y Marquinhos, dos que hicieron la diferencia. Sufre Mata. Crédito: FIBA

Las muy buenas noticias del PT se borraron con muy malas en el inicio del tercer cuarta. Sequía ofensiva, frustración de Scola (falló cuatro libres y cometió la tercera falta) y el cuarto foul de Prigioni. Brasil cambió la cara cuando funcionó su defensa, metió dos jugadas de tres puntos y los internos empezaron a dominar: 44-39 a 5m17. Raulzinho entró y llevó mejor el partido que Huertas, Leandrinho y Marquinhos encontraron espacios y, sobre todo, Varejao monopolizó los rebotes (32-24 tras el parcial) para que Brasil sacara la máxima de 10 y cerrara el período con una interesante renta de ocho: 57-49.

No hubo reacción en el comienzo del último y las tres tendencias que rompieron el juego para Brasil se ratificaron: dominio del rebote, contraataques fulminantes (14-0 en el partido) y el acierto en el tiro abierto. Una bomba de Marquinhos puso la máxima (64-49) a 8 minutos y, a esa altura, la confianza brasileña era total. Argentina desesperó, acortó las posesiones y arriesgó. Scola siguió sin poder ante los grandes (terminó con 2-10 de campo y tres pérdidas) y, salvo algo de Safar, nadie tenía respuestas. Lejos de volver al juego, cada respuesta de Brasil fue una daga, con Raulzinho (jugó el partido de su vida: 21 puntos). Así hasta llegar a los 20 de diferencia. Una derrota dolorosa, pero que no hace más que reflejar una cruda realidad en este período de transición.

Estadísticas completas del partido

http://www.fiba.com/ls/#6241&BKM400408


Agencia de Noticias San Luis

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