MUNDIAL DE BÁSQUET ESPAÑA 2014
Paliza también en las tribunas
Cerca de 2.000 argentinos coparon el estadio en Sevilla, le dieron un plus a la Selección con su aliento, armaron una fiesta que dejó perplejos al resto de los hinchas y se deleitaron con la paliza a Puerto Rico.
En los aeropuertos, en los restaurantes, en las calles y, como punto máximo de ebullición, en la cancha. Argentina copó Sevilla. Como ningún otro equipo. El alcalde de la ciudad admitió, sorprendido, que nuestro país fue el líder en entradas vendidas (1.800 abonos contra 1.300 de los fanáticos filipinos) y en periodistas acreditados (180 de los 310). La gente dio un espectáculo aparte en el debut, aún mayor que el que montaron los ruidosos filipinos en el partido contra Croacia.
Desde casi dos horas antes del partido, los alrededores se empezaron a poblar de camisetas y banderas argentinas. Cuando entraron al Pabellón Municipal del complejo deportivo San Pablo, colgaron sus trapos y se hicieron sentir, en especial cuando el equipo tocó a la cancha. “Vamos, vamos, Argentina, vamos, vamos a ganar…”, tronó y los pocos espectadores locales quedaron perplejos. Y los boricuas, unos 500, quedaron tapados por los argentinos. Luego llegó el momento del himno. Piel de gallina para todos cuando el “oooh, ohhhh, oooooh” acompañó los acordes.
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Ya nadie se volvió a sentar y explotó el “y ya lo ve, y ya lo ve, somos locales otra vez”. Inmediatamente, cuando el partido estaba por comenzar, se escuchó “el ponga huevo sin cesar, que esta tarde cueste lo que cueste, esta tarde tenemos que ganar”. La gente vibró al compás del equipo. Con el gran juego argentino del primer tiempo, todos gozaron, gritaron cada conversión y enloquecieron en los minutos, cuando las ráfagas argentinas permitían sacar una diferencia.
Para el segundo tiempo, con el objetivo de que los gladiadores no lo olvidaran, los argentos arrancaron con “esta barra quilombera, no te deja de alentar”. Y ya en el tercer cuarto, cuando ya era paliza, cada uno se sacó la remera para entonar el himno “Argentina, es un sentimiento, no puedo parar”. La gente disfrutó una perfomance de alto nivel, como nadie esperaba. Así se entienden las caras de felicidad e ilusión que todos llevaban a la salida. El esfuerzo y el dinero gastado ya había valido la pena.