Literatura puntana
El autor que habla desde el universo adolescente
Por su novela “(A) Normal”, Manuel Rossi ganó este año el concurso “San Luis te publica tu primer libro”, en la categoría menor de 18 años. Lo que empezó como un juego entre amigos, con el desafío de escribir 50.000 palabras en 30 días, desembocó en un thriller psicológico.
Apenas recibió el premio en Terrazas del Portezuelo a fines de marzo, Manuel fue el único que festejó con el puño en alto como si acabara de convertir un gol. Sus padres, ambos lectores, estuvieron incondicionalmente durante el proceso creativo, incluso lo obligaron a escribir cuando la inspiración huía. También, tres amigos lo embarcaron en la aventura y corrigieron su obra de 150 páginas, garabateadas hasta el último día de la presentación para el concurso.
Los textos de Manuel siembran suspenso reglón a reglón. Es como si un detective los hubiera traqueteado sobre una vieja máquina de escribir rodeada de papeles amarillentos, whisky, y humo de tabaco, pero detrás de la ficción, Rossi se prepara para rendir medicina en Mendoza, asiste a un taller literario y, al recordar la premiación, inquieto, se refriega los nudillos porque no se considera a la altura de otros autores, aunque delante de la cámara promocione que su obra es genial.
Manuel comenzó a escribir a los 10 años cuando la profesora Fabiana Sosa del colegio San Agustín le pedía al curso cuentos una vez por semana. Ahí creó “Eternidad” que fue premiado en el tercer Concurso de Cuentos de Ciencia Ficción de la Universidad Nacional de San Luis.
En noviembre del año pasado, con los trimestrales mordiéndole los talones, Rossi participó en NaNoWriMo, o National Novel Writing Month (Mes Nacional de Escribir Novelas), un proyecto nacido en Estados Unidos, según el cual cada participante redacta una novela de al menos 50.000 palabras en 30 días. Aunque no cumplió con el objetivo, gracias al desafío internacional, Manuel bosquejó (A) Normal en su casa, cerca de las sierras.
Después, tres amigos leyeron y corrigieron su obra. “La novela no sería lo que es sin toda la gente que me ayudó para hacerla. Solo no me hubiera dado cuenta de muchas cosas”, revela. Y, a pesar de flotar por otro espacio, su hermano músico también levantó el pulgar. “Él escribe canciones spinetteanas muy buenas. Cuando lee algo de lo que escribo yo, que está lleno de puteadas, que dice eh guacho, me quiere matar”, comenta con risa Manuel, quien fue baterista durante dos años de “Efecto Bloc”, y es fanático de Queen, los Beatles y Pink Floyd.
_ ¿Te molesta el lirismo?
_ No, pero si vas a usar algo realista no podés decir las rosas son rojas, tenés que usar algo más terrestre y directo. Yo uso muchas malas palabras pero a mí me gustan. Como decía Fontanarrosa no hay malas palabras, depende de la intención con la que vos cargués. Si querés hacer un diálogo verosímil tenés que hablar como la gente. Cuando hay textos que hablan en español neutro se rompe mucho la ficción del libro.
_Sin embargo, también leés a autores liristas como Borges.
_Es genial. A él no podés criticarle nada. Lo hace tan bien que no molesta. El problema es cuando sí molesta.
El universo adolescente
Además de misterio y sangre, en los textos de Manuel hay cierta comicidad fogueada por libros de Quino e Isaac Asimov para engranar un mensaje que escapa del tono encorsetado.
_ ¿Por qué creés que los jurados eligieron tu novela?
_ Porque tiene un mensaje bastante fijo que se puede leer en las distintas partes: No hay quien sea anormal o normal. Depende mucho de la forma de vida de cada uno. Al final lo digo, los personajes parecen hablar pero soy yo el que está hablando.
Por ejemplo, un capítulo de (A) Normal cierra: “Sin embargo durante las siguientes dos semanas el tema fue tratado extenuadamente por profesores, diarios, y canales de televisión, aunque lo hacían por compromiso a la familia más que por verdadera empatía a la chica; era una ciudad con mentalidad de pueblo, por lo que todo el mundo se conocía y todos se enteraban de todo, pero en cuanto la familia de la muchacha se mudó de la ciudad el tema no fue tratado nunca más”.
_Acá te referís al bullying, y en otros pasajes también criticás la falta de comprensión.
_Nada se habla bien del mundo adolescente. El error de los medios es tratar de sacar noticias de la miseria humana y muchas veces lo hacen por tener raiting. Cargas horarias, pasatiempos, embarazos, redes sociales todo hablan muy mal porque tratan de comprender algo que es incomprensible. Los adolescentes son más variados que los adultos porque están descubriendo todo y quieren hacer todo, entonces, un día van a estar siendo skater, y no sabés porque siempre están cambiando.
Al igual que en su cuento “El almacén Edgar”, inspirado en Allan Poe, el joven escritor dice que le gusta jugar con las expectativas del público empleando finales abiertos.
_Empecé a escribir antes de leer en serio. Siento que todavía es lo mismo porque no leo mucho. Una persona que sabe de literatura seguro se va a dar cuenta que lo que escribo es muy simple. Me falta cancha.
_Y sin haber leído mucho ganaste el concurso…
_ ¿Qué loco no? Para el concurso le puse mucho empeño. Tenía muchas esperanzas.
Afuera de las páginas, mientras contesta su primera entrevista, Manuel tamborilea los dedos como todo adolescente apresurado por aventurarse al mundo.
Nota: Matías Gómez